La aparición de los Talibanes en el poder de Afganistán, luego de 20 años de intervención e invasión imperialista, no cayó del cielo, ni apareció de la nada. El imperialismo estadounidense es, pues, responsable de la catástrofe nacional afgana, con la entrada del Talibán y su intención de instalar un Emirato Islámico en dicho país. En la región han existido diversas movilizaciones y protestas durante los últimos años, como en Irán e Irak contra el alto precio de los combustibles y el petróleo, además de los diversos ajustes económicos que han llevado a devaluar la moneda y ha afectado fuertemente a sectores populares de la región. El Líbano también ha sido centro de las protestas a un año ya de la explosión en el puerto de Beirut, que se dirigen contra el gobierno. Al mismo tiempo se prevé que el desempleo en Afganistán alcanzará un 13% a nivel general, cuando el desempleo femenino ya ronda el 14%, la pobreza que existe en un país que ha sido devastado y la rabia contra la opresión que ha llevado adelante el Islam político pueden encender chispas, que ya han existido en la región de medio-oriente.
Estados Unidos mientras deja humillada la embajada en Kabul, los efectos de su intervención durante 20 años permanecen. Pero también el sustento de una burguesía nacional subordinada a los juegos entre las grandes potencias, lucrando miles de millones de dólares con el tráfico de armas y de drogas, la exportación de minerales y otros recursos naturales. Esta burguesía está representada hoy por los talibanes, otro producto de la intervención de Washington.
Uno de los mayores aspectos que buscó desarrollar Estados Unidos en torno a Afganistán, fue el concepto de barbarie, ligado con el terrorismo, lo totalmente ajeno a occidente, que durante estos último 20 años ha existido una gran discriminación en torno al mundo árabe y más precisamente al mundo musulmán. A partir de 2001, la operación de Estados Unidos, seguida por el imperialismo anglo-francés, consistió en confundir a los árabes y al Islam con el "terrorismo", lo que supuso campañas racistas y xenófobas contra los musulmanes que vivían en las potencias centrales. En países como Francia, los musulmanes son los que ocupan los trabajos más precarios, subcontratados, y residen en las banlieues (periferias) de las grandes ciudades, enfrentándose al racismo policial. La construcción de la figura del musulmán como "terrorista" es uno de los productos más reaccionarios de la ofensiva estadounidense y de la OTAN sobre Oriente Medio, siempre al servicio de la opresión y la explotación de la población árabe por parte del capitalismo occidental.
Crisis interna en Estados Unidos y las divisiones en Washington
El impacto político del colapso del gobierno afgano parece haber tomado a la Casa Blanca por sorpresa desde un comienzo, , quien reaccionó tardíamente ante las críticas de demócratas, republicanos y del mismo Donald Trump.
El senador Mitch McConnell, jefe de la minoría republicana en el Senado, calificó de "colapso monumental" lo acontecido en Afganistán y dijo que la responsabilidad recae directamente en el actual presidente. Seth Moulton, legislador demócrata y ex capitán de los marines, dijo que la administración había cometido "no sólo un error de seguridad nacional, sino también un error político".
“Llevo meses pidiendo a la administración un plan de evacuación de refugiados” dijo el congresista demócrata de Massachusetts Seth Moulton. “Fui muy explícito: ’Necesitamos un plan. Necesitamos a alguien a cargo’. Sinceramente, todavía no hemos visto el plan.”
Por su parte Donald Trump, quien orquestó la negociación con el Talibán para la retirada de las tropas dijo que: "El resultado en Afganistán, incluida la retirada, habría sido totalmente diferente si la administración Trump hubiera estado a cargo": ¿A quién o a qué se rendirá Joe Biden ahora? Alguien debería preguntárselo, si puede encontrarlo".
Más allá de cómo capitalicen Trump, los republicanos y Biden el impacto político de la crisis creada por la situación en Afganistán (que hoy parece desfavorecer al primer mandatario), la realidad es que Biden no hizo más que ejecutar la agenda política de Trump.
Lo que callan todos, republicanos y demócratas es que, después de 20 años de ocupación imperialista con apoyo de los partidos demócrata y republicano, dejaron atrás un país devastado que ahora queda bajo el control del terror del Talibán. Es Estados Unidos el principal responsable de los crímenes de guerra cometidos en estos 20 años. Hacia adelante, Biden reconoció en unas breves líneas las razones estratégicas de la reiterada: quedarse en Afganistán implicaba desviar recursos de su interés más estratégico que es la creciente confrontación con China.
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Nada parece muy estable para el gobierno de Biden en materia geopolítica hacia el futuro, lo que sí en la actualidad con la retirada definitiva- por ahora- de las tropas estadounidenses de territorio Talibán, se expresa aún más la crisis de hegemonía que tiene Estados Unidos en el tiempo actual. La derrota política que le toca enfrentar a Biden con esta retirada de las tropas no tiene precedentes en el pasado cercano, va de la mano con las tensiones con China de las cuales fuimos testigos al momento de un “inicio” de una posible guerra comercial en la administración de Donald Trump.
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