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La Izquierda Diario
6 de septiembre de 2021 Twitter Faceboock

Opinión
Brasil ante las amenazas golpistas y las marchas de este martes
Diana Assunção | San Pablo

Presentamos a continuación el Editorial de Diana Assunção, dirigente del Movimiento Revolucionario de Trabajadores (MRT) de Brasil y editora de Esquerda Diário, sobre las movilizaciones a favor y en contra de Bolsonaro que tendrán lugar este martes, las amenazas golpistas del presidente brasileño y la política del PT de Lula.

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Brasil está en el centro de atención de la política internacional no solo por la interrupción del partido Brasil - Argentina por las eliminatorias del mundial, sino porque este martes 7 de septiembre Bolsonaro y sus seguidores saldrán a las calles a mostrar sus fuerzas bajo una retórica golpista. Mientras tanto el PT de Lula y las centrales sindicales, seguidas de gran parte de la izquierda, se quedan sin presentar un plan de lucha efectivo para enfrentar esta situación.

Tras el reflujo de las movilizaciones callejeras masivas contra Bolsonaro de los últimos meses, el presidente retomó su ofensiva en torno a la exigencia del voto impreso hacia las próximas elecciones [bajo la excusa de que con el voto electrónico habrá fraude en su contra] y con la organización de la reciente marcha militar en Brasilia, sintiéndose fortalecido para avanzar en su retórica golpista. Esto, sin embargo, no quiere decir que se trate de una expresión de fortaleza, sino que también expresa las debilidades de su Gobierno ante la importante crisis política, económica y social que atraviesa el país y la cercanía a las elecciones de 2022, en las que por ahora todo indica que sería derrotado a manos de Lula.

Es en este contexto que Bolsonaro articula sus discursos golpistas con la ayuda de los militares para mantener activa su base dura. De esta manera se organizaron las manifestaciones de este martes 7 en la que participaran policías, sectores del agronegocio y terratenientes, las reaccionarias iglesias evangélicas, una parte de los camioneros (entre ellos sectores fundamentalmente patronales), y toda su base política.

Su objetivo es fortalecer y mantener activo al núcleo duro de derecha, como parte de intentar defenderse de nuevas ofensivas de otros sectores del régimen y crear mejores condiciones para posicionarse electoralmente. Decidieron concentrarse en algunas capitales, como São Paulo y Brasilia, para hacer una demostración de fuerzas más contundente. Las previsiones de micros y ómnibus hacia estas dos ciudades como la ocupación de habitaciones de hotel en Brasilia es muy alta, lo que muestra que hay un fuerte empuje para que este martes se vea a la extrema derecha en la calle, todo esto con mucho dinero detras de parte de sectores empresariales y del agronegocio.

Parte de las contradicciones que tiene Bolsonaro para llevar a cabo su discurso golpista son las divisiones dentro de la burguesía. Esto es lo que hemos visto en el caso de Fiesp (Federación de industriales) y Febraban (Federación de bancos) recientemente y otros sectores empresariales. La acelerada crisis económica también afecta a la base bolsonarista. Entre los sectores populares, es difícil la adhesión masiva a estos actos debido a los altos precios de los combustibles, la inflación de los alimentos, las exorbitantes facturas de la luz, el desempleo, el trabajo precario, el hambre, todos estos son elementos que aumentan el descontento social. Por todo ello, la política del PT y de las grandes centrales sindicales, como la CUT y la CTB, es aún más criminal ante tales amenazas a las libertades democráticas que el bolsonarismo está llevando adelante.

Incluso frente al radicalismo bolsonarista, el propio PT, pero también el PSOL y el PCdoB, han alentado repetidamente la idea de una "oposición" a su gobierno dentro del propio régimen. Las instituciones "salvadoras" dentro de este régimen político serían el Supremo Tribunal Federal (STF), el Congreso Nacional, la Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI) sobre la gestión del Covid o la mayoría de gobernadores. Pero lo que estamos viendo es que estos sectores se encuentran actualmente unificados con el propio Gobierno de Bolsonaro en puntos fundamentales que tienen que ver con ataques directos sobre los trabajadores y sectores populares. Todos estos actores en conjunto pasaron leyes privatizadoras, de ataque a las condiciones laborales o contra los pueblos originarios quitandole sus tierras.

Mientras Lula estaba en una caravana electoral, reuniéndose con figuras del llamado Centrão (partidos de centroderecha y conservadores que pueden virar de apoyar al actual gobierno a otra figura política en base a acuerdos clientelares), entre otros sectores reaccionarios, Bolsonaro organizaba las manifestaciones de este martes. Por su parte la CUT y CTB se pasaron la última semana prácticamente de vacaciones sin llamar a ningún tipo de asamblea en los lugares de trabajo para organizar una respuesta.

Las contra movilizaciones que se han llamado, confiando en que las propias instituciones del régimen le harán frente a Bolsonaro, son débiles y dispersas, y cuentan con la desmovilización de figuras como Marcelo Freixo (exlíder del PSOL carioca, que dejó el partido y se fue al PSB) que, tras la política de miedo de Bosonaro, llama al país a "no entrar en una guerra" y por lo tanto a que nadie salga a las calles.

Vale aclarar que la última semana estuvo marcada por diferentes luchas de resistencia que muestran la disposición de sectores de trabajadores para enfrentar la carestía de vida y los ataques en su contra. Sin embargo, no recibieron el apoyo efectivo de la oposición (incluida parte de la izquierda) lo que podría tranformar estas luchas en pequeños ejemplos de cómo unificar y generalizar la resistencia contra Bolsonaro, el vicepresidente Mourão y todos sus ataques.

En este marco, es necesario debatir qué política debe tener la izquierda que se dice revolucionaria para enfrentar las amenazas golpistas del bolsonarismo. Habría que estar totalmente enfocados no solo en la lucha para ocupar las calles el 7 de septiembre contra el Gobierno, sino también en la solidaridad ante cada lucha y por un plan de acción tanto contra los ataques como contra Bolsonaro y los golpistas. Pero lamentablemente, es necesario reafirmar una vez más que la mayoría de las corrientes del PSOL siguen subordinadas a la política del PT que solo busca erosionar electoralmente a Bolsonaro sin ningún tipo de organización por la base. Dentro del PSOL, el punto más alto de esta adaptación lo expresa la corriente Resistência y su bloque político junto a la mayoría del partido, que tiene como orientación central aconsejar a Lula que no se alíe con la derecha, justo cuando este es el eje central de la política de Lula hacia 2022 y por eso no repara en sacarse fotos con las figuras más grotescas de la vieja política oligárquica nacional.

Por su parte el PSTU, mantiene como orientación central su unidad con las centrales sindicales mayoritarias sin ningún tipo de diferenciación hasta el punto de firmar, a través de la central sindical que dirigen, la CSP-Conlutas, una carta que pedía el STF, el Congreso Nacional y los gobernadores que tomaran las riendas del país.

En este sentido, consideramos fundamental luchar por una política de independencia de clases. Esto significa, en primer lugar, dejar atrás las consignas que solo piden Fuera Bolsonaro, que, como venimos advirtiendo, se convertirían en un desvío y hoy ya la han asumido sectores de la derecha, como la MBL, que levanta "Fuera Bolsonaro y juicio político", y que están pensando en movilizarse con esas demandas el 12 de septiembre. Por eso seguimos defendiendo con fuerza que nuestra lucha debe ser por Fuera Bolsonaro, Mourão y los militares. Para ello es necesario que la izquierda, a través de su peso en los sindicatos y en el parlamento, articule un polo antiburocrático que coloque en el centro la demanda a las centrales sindicales de organizar un plan de lucha eficaz que pueda coordinar los continuos estallidos de resistencia y hacer posible que emerja la única fuerza capaz de derrotar a Bolsonaro y toda su retórica y amenaza golpista.

La manifestación y el campamento indígena en Brasilia, combinado con cortes de carreteras en todo el país, fue un gran ejemplo de resistencia. ¿Podemos imaginar un campamento con miles de indígenas en Brasilia el mismo día de un fuerte paro nacional con el programa de derogación de las reformas, privatizaciones y ataques? Unir a los sindicatos y los pueblos indígenas podría mostrar una fuerza explosiva. Pero, ¿por qué las centrales sindicales no llevan a cabo esta política? Porque están subordinados a la política electoral del PT, que no quiere que estalle la lucha de clases en el país, sino al desgaste electoral de Bolsonaro para que, junto a sectores de la derecha neoliberal, pueda volver al gobierno y a administrar la obra económica del golpe institucional. Cuando la población sufre el hambre, pobreza y desempleo, y después de caso 600.000 muertos por Covid, este plan es una traición abierta a los trabajadores.

Es por eso que la vanguardia obrera no puede confiar ni ir detrás de ninguna variante burguesa y debe buscar una articulación defensiva de un frente único entre todas las organizaciones de masas e instituciones de la clase obrera, uniendo sus filas para defender sus derechos ante los capitalistas, imponiendo medidas de emergencia para dar respuesta al problema del hambre, el desempleo y la crisis sanitaria, como las ayudas de emergencia equivalentes al menos a un salario mínimo, pero en el marco de la lucha por la solución estructural de estos problemas. En una dinámica de este tipo, levantamos un programa que se oponga no solo al gobierno de Bolsonaro, sino a todas las instituciones que apoyan estos ataques.

De esta manera, para nosotros, los trabajadores en lucha pueden ser la punta de lanza para demostrar que su resistencia es fundamental para que los capitalistas paguen la crisis. En un escenario de crisis económica que apunta a una menor recuperación puede abrirse un espacio para más luchas, que deben encontrar en la izquierda un contrapunto a la política de centrales sindicales que solo saben dividir, fragmentar y aislarlas. El accionar que llevamos adelante desde el Movimiento Revolucionario de Trabajadores (MRT) y Esquerda Diário en huelgas como MRV en Campinas, Carris en Porto Alegre, Sae Tower en Betim y Rede TV en São Paulo son, en pequeño, un ejemplo de la diferencia que la izquierda podría hacer en los procesos de este tipo, generalizando y contribuyendo para que empiecen a apuntar su fuerza contra el gobierno de conjunto.

De esta manera creemos que los trabajadores necesitan defender una alternativa política a la crisis en el país que no puede ser la defensa del juicio político que pondría en el poder al general Mourão, ya sugerido por algunos analistas como una posible "tercera vía".

Los trabajadores necesitan luchar para que los capitalistas paguen la crisis, defendiendo con la fuerza de la lucha de las masas una Asamblea Constituyente Libre y Soberana que revoque todas las reformas y debata los grandes problemas del país como la reforma agraria radical que también garantice el derecho a la autodeterminación en la demarcación de tierras indígenas, y el no pago de la deuda pública para enfrentar la injerencia imperialista en el país. Medidas como esta para avanzar requerirán una fuerte autoorganización de las masas para enfrentar la resistencia del estado capitalista en defensa de sus privilegios, y de esta manera los trabajadores necesitarán poner de pie sus propias organizaciones de lucha, lo que les permitirá que el enfrentar al gobierno y los capitalistas de lugar a una lucha revolucionaria por un gobierno de trabajadores de ruptura con el capitalismo.

Para defender esta política, lo invitamos a unirse al MRT y a Esquerda Diário en las manifestaciones del 7 de septiembre en todo el país, y trabajar junto con la juventud anticapitalista y revolucionaria Faísca en la alianza obrero estudiantil en apoyo a las huelgas en curso.

 
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