El Teatro Centenario de La Serena, espacio que durante años a sido un referente cultural de la ciudad, está en vías de convertirse en un centro comercial, gracias a lo dictaminado por el Arzobispado de La Serena que son los propietarios del inmueble. |
El Teatro fue fundado en 1945 y está ubicado a un costado de la plaza de armas de la ciudad, en pleno casco histórico. Sus instalaciones se utilizaron, hasta el 2018, como centro cultural; ofreciendo su espacio para diversas disciplinas artísticas relacionadas con el cine, la música y el teatro. En ese período, Rodrigo Cuturrufo, quien actuaba como director del teatro; colaboró con la organización de muestras como el Festival Chile Jazz, el Festival de Títeres de la Serena, o el festival Miradoc, entre otros.
El motivo del cambio en la actividad del espacio es que los propietarios, el Arzobispado de La Serena, desean darle un uso más rentable al inmueble. A pesar del rechazo de la comunidad y artistas, que buscan seguir utilizándolo como centro cultural, la última palabra la tiene el Arzobispado: ya se ha comenzado con trabajos de remodelación como la remoción de las butacas, el piso de madera, o la boletería.
A pesar de que la Seremi de Cultura ofreció pagar por la restauración, avaluada en unos mil millones de pesos, el Arzobispado fue tajante. El uso que se le busca dar debe ser lo más rentable posible. Como la cultura no es una actividad que busque maximizar ganancias económicas, no es compatible con dicho espacio.
La situación es, cuando menos, repudiable. Primero, porque se trata de un edificio patrimonial con significado histórico. Los trabajos de desmantelamiento que se están realizando para adecuar su uso comercial son, a todas luces, un daño irreparable que se le está realizando al lugar. Segundo, porque no es posible que, en pleno siglo XXI, la Iglesia Católica siga detentando tal autoridad sobre el patrimonio de la ciudad en un estado supuestamente laico. El Teatro Centenario debería ser expropiado por el Estado y administrado por las comunidades y trabajadores de la cultura, quienes están realmente capacitados para darle al histórico inmueble el uso que se merece. |