Desde que nací vivo en el barrio, mi familia se instaló en los ’80 cuando era una zona rural. Pasaron gobiernos y gobiernos y lo único que avanzó fue el negocio inmobiliario. El Barrio Ferrum, acá en Villa Rosa, es un barrio ignorado.
Un día, de carambola, recibimos un jardín de infantes y, de yapa, el asfalto de cinco cuadras y media desde la ruta 25 hasta la entrada del jardín. El único asfalto "medio pelo" de todo el barrio. Pero las verdaderas obras se realizaban y se realizan, no en los barrios obreros, sino en los privados como el complejo Pilar del Este, el Nordelta de Pilar.
Las obras nos rodearon, levantaron terrenos para que las casas de los de arriba no se inunden, nos atravesaron el único asfalto que tenemos para llevarle el gas al country que nos rodea. Mientras a nosotros los grandes partidos como Juntos y el Frente de Todos nos siguen haciendo promesas de campaña, gobiernan para sus amigos, los empresarios, y nos privan el acceso a la salud, la educación y a la obra pública como el tan de anhelado asfalto.
También nos privan del gas, la electricidad, el agua y las cloacas. Todos estos servicios pasan por el costado de nuestro barrio. Pero está claro que los servicios básicos en este sistema son privilegios para algunos. Vivimos en verdaderos chiqueros de barro, nos inundamos cada vez más.
No nos resignemos más a vivir con miedo a la lluvia, con miedo a perderlo todo. Unamos nuestras fuerzas. Hay que organizarse para pelear por una vida que merezca ser vivida, en la que las obras públicas sean planificadas en base a las necesidades de la mayoría de la población y no de una minoría parásita que vive entre lujos, mientras la mayoría padecemos las peores miserias.