Para detener el cambio climático, ganar una vivienda digna y segura para todos y salvar los personas que amamos, tenemos que destruir el estado capitalista y reemplazarlo por uno socialista.
Después de ver la ciudad sumergida bajo el agua, esa ciudad que me vio crecer haciendo comida haitiana y fiestas en la calle con dancehall, R&B de los 90 y 2000 y reggaetón, no puedo evitar sentir la angustia y la bronca. Mi ciudad se inundó debido al capitalismo, y mi bronca está dirigida a los capitalistas y sus guardias que declaran dejar que mi amada ciudad fuera arrastrada por las aguas de las cloacas. Esta bronca no es solo mía. Una vez que estemos organizados, los capitalistas tendrán que responder a los innumerables corazones que hierven de desesperación e impotencia.
Las inundaciones en la ciudad de Nueva York pueden haber sido uno de los peores desastres a los que se ha enfrentado esta ciudad. Fue una catástrofe que le costó a la gente todas sus posesiones y le robó el futuro a 41 personas, les quitó la posibilidad de disfrutar un día de verano, de besar a sus hijos, o reír y beber con amigos en una película o conversación. Esta tragedia se ve agravada por el hecho de que 11 personas encontradas muertas quedaron atrapadas en sótanos ilegales, que con frecuencia se alquilan a inmigrantes a precios más baratos.
Esto tocó una fibra sensible de inmediato en mí. Tengo una tía en Canadá, una mujer haitiana que vive en condiciones similares, porque estas condiciones son las realidades de los migrantes dentro de las naciones imperialistas. Escapan de una pobreza extrema creada por el imperialismo y el legado del colonialismo en sus países de origen para dirigirse a otra pobreza menor pero aún brutal en naciones que no valoran sus vidas individuales lo suficiente como para proporcionarles una vivienda segura y digna. Si hubiera decidido vivir en Nueva York en lugar de Canadá, me pregunto si habría tenido que encontrar su cuerpo sin vida sumergido en aguas cloacales porque el capitalismo hace que nuestras vidas sean precarias en todos los sentidos.
Es fácil decir que algo como esto fue un acto de Dios o simplemente el fin de los tiempos entregado por un ser que no podemos tocar o desafiar. Sin embargo, esto no es un acto de Dios o incluso el resultado de que los humanos en un sentido general destruyan el planeta, como a la gente le gustaría que creyéramos. Esto es culpa de personas muy específicas que nos hacen la vida miserable todos los días. Esto es culpa de los que roban y recortan nuestros salarios para sus bonificaciones personales, de los que asesinan impunemente a afrodescendientes y de la clase trabajadora en la calle, de los que lanzan bombas y sancionan a los países semicoloniales. Esto es culpa de los capitalistas y su estado. Esto es culpa de las 100 empresas responsables del 70 % de las emisiones de gases de efecto invernadero. Esto es culpa no solo de los republicanos que aparentemente dicen que el cambio climático no es real para acelerar la producción de petróleo.
Mientras patinaba hacia la fábrica de porquería donde trabajo, después de que me echaran del ferrocarril antes de mi parada debido al servicio limitado, vi de primera mano lo que esos capitalistas estaban haciendo a la clase trabajadora y al medio ambiente. Había basura por todas partes en las aceras y la calle, y la gente seguía sacando agua de sus apartamentos y negocios. Vi los rostros angustiados de aquellos que lo habían perdido todo y su temor de no poder permitirse recuperar una porción de todo eso. Todo mientras todavía tenía que ir a trabajar después de un evento catastrófico que nunca debería haber sucedido en primer lugar.
Las inundaciones que presenciamos en las calles y en el metro podrían haberse evitado si se hubiera construido una infraestructura para redirigir el flujo de agua. Esto se planteó en las protestas de FTP (NdT: tiene tres significados, ’Feed the People’, ’For the People’, y ’ Fuck the Police’) de 2019 en Nueva York que exigían dinero para una mejor infraestructura y transporte público gratuito en lugar de poner 500 nuevos policías en las estaciones de metro que continúan desmoronándose. En cambio, el estado capitalista y sus sucios policías nos golpean en las calles. El capitalismo no sólo causó estas inundaciones que dejaron a la gente varada en el metro y muerta en los sótanos, sino que aseguró con vehemencia la perspectiva de que esto sucediera años antes de que ocurriera realmente.
El estado capitalista no se puede reformar para proporcionar lo que necesitamos; debe ser derrocado. A los capitalistas no les importa si el nivel del agua sube y nos ahogamos en las aguas cloacales, ya que tienen sus naves espaciales para volar lejos del daño que causaron.
Nuestro destino está en nuestras manos y el enemigo está ante nosotros. Para detener el cambio climático, ganar viviendas dignas y seguras para todos y salvar los barrios y vecinos que amamos, tenemos que destruir el estado capitalista y reemplazarlo por uno socialista. En un estado socialista, podemos planificar democráticamente no solo cómo se construyen nuestros vecindarios teniendo en cuenta nuestra seguridad y bienestar colectivos, sino también una economía que funcione con energía renovable segura.
No llegaremos trabajando con republicanos o demócratas que aprueben la construcción de oleoductos a través de tierras nativas, o colaborando con la burguesía nacional de naciones semicoloniales que aprueban negocios nocivos para el medio ambiente. Nosotros, como clase trabajadora y oprimidos, ganamos solo a través de nuestra propia organización democrática internacional como fuerza revolucionaria, una fuerza que tiene la intención plena e inflexible de acabar con el capitalismo y establecer el socialismo. Absolutamente no permitiremos que los capitalistas tengan nuestras vidas y nuestro planeta; el mundo es nuestro para ganar.
Artículo publicado originalmente en Left Voice. |