En pocos días Santoro elogió la “lectura política” de Macri en el 2001 para lanzar el PRO, momento en el cual el candidato de Todos seguía siendo parte de la Alianza con personajes como Patricia Bullrich, a quién también elogió por tener “códigos”, los famosos “códigos de la política” para diferenciarla de Milei y otros derechistas. Horas más tarde salió a aclarar que votaría en contra de reducir la jornada laboral a 6 horas (¿cómo se habrán sentido sus correligionarios Palazzo o Yasky?), que estaba a favor de bajar la edad de imputabilidad y de habilitar las pistolas Taser. Todo esto mientras cita a Gramsci y habla de la “batalla cultural” que hay que dar contra el neoliberalismo.
Son parte de los shows que cada dos años nos da el peronismo de la capital de la mano de alguno de sus candidatos con “obsolescencia programada” y progresismo de dudosa procedencia: Filmus, Lammens y, si vos querés, Santoro también.
Hablo de candidatos con “obsolescencia programada” porque los usan para un par de elecciones, y luego se cambian para buscar, ahora sí, una alternativa de verdad en la Ciudad. Eso sí, en este caso el progresismo caducó antes de empezar.
¿Pero se trata solo de un giro electoral a la derecha en la Ciudad del macrismo?
No parece. En el cierre de campaña del Frente de Todos de la Ciudad de Buenos Aires, Leandro Santoro reivindicó dos significativos hechos históricos de la política nacional. Por un lado el “abrazo Perón-Balbín” de 1972; por el otro, el “balcón de Alfonsín y Cafiero” en Semana Santa de 1987. Los dos hechos se unen en un relato que plantea la necesidad de algunos “acuerdos mínimos” con la oposición de Junto, que también es uno de los principales objetivos del FMI: que en el Congreso Nacional se legitime y ratifique el pago de la ilegítima e ilegal deuda macrista y su “pliego reivindicaciones”. Hablamos de un problema neurálgico para las próximas décadas del país.
Muy brevemente recordemos que el abrazo entre Perón y Balbin 1972 (líderes indiscutidos del PJ y la UCR en ese momento) tenía un objetivo central: contener y desviar el ascenso obrero, juvenil y popular que en el país había comenzado con el Cordobazo en 1969. Para eso Perón proponía un Pacto Social, al mismo tiempo que ponía en píe la Triple A para atacar a la vanguardia obrera que se desarrollaba en competencia con la burocracia sindical del PJ. Tan claro era el objetivo de los dos principales líderes del PJ y la UCR que en 1975, con Perón ya muerto, cuando las bases impulsaban la primera huelga general contra un gobierno peronista Ricardo Balbin, decía: "Hay que aniquilar a la guerrilla fabril".
Estas palabras, en 1975, con la Triple A en funcionamiento y la amenaza de golpe sobre el aire no podemos tomarlas como algo liviano.
El segundo hecho es conocido como parte de la “Semana Santa” de 1987. Recordemos que a fines de 1986 se había sancionado la llamada Ley de Punto Final que daba un plazo de 60 días para hacer denuncias vinculadas a la última dictadura y ponerle un fin a las denuncias que seguían surgiendo. Pero esto desató una ola de denuncias, se procesó a más de 300 oficiales, y los militares se acuartelaron en Campo de Mayo. Hubo enormes movilizaciones democráticas, los militares no estaban en posición de ir más lejos. Sin embargo Alfonsín pactó con los militares lo que terminó siendo la Ley de Obediencia Debida y tuvo el apoyo del PJ, entre otros partidos del régimen.
O sea, ambas fotos representan la unidad de los dos partidos tradicionales más importantes del país en pos de objetivos claramente reaccionarios y antipopulares. Pero el punto no es la controversia histórica, sino mirar para qué Santoro los saca del baúl de los recuerdos. Y ahí entra el gran elefante oculto en el bazar de la campaña electoral: el FMI y sus exigencias.
Sabemos que Macri dejó una deuda de más de $45.000 millones de dólares, deuda no solo ilegítima sino que violó hasta las propias normativas del FMI. Fue un préstamo para garantizar la fuga de capitales especulativos durante los últimos meses del macrismo, al mismo tiempo que una apuesta a su reelección.
Sin embargo en el acto de cierre de campaña Leandro Santoro decía esto: “Por supuesto que estamos discutiendo todavía con el FMI, pero lo estamos haciendo desde una posición de dignidad y soberanía. Por eso aprovecho esta tribuna también para sumarme al pedido de CFK a la oposición, que comprendan que las campañas electorales no solamente sirven para mostrar las diferencias, sino también para mostrar las coincidencias”.
¿Qué quiere decir ``las coincidencias”? No son puntos “mínimos”, sino estratégicos, como los que expresaban esas fotos. Quiere decir acordar con la oposición de derecha de Juntos que el pacto del FMI se va a aprobar en el Congreso. Sobre esto abordaba el conductor Daniel Tognetti a Santoro en su programa.
Fijense que Santoro no desmiente ni el objetivo de avalar la estafa de la deuda en el Congreso, ni los pedidos que todo el mundo sabe que pide el FMI, como ser ajuste sobre el gasto social (jubilaciones, salario, salúd, educación), tipo de cambio único (devaluación) y una reforma laboral sea vía ley (como pide la derecha) o vía cambios en los convenios de trabajo y dejar correr la uberización de la economía (la vía del gobierno y la burocracia sindical peronista). En lo que no hay dudas: se preparan para avalar esta estafa tirando el peso a las mayorías populares; en que para pagarla no hay ningún problema en profundizar el extractivismo, como el mismo ministro de ambiente admitió; lo implícito (cada vez menos) es que eso también irá de la mano de un ataque a las condiciones de trabajo.
Por eso ponen horas y horas en los medios a los Milei, buscando inclinar la cancha a la derecha, y Juntos pasa a derechizar día a día su campaña, y Todos pasó día a día a ceder a esa agenda. En el mientras tanto, toda la herencia macrista se consolida.
Por eso cobra mucho más mérito la enorme campaña del Frente de Izquierda Unidad, instalando una salida distinta, que la falta de trabajo se encara repartiendo el trabajo disponible entre todas las manos, sin afecta el salario; que hace falta terminar con el extractivismo como modelo de país que solo es sustentable para las grande multinacionales y terratenientes por algunos años más; por sobre todo que hay que encarar una salida de las y los trabajadores y de la izquierda.
Por eso este domingo votar al Frente de Izquierda también es un voto contra ese intento de inclinar nuevamente la balanza a la derecha. |