El presidente López Obrador inició su conferencia matutina explicando los avances del aeropuerto de Santa Lucía. Si hay un megaproyecto que AMLO ha enfatizado a lo largo de su sexenio es el de reubicar y rediseñar el polémico Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México que fuera aprobado e iniciado en el sexenio de Peña Nieto en la localidad de Santa Lucía.
Si bien la medida fue vista con buenos ojos por varios sectores de la población que se oponían a la construcción del NAICM por los peligros que suponía tanto al medio ambiente como a los pasajeros, la reubicación del mismo a Santa Lucía bajo otros esquemas ha sido criticado por sectores conservadores por el incremento de gasto y las pérdidas en inversión de lo que ya se llevaba a cabo en Texcoco. Por otra parte, los mismos sectores que defendieron el lago no apoyan la construcción del Aeropuerto Felipe Ángeles de Santa Lucía por razones similares, mismas que los propios habitantes de las poblaciones aledañas al nuevo aeropuerto han denunciado.
A pesar de todo, hoy el presidente presumió que la obra ha supuesto un ahorro de 125 mil millones de pesos. “Estamos hablando de un ahorro de la obra de 225 mil millones de pesos, pero como se le agregan los 100 mil que se tuvieron que destinar a los pagos de las empresas por el nuevo aeropuerto de Texcoco, de todas maneras, agregándole los 100 mil, (…) son 125 mil millones de ahorros”.
El nuevo Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles está siendo construido por la Secretaría de la Defensa Nacional, que confirma un avance del 69%, y que "tiene como fecha de término el 21 de marzo, tenemos 886 días para cumplir con la ejecución de este proyecto". La construcción sería inaugurada en el 215 aniversario del natalicio de Benito Juárez.
"Un éxito" la subordinación de México con EE.UU.
El presidente calificó como exitosa la reunión sostenida ayer entre el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, con la vicepresidente Kamala Harris. El presidente declaró: “todavía no tengo un informe detallado de los resultados de la reunión, nada más me informaron que habían salido muy bien las cosas, que había sido un éxito la reunión; vamos a informar una vez que regrese Marcelo, Tatiana, los comisionados, los representantes de Hacienda; que nos informen sobre los avances, pero yo creo que les fue bien”.
Si algo ha quedado claro a lo largo de la administración obradorista es que, ya sea que se hospede en la casa blanca un burro (los demócratas) o un elefante (los republicanos), ambos tienen el mismo trato con respecto a nuestro país, que actúa como patio trasero de sus políticas económicas. Postura a la cual López Obrador responde afirmativamente, primero con el racista magnate Donald Trump y ahora con el halcón Joe Biden.
La reunión Ebrard-Harris, una verdadera reunión entre policías —recordemos que Ebrard, antes de ser Jefe de Gobierno, fue secretario de Seguridad Pública del DF cuando AMLO gobernaba la capital, mientras que Harris era procuradora general de California—, dio cuenta de mayor cooperación y reactivación de las cadenas de valor, esto mientras confirmaban que promoverían "el desarrollo económico, social y sustentable en el sur de México y Centroamérica", que es una manera velada de decir que se mantienen políticas que pretenden frenar las caravanas migrantes.
Recordemos que fue en tiempos de Obama, que se jactaba de ser el primer presidente negro, cuando se destapó el escándalo de niños migrantes separados de sus familias y encerrados en campos de concentración. La propuesta refrendada entre los policías Ebrard y Harris muestra una cara más "amable" para continuar el mismo objetivo: frustrar la llegada de caravanas de Centroamérica que escapan de la violencia e inseguridad (provocadas por las políticas dictadas desde la Casa Blanca a sus respectivos gobiernos, vale aclarar) para lograr el "sueño americano"; hasta ahora no se ha detenido la represión de migrantes y separación de familias por parte de la Guardia Nacional.
Por ello es importante organizarnos de manera independiente a ambos lados de la frontera, sin confiar en los partidos de los empresarios ni sus políticos, ya sean los paladines del neoliberalismo, como la coalición Frankenstein del PRI-PAN-PRD, los conservadores racistas agrupados en el Partido Republicano, o quienes sostienen la defensa de valores progresistas (los demócratas en Estados Unidos y el Morena en México) mientras mantienen la dependencia económica de Latinoamérica al imperialismo estadounidense, continúan políticas extractivistas, megaproyectos contaminantes y defienden los intereses de sus respectivos empresarios y sus cadenas de valor. |