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31 de enero de 2025 Twitter Faceboock

Precariedad
¿Cuál es la realidad del programa Jóvenes Construyendo el Futuro?
Emilia Macías | @EmiliaMacas1

El programa creado por el actual gobierno, Jóvenes Construyendo el Futuro, trajo muchas expectativas y esperanzas para todas y todos los jóvenes que no estudian y buscan trabajo. Ahora podemos ver cómo ha sido aprovechado realmente para aumentar la precarización laboral y las “letras pequeñas” del contrato.

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La propuesta Jóvenes Construyendo el Futuro (JCF) consistía en ser una herramienta de inclusión y apoyo a los y las jóvenes, para “adquirir experiencia y luego autoemplearse o conseguir trabajo”. Es una beca otorgada por el gobierno de 3 mil 748 pesos mensuales, una burla si contemplamos que la canasta básica ronda los 15 mil pesos. Además no cuenta con todas las prestaciones laborales y los contratos son restringidos a un año.

La política de Austeridad Republicana, que consistió en el recorte al 70% supuestamente del “personal de confianza” —pero que en realidad golpeó a los y las trabajadoras más precarizados—, recortó la creación de nuevas plazas, se disminuyó el presupuesto para viáticos, insumos e instalaciones —además en sectores tan delicados como Salud—, aumentó el horario laboral superando el establecido legalmente, estuvo vinculada a la integración de las y los jóvenes que desde JCF a fueron "contratados" para realizar tareas de trabajadores de base. Esto representó no solo el robo de materia de trabajo a los trabajadores estatales, sino también un ahorro brutal en sueldos y prestaciones.

Por otro lado JCF también apoyó a las empresas, porque, en vez de contratar a otros y otras trabajadoras, entraron "aprendices" de JCF a hacer el mismo trabajo pero con las condiciones laborales antes mencionadas, o sea, deplorables.

Además el programa exime a las empresas de cualquier tipo de responsabilidad con los y las becarias, beneficiando a los empresarios y normalizando la precarizaciónal no reconocer la relación laboral directa que mantienen, además de que se ahorraron el pago de sueldos y prestaciones, pues las "becas" eran otorgadas por el gobierno.

Pero la juventud se ha visto orillada a entrar a ese tipo de programas, pues desde antes de la pandemia, las y los jóvenes tenían que dejar de estudiar para dar apoyo económico en casa. Ahora con la pandemia, se ha exacerbado el problema y Jóvenes Construyendo el Futuro se vuelve la triste realidad de muchas y muchos.

Para 2019, el gobierno federal utilizó 322 mil becarios para suplir la falta de personal en distintas dependencias como la Secretaría de Bienestar, de Agricultura, de Protección Civil o el INAPAM (Instituto Nacional Para los Adultos). Conformaron el 28% de jóvenes trabajando en el primer año de operación del programa.

Esto viola los propios lineamientos, ya que rebasa la cantidad permitida de becarios y becarias por ubicación. La institución podía determinar el número de becarios a incorporar, pero sin rebasar la capacidad operativa ni más del doble del número de trabajadores con los que se cuenta. De hecho, la Secretaría de Bienestar tiene 19 mil 607 trabajadores estatales e incorporó a más del triple de la nómina como becarios, es decir 68 mil 693 mil.

La Secretaría de Bienestar y los Servidores de la Nación, un grupo de gente que recorre las zonas más pobres del país en nombre de AMLO para revisar si hay beneficiarios de algún programa social, verifican centros de trabajo, ayudan a las brigadas de aplicación de vacunas contra COVID-19, concentran el mayor número de becarios entre todas las dependencias de gobierno, incluso rebasan a todas las empresas.

Y esto permite que, mientras la nómina de 19 mil Servidores cuesta 196 millones de pesos mensuales, gastar 3 mil 748 pesos en los 68 mil becarios que hacen el mismo trabajo, significan 244 millones de pesos al mes; un ahorro enorme en salarios que, haciéndolos pasar por becas, ultraprecarizan a esos jóvenes.

Estos programas son encarnados por jóvenes de las mismas zonas en las que se trabaja, que consiguieron un ingreso mínimo intentando salir adelante. El gobierno asegura que es una experiencia satisfactoria por “servir a la comunidad”; Manuel Huerta Ladrón de Guevara, delegado Federal de Veracruz explica que sí hay posibilidades de contratación para los becarios, pues funciona como un “sistema de incorporación gradual”, pero, al no tener estabilidad laboral, en cualquier momento son despedidos sin consecuencia alguna. Sumado a que muy pocas veces ocurre pues les es mejor mantener a trabajadores como "becarios".

Y no sólo eso, las instituciones que “contratan” a les becaries, debido a los recortes presupuestales llaman a nuevamente "apretarse el cinturon", siendo las y los jóvenes del programa quienes sufren las consecuencias, como el no recibir pagos durante meses.

Es cínico decirles “apoyos” o “becas”, pues estos programas aprovechan la vulnerabilidad y necesidad de las y los jóvenes, las mujeres y los sectores populares que se ven obligados a aceptar estas becas por la falta de empleos dignos.

Les integrantes de JCF no sólo son “aprendices”, son trabajadores, cumplen con su jornada laboral y desempeñan funciones de base. Deben ser reconocidos y reconocidas como tal, pues en plena pandemia enfrentan “desvinculaciones” y faltas de pago, recortes, trabajos exhaustivos, exposición al virus y no hay seguro que les respalde.

La austeridad republicana se aplica, mientras el gobierno mexicano sigue pagando la fraudulenta deuda externa, continúa con el plan de militarización del país con un enorme presupuesto, destina millones de pesos en mega proyectos ecocidas; todo a la par de que la juventud y la clase trabajadora está pagando la peor parte.

Es evidente que el gobierno no tiene preocupación alguna por el bienestar de la población trabajadora; con programas sociales no se resuelve la degradación de las condiciones de vida de las mayorías.

Es urgente conquistar salarios que cubran el costo de la canasta familiar, también mejores condiciones laborales como seguridad médica y prestaciones; con la división de trabajo entre todas las manos disponibles, y una jornada laboral de 6 horas 5 días a la semana.

Esto a través de la organización de la juventud que forma parte de las filas de estos programas, pero también todos y todas las jóvenes que defendemos la educación pública y gratuita, y construyendo una potente alianza con el conjunto de las y los trabajadores. Contra los despidos, por trabajo digno, contra los recortes al sector público y por una vida que merezca ser vivida.

Este sistema nos quiere seguir condenando a la precariedad y no tiene nada que ofrecernos.

 
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