La victoria de los 6 candidatos independientes puede parecer poco en el terreno de las estadísticas nacionales de la elección, pero en medio de la crisis de legitimidad y el cuestionamiento por la que atraviesa el régimen se vuelven un indicador y un síntoma político importante.
Los electores el 7 de junio manifestaron su descontento o inconformidad con los partidos tradicionales del régimen de distintas formas, el 4.88% de los electores anulo su voto y más del 50% no fue a votar. Pero además, miles de personas votaron en sus distintas localidades por candidatos independientes expresando, en su decisión de no optar por los partidos tradicionales, la deslegitimación de los mismos. Este fenómeno político se dió en amplias franjas de la poblacíón, sin dejar de lado que varios de estos candidatos provienen de esas fuerzas patronales, sostienen una perspectiva que no se diferencia en lo sustancial de los partidos mencionados, ni cuestiona los intereses de los capitalistas.
Jaime Rodriguez ganó la gubernatura de Nuevo León, José Alberto Méndez la alcaldía de Comonfort, en Guanajuato y César Valdés la de García en Nuevo León, Manuel Clouthier será diputado federal por Culiacán y Pedro Kumamoto local en Jalisco. En tanto que Alfonso Martínez quedó electo como presidente municipal en Morelia.
Los partidos tradicionales han visto con molestia como la figura del candidato independiente puede afectar -aunque todavía muy incipientemente- el dominio que mantienen en los puestos de representación popular. Sin duda, no les preocupa que candidatos como los mencionados vayan a cuestionar su poder. Más bien su preocupación radica en que consideran que las candidaturas independientes pueden ser la vía para que se exprese -en el terreno electoral-, aunque fuera distorsionadamente, el descontento con las instituciones existentes, disminuyendo así su caudal de votos. Además, prefieren ocupar ellos los puestos de gobierno y las legislaturas, que tener que pactar con estos candidatos. Esto, a pesar de todos los candados que existen en las leyes electorales para impedir el surgimiento de organizaciones independientes que les disputen el terreno electoral.
A casi 2 meses de las pasadas elecciones, 5 estados del país han puesto a trabajar a sus congresos locales para imponer más restricciones a las candidaturas independientes e impedir la posibilidad de que surjan distintas expresiones por fuera de sus estructuras partidarias establecidas.
Los partidos patronales cambian las reglas
Chihuahua, Tamaulipas, Puebla, Veracruz y Sinaloa han votado una serie de reformas electorales locales como el aumento de número de firmas que tiene que presentar un candidato para ser registrado, o la reducción del tiempo para poder presentar este requisito.
Los eventuales candidatos independientes no tienen las mismas condiciones materiales para competir en el terreno electoral en contra de los partidos tradicionales. Los recursos económicos que les otorga el INE no se comparan con los que reciben los partidos tradicionales ni se les otorga en el mismo momento de la contienda, no tienen en mismo acceso a los medios de comunicación con los que se satura a la gente en periodo electoral.
Aunque provienen de distintos extractos y la ideología es distinta en cada caso -en el caso del más conocido, Jaime Rodriguez “El Bronco”, apegado a una perspectiva patronal y dentro de los marcos del régimen político- estos candidatos lograron convencer a miles de los electores locales de votar por ellos sin recibir -de parte del INE- los mismos recursos que este instituto les otorgó a los partidos políticos.
El PRI, el PAN, El PRD y el PVEM se preparan para las elecciones del 2018 y no quieren pasar por sorpresas, así que han puesto a discusión el endurecimiento de los requisitos para impedir que surjan expresiones que, aunque fueran formalmente independientes, pudieran expresar de una u otra forma la pérdida de legitimidad, y darle pelea política en el terreno electoral.
De esta forma muestran que ni siquiera pueden garantizar lo que aprobaron como parte de las reformas políticas para darle una cara mas “democrática” al régimen político. Con estas restricciones profundizan el carácter reaccionario y antidemocrático del sistema electoral. Y por eso, las organizaciones obreras y de izquierda debemos luchar por el pleno derecho a participar de los procesos electorales, sin ninguna restricción ni condicionamiento, y contra toda medida proscriptiva y antidemocrática de las instituciones. |