Hace un par de días, en medio de los festejos oficiales por la independencia de México y con la oposición de derecha desangelada rumbo a las elecciones presidenciales del 2024, fue noticia que dos expresidentes del Partido Acción Nacional (PAN) –Gustavo Madero y German Martínez— (este último que pasó también por el Morena), un senador “independiente” –Emilio Álvarez Icaza— y dos senadoras del Partido del Trabajo –Alejandra León y Nancy de la Sierra—anunciaron su intención de convertirse en una bancada legal en el Senado de la República.
Las reacciones no se hicieron esperar. La ex secretaría de gobernación y ahora senadora por Morena, Olga Sánchez Cordero, declaró que los senadores tienen el derecho de agruparse, pero señaló que no existe fundamento legal para ser reconocidos como una bancada. Por su parte, Ricardo Monreal Ávila, también de Morena, ve con simpatía este nuevo grupo, aunque auguró que deben cumplir con el reglamento interno de la cámara si desean conseguir el reconocimiento.
¿Qué significa este nuevo bloque?
Una posible lectura que podemos dar a esta variopinta alianza de legisladores es que, dentro de la oposición de derecha, como en algunos sectores afines a la 4T, hay un intento de reacomodo para postularse, en este caso, como una “propuesta plural” y, seguramente, con intenciones electorales -aunque no están claras hoy- hacia el 2024.
En relación con lo anterior, Germán Martínez dijo que “Estos cinco abrimos la mano, la tendemos la mano, a Palacio Nacional, le tendemos la mano para igualar este país, para erradicar la corrupción. Estamos comprometidos en hacer política de la buena”
Esta declaración sólo puede ser entendida como una medida de propaganda y oportunista, con el fin de mejorar su imagen y presentarse como legisladores “constructivos” frente a las y los mexicanos. Al mismo tiempo los senadores que oficialmente pertenecen al Partido del Trabajo (PT) demuestran no tener el mínimo principio, pues están abiertos hacer alianzas con la derecha o con la 4T a cambio de una cuota de poder.
Los choques al interior de los partidos del régimen
Esto se da además en el marco de distintas confrontaciones al interior del oficialismo y la oposición. No olvidemos que el académico John Ackerman mantiene una guerra declarada con la dirigencia nacional de Morena encabezada por Mario Delgado, y la crítica más reciente versa sobre el aplazamiento del congreso de su partido hasta 2022. En una línea similar, Gibran Ramírez, ex aspirante a la dirigencia nacional, declaró que “Morena es el partido más autoritario de México”. Las disputas referidas en el Morena no tienen como objetivo promover una vida democrática en el país o garantizar derechos a la población, etc. Sino que se enmarcan en el forcejeo por la candidatura presidencial del 2024.
No debemos olvidar que Morena heredó la estructura de tribus que prevalecía en el Partido de la Revolución Democrática (PRD), lo que significa que cada corriente busca su propio beneficio a costa de lo que sea y de quien sea. Por su parte, López Obrador no se siente incómodo con esta situación, pues al elevarse como árbitro y juez de su propio partido, es el que tiene la palabra final en relación con los nombramientos más importantes. Más bien es un juego para ver qué actor es el que acumula mayor apoyo y garantiza la continuidad al proyecto de la 4T.
En el caso de la derecha, la situación es otra. El PAN se vio duramente golpeado luego de la desastrosa consecuencia por la invitación al partido de ultra derecha español, VOX, pues quedó evidenciado su verdadero ser: un agrupamiento reaccionario y antiderechos. Lo que no fue bien visto por buena parte de la población.
Precisamente, este intento de “nueva” bancada de “oposición constructiva y plural”, trata de desmarcarse de la deteriorada imagen de la oposición y presentarse como una alternativa viable, no sólo para la población, sino para los grandes empresarios.
Sin embargo, cada uno de estos senadores tienen mucha cola que les pisen. Todos, en su momento, votaron las reformas antipopulares y antiobreras que ponía sobre la mesa los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. Y lo único que tienen que ofrecer ahora, es más miseria y represión, claro está, legislando para sus verdaderos patrones, la clase empresarial.
Esta situación, también pone sobre la mesa la urgencia de formar un partido socialista y revolucionario de la clase trabajadora que se apueste a pelear hasta el final por los derechos de quienes realmente mueven al país dia con día, y que a la par de desenmascarar las mentiras de la casta política y los poderosos, luche por poner un alto a las reformas que vienen golpeando los bolsillos de las y los laborantes, así como garantizar todas las demás demandas de la población, como el derecho a decidir de las mujeres y todos los cuerpos gestantes, la protección a la naturaleza y nuestros recursos, los derechos de la comunidad sexodiversa, salud digna para todos y contra la precarización laboral. |