Parece que la huelga de los trabajadores de Tubacex puede estar llegando a su fin. A pesar de las artimañas de la empresa y de la represión policial a los obreros, la plantilla no afloja el pulso. En el acuerdo entre Tubacex y el comité de empresa la empresa ha tenido que renunciar a los despidos forzosos y reconocer que las causas de los EREs “no estaban justificadas”.
Esta empresa, especializada en la fabricación de tubos sin soldadura, aprovechando la situación de la pandemia anunció en julio de 2020 el despido de 500 trabajadores, los cuales suponían la mayoría de los empleados de las plantillas de Amurrio y Llodio, en Álava. Esta decisión suponía el despido del 20% de sus empleados (en total la empresa tienen 2.500 trabajadores; un millar en el Estado español y, de ellos, unos 800 en las citadas plantas). Profundizando su ataque a los trabajadores, en febrero, la compañía puso en marcha un ERE con más de un centenar de despidos y un ERTE para 650 personas.
El pasado 11 de febrero los trabajadores decidieron convocar una huelga, acompañada de numerosas protestas en contra de los despidos a lo largo de todo Euskadi. El pasado mes de julio este conflicto laboral dio un nuevo giro cuando Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV), ante la presión ejercida por la lucha de los trabajadores, se vio empujado a declarar nulos los EREs presentados por la dirección en las dos plantas alavesas.
Tras 236 días de huelga, sin ingresos, dias de resistencia a los ataques de la Ertzaintza, los trabajadores han conseguido imponer "garantía de empleo e inversiones hasta el 2024”, además de mejoras en las indemnizaciones a los trabajadores que opten en adelante por bajas voluntarias, mejoras en las condiciones de las excedencias, y también se mantienen las retribuciones fijadas para este año. La empresa, sin embargo, hace algunos “ajustes en el tiempo” de trabajo, aumentando la jornada laboral en 40 horas de trabajo anuales y reduciendo las aportaciones a la EPSV (un complemento a la pensión de jubilación) se rebajarán del 4% al 1%.
Tras la propuesta de acuerdo el comité indicó que durante estos días todas las secciones sindicales (sindicatos ELA, CCOO y LAB) trasladaran la propuesta a sus afiliaciones "para su posible ratificación" rechazando que sea una asamblea general de trabajadores la que ratifique o no el acuerdo. Finalmente, el acuerdo ha sido aceptado. El acuerdo se cierra sin despidos, ni siquiera las denominadas “salidas voluntarias” de 22 trabajadores. Un gran triunfo. Sin embargo, la actitud del Comité de empresa de no someter el acuerdo a la aprobación del conjunto de los trabajadores afectados enturbia el éxito definitivo del conflicto laboral, ya que no es razonable que si los trabajadores han sufrido los perjuicios de ese largo conflicto no sean los que decidan la forma de terminarlo a través de una asamblea general.
A pesar de los numerosos obstáculos puestos a los trabajadores, y de los constantes ataques y provocaciones del Gobierno Vasco, el Gobierno ha intentado salir al paso declarando que el acuerdo es una buena noticia. Así ha afirmado la viceconsejera vasca de Trabajo y Seguridad Social, Elena Pérez Barredo, que se mostró “satisfecha” con la negociación ya que el acuerdo “garantiza el mantenimiento del empleo y de las condiciones pactadas hasta la fecha”. “Una vía de solución que creemos que era muy esperada por ambas partes (…) esa ha sido nuestra labor: favorecer el espacio de las soluciones pactadas, y hacerlo cuando se nos pide”. Algo que no es cierto, ya que ha sido el propio Gobierno el que ha estado enviando en repetidas ocasiones a la Ertzaintza a reprimir a los trabajadores, con un saldo de varios huelguistas detenidos y heridos.
Los trabajadores de Tubacex lo tienen claro: la única forma de parar los ataques de los empresarios y de sus gobiernos es organizarse y enfrentarlos. La lucha de los trabajadores contra la empresa se demuestra, una vez más, como el único camino para echar por tierra los ataques de los capitalistas que viven a costa de nuestro trabajo. Para ello hay que luchar también contra la pasivización que imponen las direcciones de los sindicatos. Ante los ataques de la patronal solo la lucha y la autoorganización de los y las trabajadoras en defensa de los puestos de trabajo permitirá mantener abierta cualquier empresa cuyos propietarios y gestores pretendan cerrar. |