Este domingo y con 33 años, Samuel García, hijo de Samuel Orlando García Mascorro (señalado por vínculos con el Cártel del Golfo), tomó posesión como gobernador de uno de los estados más importantes del país y de la región norte de México: Nuevo León.
Tras una infancia de riqueza y lo que él llama “sacrificios” por tener que madruga a jugar al golf los sábados, y una carrera política financiada con las arcadas de los empresarios familiares y envuelta en escándalos por presuntos delitos electorales, el triunfo de García significa una nueva posición para Movimiento Ciudadano (MC), su partido y para la oposición conservadora hacia la carrera presidencial del 2024.
De ahí, quizá, la importante delegación de funcionarios que asistieron a su toma de posesión, entre ellos Tatiana Clouthier, secretaria de economía, y Olga Sánchez Cordero, ex secretaria de gobernación, a través de quienes envió saludos al presidente, además de los gobernadores de Sinaloa, Baja California, Jalisco, Coahuila, Tamaulipas, Oaxaca, Hidalgo y hasta Yucatán, diputados locales y federales y dos ex gobernadores de la entidad, además del dirigente nacional de MC, Clemente Castañeda.
Famoso por los comentarios machistas y controladores expresados a su esposa, la influencer Mariana Rodríguez, el puesto de gobernador es, sin duda, el que más expondrá a García en toda su carrera. Y es que ni su gabinete paritario, con 10 mujeres y 8 hombres podrá salvarlo de tan retrógrada y machista mentalidad, misma que seguro nos deleitará con nuevas terribles frases para alimentar la indignación en redes sociales. Y aunque quiera mostrarse como una “cara nueva” que nada tiene que ver con la política, su cuna, apellido y crianza distan mucho de las masas laboriosas que están hartas de la “clase política”.
A pesar de esto, prometió responder a las necesidades de la ciudadanía que le otorgó el triunfo, buscando garantizar el acceso al agua potable y una mejora en los niveles de contaminación del aire. Habrá que ver cómo lidia este “junior” con las aspiraciones de las masas y con los intereses del gran empresariado regio a quien representa, en un contexto de mucha polarización social, la violencia desatada por el crimen organizado, una pandemia que no se acaba y nuevos fenómenos de descontento entre los trabajadores estatales, de la salud, docentes y un pujante movimiento de mujeres.
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