De esos temas hablamos en la columna sobre noticias internacionales del programa de radio El Círculo Rojo, que se emite todos los jueves de 22 a 24 hs por Radio Con Vos.
Esta columna se podría haber llamado fachos everywhere (en todas partes).
El fin de semana pasado la agrupación de extremaderecha española, Vox, hizo un acto en Madrid que también sirvió para mostrar los lazos con otras agrupaciones de ideas similares a nivel internacional
En el acto se pasaron saludos de un conocido nuestro, Javier Milei, el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, uno de los hijos de Bolsonaro, la ex candidata a presidente de Perú, Keiko Fujimori, y otros representantes de grupos más o menos conocidos.
Hubo mucho, obviamente, de: "por la libertad", "contra el comunismo", conspiración de intereses internacionales contra la nación y los valores tradicionales bien cristianos.
El acto tuvo una importante repercusión mediática en varios países y volvió a alentar a los que ven un "crecimiento de la extrema derecha", en especial por inesperadas performance electorales, como Milei en la Ciudad de Buenos Aires.
Lo llamativo es que, todas esas figuras de la extrema derecha no son pesos pesados, si tenemos en cuenta que hasta hace poco el principal referente era el derrotado Donald Trump, o Jair Bolsonaro, que no está viviendo su mejor momento. Estamos lejos de cuando Steve Bannon, el profeta del “derechistas del mundo uníos”, decía en 2018 que Bolsonaro representaba “el camino del capitalismo esclarecido” en América Latina.
¿De dónde surge este reagrupamiento internacional?
Si buscamos aparecen ONGs como la Atlas Network, creada a principios de los ‘80 con el financiamiento del departamento de Estado norteamericano, a la que hoy también aportan los hermanos Koch (Charles y el difunto David, que figuraban entre las personas más ricas del mundo), cuenta con 465 “think tanks” asociados desperdigados por 95 países, incluida Argentina; entre ellos se encuentran la Fundación Libre que preside Agustín Laje.
Lo que tenemos es una serie de fuerzas políticas, con objetivos diferentes en cada país, unidas por una serie de ideas fuerza: el mercado libre es un imperativo moral y práctico; el Estado de bienestar es un robo organizado; la ética igualitaria es moralmente condenable por ser destructiva de la propiedad y los valores judeocristianos son esenciales para un orden libre y civilizado.
Algo que conversamos hace unos programas con Fernando Lizárraga a propósito de su libro ¿De dónde salen las ideas de los libertarios” y que resumía como “la libertad tiene que ver con el concepto de autopropiedad. De ahí se deriva la idea de libertad de que nadie se puede meter conmigo, un individualismo extremo”.
Estás fuerzas, conservadoras al extremo, aparecen como disruptivas y buscan atraer a sectores cansados de años de políticas que degradan sus condiciones de vida y de partidos que se alternaron como administradores de esas políticas.
Entonces, es interesante una pregunta que hace Pablo Stefanoni en su libro ¿La rebeldía se volvió de derecha?. “¿Por qué la derecha puede ser audaz y nosotros no?”.
La pregunta interpela porque ante el avance de la extrema derecha, se nos propone responder con mayor moderación, de lo que se trata es de recuperar la audacia de cuestionar todo desde la izquierda |