Este jueves por la mañana, convirtiéndose en vocero directo de las grandes patronales alimenticias, Horacio Rodríguez Larreta salió a hablar del peligro del “desabastecimiento”.
El titular del Ejecutivo porteño afirmó que “en la Argentina se ha demostrado una y mil veces que los controles de precios por parte del Estado, de forma compulsiva y obligatoria, no han funcionado nunca”.
“Una cosa es que podamos generar un gran acuerdo general de precios, que hay que intentarlo siempre, pero esta cosa obligatoria de control de precios ya sabemos en qué termina: empiezan a desaparecer productos de las góndolas, hay desabastecimiento, se cambian las etiquetas para aparecer con otro producto...”, agregó el funcionario.
El discurso va a tono con las grandes patronales que vienen rechazando la medida del Gobierno. Primero fueron las empresas del sector alimenticio agrupadas en la COPAL y luego directamente emitió un comunicado la AEA (Asociación Empresaria Argentina) que nuclea al sector más fuerte del gran capital nacional.
De más está decir que la medida del Gobierno es realmente limitada. Sin tocar el poder concentrado de las grandes alimenticias y productoras de bienes esenciales. A lo largo de los casi dos años, el Frente de Todos amenazó en múltiples ocasiones a las grandes empresas del sector pero no impuso un freno a las constante subas de alimentos.
El congelamiento que definió ahora tampoco representa una solución. Las grandes patronales recurren a todo tipo de trampas y maniobras para modificar los precios de los alimentos, tanto en la producción como en las góndolas.
Un control efectivo solo puede llevarse a cabo por medio de comités de trabajadores y consumidores que, tanto en las fábricas como en los supermercados y barrios, garantice que no haya especulación, trampas y maniobras para seguir remarcando o desabastecer. La CGT y la CTA además deben romper la subordinación al Gobierno y pelear por un aumento de emergencia del 20 % de salarios, planes y jubilaciones.
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