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30 de noviembre de 2024 Twitter Faceboock

Injusticia estructural
Desde su embarazo, trabajadora del INAH ha vivido acoso laboral por una década
Iván Montero, Queremos Trabajo Digno

Rebeca Facio, trabajadora del INAH, a pesar de que ha pasado por un calvario desde 2012, tanto autoridades del Instituto como en las Juntas de Conciliación siguen acosándola para evitar cumplir con el laudo que ganó en 2016. Hay otros 70 casos en situaciones similares.

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El clavario de Rebeca Facio Martínez empezó en el año 2012, cuando trabajaba en la Dirección General del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), era la enlace del Instituto con presidencia, entraba 10:30 am y salía a las 11: 00 pm de lunes a viernes. Tenía una carga laboral extenuante.

El “problema” empezó por su embarazo, Rebeca nos relata que el ambiente laboral era terrible, “Entraba llorando y salía llorando, me hacían sentir miserable”, sus jefes estaban molestos porque si ella se iba de incapacidad, no había quien hiciera su trabajo. La secretaria particular del entonces director del INAH, Alfonso de María y Campos le hacía críticas en tono de burla por tal situación, así como otros de sus compañeros que la secundaban para quedar bien con la dirección.

Con esa presión encima, decidió no tomar la incapacidad por embarazo a la que tenía derecho por ser trabajadora de base. Sin embargo, se vio forzada a hacerlo porque desarrolló problemas de presión arterial, a la fecha no descarta que ese deterioro de su salud fue causado por el ambiente laboral que vivía, el cual derivó en el nacimiento prematuro de su hija.

Al regresar de su incapacidad, le piden que firme su despido, cosa que no hace y dado que el documento no tenía la firma de su jefe, Alfonso de María y Campos, pide hablar con él, pero éste no la recibe. El secretario administrativo, Miguel Ángel Echegaray, fue quien hizo el trabajo sucio, el despido estaba firmado por él.

Las Juntas de Conciliación y Arbitraje, si no das mordida tu expediente no avanza

Rebeca Facio decide demandar y ahora se comienza a enfrentar a la corrupción normalizada en el Tribunal de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, denuncia que en cada audiencia gastaba hasta mil pesos que distribuía entre diversos funcionarios solo para que le dieran seguimiento a su expediente, es decir, para que hicieran su trabajo.

Estas prácticas son habituales, pagar de a 200 pesos para “el refresco” del secretario, del actuario y demás funcionarios, van sumando un extra que la o el trabajador tienen que desembolsar para que su caso no se archive.

En 2016 gana el laudo de reinstalación con base, pero el expediente queda parado, tiene que volver a enfrentar la corrupción para su cumplimiento, hasta que por fin en 2018 llega al INAH. Al presentarse en las oficinas de la Dirección General la dejan esperando por horas, finalmente ninguna autoridad la recibe para que se cumpla el laudo que había ganado dos años atrás.

La única “atención” que recibió fue vía telefónica por parte de Alfonso Espinoza Sánchez, quien era administrador de la Dirección General y al mismo tiempo de la Secretaría Técnica, quien la agrede verbalmente de la siguiente manera:

“como es posible que te atreves a pararte en esta Dirección General, eres una persona baja, mentirosa, con qué cara te presentas en esta Dirección a mi cargo, lárgate a Recursos Humanos a ver dónde te Reinstalan”

Después del incidente, Rebeca nos comenta que regresó al tribunal para reportar a las autoridades, pues no acataron el laudo. Así mismo envió una carta a presidencia denunciando su situación.

Poco después el INAH la busca para pagarle medio laudo. Regresa a la Dirección General ubicada en la calle de Córdoba 45 en la Colonia Roma, pero no acaba en buenos términos, el acoso sigue escalando, esta vez recibe amenazas. Así que busca otra sede del INAH para trabajar.

Llega al Museo Nacional de las Intervenciones, esta vez en compañía del actuario del tribunal para que verifique el cumplimiento de la ley. En su nuevo centro de trabajo ya no vive acoso interno, pero sí por parte del área jurídica del INAH y del mismo tribunal, pues les molesta que siga quejándose ya que su reinstalación fue dolosa:

“No acatan la orden de un juez magistrado, no les importa, me tienen como eventual, no me pagan prestaciones, no me pagan vacaciones, cuando en mi laudo dice que soy de base. He metido quejas, pero es dinero por aquí y dinero por allá para que se muevan tus papeles.”

A una década de los acontecimientos, se encuentra cansada, enojada y frustrada. Otra vez mandó una carta a presidencia, pero asegura que “Tienen las puertas cerradas, contestan cualquier tontería para deslindarse”, también tiene quejas abiertas ante la Secretaría de la Función Pública, así como en la Auditoría Superior de la Federación, pero no hay solución.

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Si bien su caso ha tenido algún avance, se ha enterado que son alrededor de 70 laudos que el INAH no ha cumplido.

Como se puede apreciar, el Estado de Derecho es solo una ficción que nunca favorece los intereses de las y los trabajadores, la sustancia que lo anima no es su formalismo legal, como las corrientes liberales afirman e imponen discursivamente, sino un frío interés de clase. Es imposible reconquistar derechos laborales por el camino meramente legal, se tienen que emprender acciones colectivas, de carácter político, para que el Estado no evada su cumplimiento.

Desde la Campaña Queremos Trabajo Digno, junto a otras organizaciones, estamos convocando a las y los trabajadores estatales a una asamblea por plenos derechos laborales y contra los despidos, la cita será el 6 de noviembre a las 6 pm. Puedes mantenerte en contacto siguiendo las redes de la Campaña.

 
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