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La Izquierda Diario
30 de enero de 2025 Twitter Faceboock

Contrapunto
Ecología y Marxismo: ¿Y si el cambio climático genera revoluciones?
Diego Lotito | @diegolotito

Video de la charla realizada el 14 de octubre en la facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), en el marco de un nuevo ciclo de la Cátedra Libre Karl Marx en la UCM y la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) organizado por las agrupaciones Contracorriente y Pan y Rosas.

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El cambio climático se ha transformado en un problema de dimensión histórica. Si antes de la revolución industrial había 280 partes por millón (ppm) de CO2 en la atmósfera, actualmente nos acercamos a las 420 ppm. Este ha sido un proceso acumulativo vinculado directamente al desarrollo del capitalismo.

El sexto informe del Panel Intergubernamental sobre cambio climáico (IPCC), que se conoció en agosto, ha encendido una vez más todas las alarmas. A menos que se reduzcan drásticamente las emisiones de CO2 -junto con otros gases de efecto invernadero-, hasta llegar a un nivel neto cero en 2050, la meta de que la temperatura no aumente más 1,5°C (ni sobrepase los 2°C) en este siglo se superarán ampliamente. Sobrepasar ese umbral implica consecuencias graves para el desarrollo de la vida en el planeta. Recordemos que esa meta fue la pauta fundamental que estableció Acuerdo de la Cumbre de París de 2015, cuyo fracaso es el último de una larga sucesión de fiascos.

La farsa de las cumbres climáticas es quizá la máxima expresión del fracaso de la política del capitalismo verde, cuya política se ha a promover medidas de “mitigación” y “adaptación” que ni siquiera son capaces de cumplir. Desde la entrada en vigor del Protocolo de Kioto en 1997 se han lanzado a la atmósfera el 50% de las emisiones totales de CO2 que han tenido lugar desde el inicio de la era industrial (en 1750), y solo en los últimos siete años se ha emitido el 10%. Tras la Cumbre de París (2015) se registraron los mayores incrementos en las emisiones de CO2 de la historia del capitalismo.

La COP26, que tendrá lugar en Glasgow entre 1 al 12 de noviembre, no será una excepción. Por el contrario, se espera que su fracaso sea aún más estrepitoso. Especialmente en un marco de la crisis energética mundial y planes por parte de los 15 principales productores de combustibles fósiles del mundo de producir más del doble de petróleo, gas y carbón hasta 2030.

“Si el capitalismo destruye el planeta, destruyamos el capitalismo”, decía el lema de las pancartas qué muchos jóvenes levantaron en la pasada huelga del clima en varios países. Entonces, ¿qué hacemos? ¿cuál es la estrategia para no sucumbir ante la catástrofe a la que nos lleva el capitalismo?

En esta charla, tratamos de abordar esta cuestión en términos estratégicos en una polémica con las elaboraciones de Andreas Malm, escritor, periodista y activista sueco experto en cambio climático. Especialmente en relación con su artículo “Una estrategia revolucionaria para un planeta en llamas”, publicado originalmente en inglés en la revista Climate & Capitalism en marzo de 2018, y sus libros “Como hacer volar un oleoducto”, publicado en junio de 2020 y el más reciente, “El murciélago y el capital”, publicado en castellano en octubre del mismo año.

En una entrevista en Monthly Review el pasado 1 de abril de 2020, John Bellamy Foster afirma que “el sistema capitalista ha fallado. Ahora, la humanidad, en línea con la libertad como necesidad, tendrá que avanzar en la lucha para construir un mundo nuevo más sostenible y más igualitario, confiando en los medios materiales que están a la mano, lo que es nuevo y creativo que podemos aportar en un orden más colectivo. Pero esto no sucederá automáticamente.” Requerirá del famoso apotegma de Danton “audacia, más audacia, siempre audacia”, que Foster le atribuye a Samir Amin). “Necesitará una ruptura revolucionaria no solo con el capitalismo en sentido estricto, sino también con toda la estructura del imperialismo, que es el campo en el que opera la acumulación hoy. La sociedad tendrá que ser reconstituida sobre una base radicalmente nueva. La elección que tenemos ante nosotros es cruda: ruina o revolución.”

Foster no puede tener más razón en lo que dice. La clave entonces es determinar qué estrategia, qué táctica, qué programa y qué organización hace falta para aprovechar las rebeliones que puedan propiciar una ruptura revolucionaria con este sistema abriendo el paso a la planificación democrática y racional de la economía mundial, mediante como escribió León Trotsky, “la introducción de la razón en la esfera de las relaciones económicas”.

Esto solo puede ser posible si la planificación de la economía se encuentra en manos de la única clase que por su situación objetiva y sus intereses materiales tiene la capacidad de liderar al resto de los sectores oprimidos para evitar la catástrofe: la clase trabajadora. La clase obrera, en toda su heterogeneidad –que incluye a sus diferentes nacionalidades, pueblos originarios y la lucha de las mujeres contra la opresión patriarcal– cuenta con la fuerza social para llevar adelante una alianza obrera, popular y juvenil que terminar con doble alienación del trabajo y la naturaleza que impone el capitalismo y avanzar planificación realmente democrática y racional de la economía.

Ante la catástrofe ambiental que nos amenaza, la disyuntiva planteada por Rosa Luxemburg, “socialismo o barbarie”, adquiere una renovada significación. En nuestro siglo, las condiciones de la época imperialista que la Tercera Internacional definió como de “las crisis, las guerras y las revoluciones” se reactualizan, enfrentando a la clase obrera y los pueblos del mundo no sólo a la barbarie de la guerra y la miseria, sino también de la catástrofe ambiental y la potencial destrucción del planeta.

La crisis ambiental y sus consecuencias plantean uno de los grandes problemas estratégicos para la revolución del siglo XXI que merecen ser analizados en toda su amplitud y profundidad. Un proyecto socialista que enfrente la crisis ambiental a la que nos conduce el capitalismo, sólo pude serlo en tanto la clase trabajadora, aliada al conjunto de los sectores populares, se disponga a una lucha revolucionaria contra la resistencia de los capitalistas.

 
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