Ernesto Zippo
| Trabajador de Correo Argentino | MAC Rio Gallegos - Sta Cruz
En la madrugada del 25 de octubre, Dante Benítez falleció a los 92 años. Mientras azotaban fuertes ráfagas de vientos en Río Gallegos, su cuerpo cansado ya no pudo más y se fue físicamente. Era el hijo de Severo Benítez, uno de los principales delegados de la huelga de 1921. Pudo escaparse del cerco militar que buscaba fusilarlo y se refugió en Puerto Natales (Chile). Allí se dedicó a reivindicar la memoria de sus compañeros. Luego Dante reprodujo todo lo que le contaba su padre, hasta sus últimos días. Este es un homenaje a la memoria, no es una despedida.
A pesar de su avanzada edad, poseía una mente intacta. Recordaba cada palabra que su padre Severo supo contarle sobre sus compañeros peones del campo. También fue testigo de los fraternales encuentros que mantenía Severo con Antonio Soto (El Gallego), cada vez que Dante, sus hermanos y los hijos e hijas de los obreros del Frigorífico Bories solían ir al cine. El Gallego Soto tenía como concesión del Cine Libertad en Puerto Natales.
Los sobrevivientes de una de las masacres más cruentas que sufrió la clase obrera argentina y chilena, seguían reuniéndose en Puerto Natales, para mantener viva la memoria de sus compañeros asesinados por las balas del ejército argentino, por la Sociedad Rural de Río Gallegos, por la Liga Patriótica de Santa Cruz y por el gobierno del radical Hipólito Yrigoyen. Décadas después y en los años sesentas, Osvaldo Bayer realizaría una minuciosa investigación que, llevaría a la publicación de los cuatro tomos de Los Vengadores de la Patagonia Trágica y en 1974 se estrenaría, la película La Patagonia Rebelde.
Dante nació, el 22 de octubre de 1929, ocho años después de la huelga y era uno de los hijos más pequeños de Severo. También fue el hijo que más pudo comprender el exilio de su padre. Supo decirme que su padre nunca quiso volver a Argentina, porque temía ser fusilado a pesar de las décadas que sucedieron luego de la masacre de sus compañeros. Tan solo volvió a su país simplemente a fallecer en 1982, ya cuando la dictadura argentina estaba en su debacle. Llegó y falleció a los pocos meses, casi como su último cumplido.
Severo Benítez
A partir de allí, Dante se dedicó a difundir cada anécdota, cada historia y todo lo que sufrió Severo.
Yo lo conocí en la primera charla que junto a la Comisión por la Memoria de las Huelgas de 1920-1921 de Río Gallegos dimos en junio del 2019. Allí llegó Dante en su silla de ruedas acompañado por sus hijos. Habló con voz firme sobre la importancia de mantener viva la memoria de Severo y sus compañeros.
Semanas después fui a entrevistarlo para La Izquierda Diario, a su humilde casa. Me esperaba durante un frío invierno de julio, mientras trabajaba en su pequeño tallercito de zapatería. Había que hablarle fuerte, porque ya no escuchaba bien, pero en cuanto comprendía las preguntas, respondía con historias incontenibles y entonces había que disfrutar y admirar sus recuerdos. Estuve varias horas charlando con él más de una vez. Mi reparto de cartero justo era donde vivía y aunque sólo pasaba a saludarlo él me decía “el periodista visitante”.
Su intención era que no desaparezcan las historias, las penurias y las causas por las que luchó su padre y sus compañeros. Pero además agregaba que aún en la derrota, siguieron organizando a otros jóvenes obreros en la ciudad de su exilio. “Era un hombre muy preparado”, decía Dante.
El 22 de octubre del 2019, fuimos invitados a ir a su cumpleaños, donde festejaban sus 90 años. Fuimos junto a Sandro Díaz y Silvia Saldivia, de la Comisión por la Memoria de las Huelgas. Allí festejaron con su familia numerosa, en un club barrial del humilde Barrio Belgrano. Hubo baile, banquetes y muchos agradecimientos. Dante estaba muy contento y tampoco se olvido de su padre.
Cuando desde el Instituto del Pensamiento Socialista publicamos El Paso del Diablo (la novela inspirada en la Patagonia Rebelde), del escritor chileno Pavel Oyarzún Díaz, le regalé un ejemplar en homenaje a su padre y a él. Dante se emocionó mucho y sostenía fuerte en sus manos curtidas. Estaba agradecido y lo hizo saber en un breve video.
El domingo 24 de octubre a la noche, me llamó una de sus hijas, para decirme que su situación ya era irreversible y no había posibilidad de que se recupere. Eran horas las que quedaban para el desenlace. Sus hijas e hijos me invitaron a despedirlo y fui al Hospital a verlo. Allí estaba Dante ya cansado y quizás inconciente. Tan sólo pude tocarle la frente y decirle que agradecía mucho que me cuente sus anécdotas, que pueda conocer de manera cercana a su padre, al Gallego Soto y a su maravillosa memoria que mantuvo vivo a su padre huelguista. También le dije que; vamos a seguir reivindicando a Severo Benítez, a su lucha, la de los 1500 peones huelguistas fusilados, la memoria de los sobrevivientes y a él mismo.
A cien años de la huelga, los peones del campo siguen padeciendo casi las mismas penurias que los huelguistas de 1921. También sufren las y los trabajadores de la administración pública, trabajadores mineros, petroleros y precarizados y precarizadas. Sucede en Santa Cruz, en toda la Patagonia y también en Magallanes (Chile).
Esta no es una despedida, es la celebración de la memoria de quienes siguen levantando las banderas de aquellos huelguistas de la Patagonia Rebelde. De aquellos que se atrevieron a patear todo lo establecido por esa asquerosa burguesía terrateniente y sus gobiernos. Es una celebración por personas humildes como Dante, que a pesar del anonimato, se dedicaron a seguir difundiendo la otra historia de los que fueron derrotados a balazos.
Celebro haber conocido a Dante, disfrutar su presencia y las cálidas charlas de invierno. No es un despedida, es decirte gracias Dante. Hasta siempre y viva Severo Bénitez y sus compañeros huelguistas de la Patagonia Rebelde!!!
