En el artículo que acompaña la tapa de "Emma" se plantea que el argentino Jorge Bergoglio, papa desde 2013, “es el jefe de un sistema de apartheid en el que las mujeres son personas de segunda clase”.
La revista critica que al frente de la Iglesia Católica sigue permitiendo que las mujeres en los edificios de la institución vaticana continúan siendo “siervas de patrones píos” y que sean las únicas que “limpien los pisos de las iglesias”.
En esta institución oscurantista recién en febrero de este año permitió que solo una mujer pueda tener voto en los sínodos de congregaciones religiosas que reúne a los obispos.
Además de criticar su oposición a la libre interrupción del embarazo. El artículo de la revista plantea que el papa “es el principal responsable de los abortos ilegales. Eso comienza con su demonización de la anticoncepción”.
Si bien la publicación nombra aspectos que considera favorables, como que "no usa zapatos de cuero rojo ni estolas bordadas en oro, sino que usa sandalias y sotana sencilla", en realidad son gestos que el "papa jesuita" decidió llevar adelante frente al enorme desprestigio que hace años viene arrastrando la Iglesia católica por la acumulación de su riqueza, los casos de corrupción en el Banco del Vaticano, en fin la obscena riqueza que ostenta el Estado Vaticano.
En lo que no ahonda "Emma" es la pedofilia sistémica de muchos sacerdotes, cardenales, etc., que todos los jefes de la Iglesia ocultaron y que el mismo Bergoglio, a pesar de su pedido de perdón a las familias de las niñas y niños afectados, continúa manteniendo en la impunidad. Es una práctica común en esa Institución que cuando se hace público un caso de pedofilia protagonizado por sacerdotes de iglesias que hay al rededor del mundo, las mismas autoridades eclesiásticas trasladas a otra ciudad o país a los curas implicados.
El artículo termina afirmando que “debido a tu culpa, tu culpa, tu gran culpa, hemos llegado a creer que casi nadie en el mundo cristiano es tan responsable de la miseria de las mujeres y los niños como tú. Por eso se merece sobradamente el título de “el hombre vivo más sexista” | 
