A 11 años de la muerte de Néstor Kirchner, el Frente de Todos realizó un acto en la cancha de Deportivo Morón donde Alberto Fernández fue el único orador. Con una importante convocatoria, en el escenario se pudo ver la presencia de las distintas alas de la coalición de gobierno. Con Manzur, Máximo Kirchner y Kicillof, el presidente prometió "firmeza" para negociar el ajuste que reclama el FMI, pero ratificó que pagarán la deuda fraudulenta.
El acto, realizado en el estadio del Club Deportivo Morón, fue encabezado por el presidente Alberto Fernández. Junto a él estuvieron Axel Kicillof, Máximo Kirchner, Juan Manzur y otros dirigentes, militantes y funcionarios del peronismo, buscando una foto que deje atrás la crisis interna que desató la dura derrota en las PASO.
Mientras Alberto hablaba, en la pantalla gigante que se encontraba detrás suyo se podía leer el lema “primero se crece, después se paga”, una frase de Néstor Kirchner en los meses previos al pago de la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en 2005.
El uso de la frase apunta al principal problema que tiene el gobierno en la actualidad. El pago de la deuda externa es un yunque que hunde a millones en la miseria y en la pobreza, y el Gobierno sabe que se mueve con poco margen: de un lado tiene un enorme descontento popular y una situación social cada vez más dramática. Del otro, las exigencias del FMI y los sectores económicos más concentrados.
Alberto Fernández empezó el acto afirmando que "la argentina que Néstor recibió es muy parecida a la argentina que nosotros recibimos", e intentó mostrar la unidad del oficialismo -con todas sus alas incluidas- ante la renegociación de la deuda.
En su discurso buscó dejar claro que se mantendrá firme en las negociaciones por venir: “Si todavía no cerramos un acuerdo es porque no nos vamos a arrodillar, por eso vamos a negociar, porque no queremos que arriesguen su futuro para pagar la deuda". Y agregó: "Voy a confrontar todo lo que sea necesario y voy a cerrar el acuerdo con el Fondo el día que sepa que eso no condiciona el futuro de la Argentina".
Pero los hechos contradicen la épica que le quiso poner a su discurso: el Frente de Todos ya pagó más de 10.000 millones de dólares en préstamos internacionales en tan solo dos años de gobierno. De ese número, más de 4.200 millones de dólares fueron destinados al FMI.
Mientras hace dos semanas el mismo presidente se reunía con grandes empresarios en Casa Rosada y les anunciaba que el acuerdo estaba encaminado, ahora el contexto parece ser otro y el Gobierno busca sacar rédito político, de cara a una batalla electoral a la que llega muy debilitado. Por ese motivo, en el acto se escucharon frases como que el acuerdo "no va a ser firmado a cualquier precio", o que no van a aceptar "que postergue más a los argentinos" y aseguró: "No nos vamos a arrodillar frente al FMI".
Además, aprovechó el escenario para referirse a los roces que viene teniendo con las grandes empresas alimenticias, a las que calificó como "un grupo de pícaros" que "quieren aprovechar el momento para sacar ganancias" a costa de los argentinos. Y afirmó: "No dudamos contra los que especulan con el hambre de los argentinos".
Pero una vez más la realidad se encarga de desmentir la épica de los discursos, en un país donde más del 40% de la población es pobre, la inflación devora los salarios y la desocupación y el trabajo precario se convierten en verdaderos dramas para millones de personas. A su vez, los constantes amagues contra los poderosos que se diluyeron en la nada -con el caso de Vicentín cómo máximo exponente- muestran la real disposición del Gobierno para enfrentar a los "pícaros" que dice querer combatir.
Deuda: ¿Negociación "dura" o desconocimiento soberano?
Si algo es seguro es que reconocer la deuda fraudulenta que el macrismo tomó con el Fondo Monetario lo único que garantiza es un mayor ajuste, por más pose "confrontativa" que se quiera construir.
Por solo poner un ejemplo: con el dinero que al día de hoy ya lleva pagado el gobierno al FMI (4.216 millones de USD) se podrían haber construido 117 mil viviendas, atendiendo a la enorme crisis habitacional que existe en el país.
Continuar agachando la cabeza con una política que garantice cumplir con los pagos de deuda solo agrava esta realidad. Por eso es más necesario que nunca pelear por una política soberana que parta del desconocimiento de esa gran estafa que es la deuda, y ordenar las prioridades en función de atender las necesidades de los sectores más golpeados por la crisis.