El último domingo llamó a licitación para la construcción de 1.344 viviendas en los territorios ocupados. Es la primera etapa de un plan que abarca un total de 3.144 unidades. Como contrapartida a este nuevo acto colonial proyecta también un millar de viviendas para palestinos, pero solo en la Zona C, bajo completo dominio israelí. El secretario de Estado estadounidense no pudo parar este anuncio.
El plan fue anunciado este miércoles por la Administración Civil de Israel en los territorios ocupados de Cisjordania. Se trata de la construcción de unidades de vivienda en los asentamientos de Ariel (729 viviendas),Beit El (324), Elkana (102) y las restantes en Geva Binyamin, Immanuel, Karnei Shomron y Betar Illit.
Ese mismo domingo el ministro de Construcción y Vivienda del Gobierno del ultra derechista Naftali Bennet, Zeev Elkin, declaró ante la prensa: "doy la bienvenida a la promoción de más de 1.000 unidades de vivienda. Continuaré fortaleciendo el asentamiento judío en Judea y Samaria (N.R.: nombre que le dan en Israel a Cisjordania)".
El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, antes del anuncio se comunicó con Benjamín Gantz, ministro de Defensa Israelí, para indicarle que de avanzar con esas construcciones obligaría al Gobierno de Joe Biden a "dar una dura respuesta".
Es que Estados Unidos, socio mayor del Estado Nacional Judío de Israel, luego de la derrota que significó Afganistán, la disputa estratégica que sostiene con China -con su escenario privilegiado en Asia Pacífico- no quiere ni pensar en un levantamiento generalizado del pueblo palestino resistiendo el avance de la Policía y el ejército sionista, como pasó en mayo pasado, que incluso provocó una jornada histórica de huelga general de los palestinos como respuesta a los ataques.
La respuesta de Gantz fue que están "tratando de ser equilibrados" porque también planean construir poco más de 1.000 viviendas para palestinos, solo en el área controlada civil y militarmente por Israel (Área C). Este solo anuncio, de todos modos, provocó el rechazo de los colonos judios. Lo que de avanzar en ese sentido también puede provocar una nueva crisis, por derecha al Gobierno de Bennet.
Según informa el diario israelí Haaretz, entre 2016 y 2018, el Estado de Israel (vía la Administración Civil de la región ocupada) aprobó 21 solicitudes palestinas de permisos de construcción en el Área C, sobre un total de 1.485 presentadas. Pero durante ese período, emitió 2.147 órdenes de demolición contra viviendas palestinas. Mientras que en el bienio 2019-2020 fueron 159 las casas de palestinos demolidas por esa administración.
Valle de Jordán
Esta llanura agrícola con importantes acuíferos, tiene una parte de sus 105 km -la ribera central y meridional- dentro del Área C. Tiene importancia estratégica para Israel, tanto por los acuíferos que contiene, como militarmente ya que al encontrarse entre dos macizos desérticos le permite controlar los poblados y ciudades palestinas de esa zona. Actualmente allí hay viviendo 6.400 colonos.
El ministerio de Vivienda también planea construir ahí 1.500 unidades de viviendas para el 2026. Si bien el plan de anexión que había presentado Donald Trump junto con el anterior primer ministro israelí Benjamín Netanyahu a principios del 2020 y que incluía la totalidad de este Valle, quedó suspendido luego de la derrota electoral del republicano y también la del ex primer ministro, ahora el Gobierno de Bennett con estos planes de construcción planea avanzar con hechos consumados, en ese sentido.
Mientras esto pasa con los asentamientos de colonos, diariamente el ejército israelí reprime constantemente a palestinas y palestinos en las ciudades de las Áreas A y B, incluso asesinando diariamente sobre todo a jóvenes que salen a las calles a enfrentarlo y llevando presos incluso a menores. Un constante e insoportable asedio sobre el territorio de Cisjordania. Otro tanto sucede en Jerusalén Este, donde en varios barrios palestinos se expulsa a su población, con el objetivo de judaizar esas zonas. Sheik Jarreh es el más conocido, pero no el único.
En Gaza, después de los bestiales bombardeos del mayo, Israel continuó arrojando bombas aunque en forma esporádica, sobre la Franja. Abre y cierra a su antojo el paso fronterizo para dejar pasear -a discreción- materiales para la reconstrucción de edificios, hospitales que quedaron derruidos por sus propia bombas. Incluso extorsiona a la población gazetí con permitir o no el envío de medicamentos indispensables, con el objetivo de aislar políticamente a Hamas.
Todo esto con el silencio cómplice de los Estados árabes, sobre todo los que firmaron con Israel los Acuerdos de Abraham: Egipto, Jordania y más recientemente Emiratos Árabes y Barheim) y una impotente y acuerdista Autoridad Palestina.
Los países imperialistas europeos miran para otro lado ante esta realidad, a lo sumo los jefes de Estado como el francés Macron realizan alguna que otra declaración "humanitaria" al igual que organismos internacionales como la ONU.
Estados Unidos, ahora con los demócratas en el control del Estado imperialista continúa financiando militarmente a este enclave sionista del Medio Oriente. Como la última votación en el Congreso donde se votó otra ayuda financiera, con una abstención vergonzosa de la diputada del ala izquierda del Partido Demócrata Ocasio Cortéz.
El pueblo palestino, para luchar por su liberación solo puede contar con sus propias fuerzas y las movilizaciones, en primer lugar de los demás pueblos árabes (ya se pudieron ver marchas solidarias cuando fueron los ataques sionistas de mayo) que de conjunto contienen una importante clase trabajadora que con sus propios métodos podría hacer retroceder, en principio, esa reaccionaria alianza entre Estados árabes e Israel e impedir que más países se sumen a esos acuerdos.
Además de contar con la necesaria solidaridad de las movilizaciones de las mayorías populares en los países centrales.
Esta gran fuerza internacional movilizada por los derechos del pueblo palestino y por su autodeterminación, podría ganarse a un sector importante de la juventud israelí que también marchó en varias ciudades para que se detengan los ataques.
Los socialistas revolucionarios impulsamos con todas nuestras fuerzas -allí donde estamos- estas movilizaciones, con la perspectiva de conquistar una palestina obrera y socialista, única forma realista de poder establecer una convivencia pacífica entre judíos y árabes -musulmanes, cristianos o ateos-, con plenos derechos para todos, enmarcada en una federación obrera del Medio Oriente.