A poco de realizarse las generales de noviembre, ¿cómo evalúas el proceso electoral en curso?
Es un proceso complejo de analizar porque cualquier mirada debería tener en cuenta que se dio bajo la singularidad de una pandemia. Y, a su vez, se complejiza más porque la elección llega justo cuando la pandemia deja de ser un tema central de debate. La campaña en sí me pareció por momentos muy desconectada de la calle y del humor de los argentinos que justamente venimos de atravesar estos años difíciles y cargamos con una crisis económica muy extendida, con un nivel de pobreza que superó el 40%. Hay una ciudadanía agotada, tal vez apática, a la que le ofrecieron consignas muy vaciadas de sentido y pocas propuestas. Sobre todo en el primer tramo de la campaña hasta las PASO, que se basó más que nada en acusaciones cruzadas sobre qué fuerza política gestionó peor y hubo esfuerzos exagerados, hasta ridículos, de algunos candidatos para intentar captar un “voto joven” que les sigue siendo esquivo. Hubo una desconexión y una falta de interpretación de la magnitud de la crisis. La foto de Alberto Fernández en su festejo en Olivos y el cumple de Elisa Carrió rodeada de mariachis terminaron de habilitar la idea de una distancia con “la gente”, que creo que golpeó más fuerte al oficialismo pero que igual golpeó a buena parte de la dirigencia. Se la dejaron servida al concepto de “casta” que intenta aprovechar la extrema derecha de Javier Milei.
¿Qué está en juego para el Frente de Todos?
El Frente de Todos parece haber superado, al menos por ahora, la crisis más dura que atravesó como coalición, que se desató con la carta de Cristina Kirchner unos días después de las PASO. Hubo momentos de mucha incertidumbre, donde realmente se especuló con la posibilidad de un quiebre en esa alianza. Alberto Fernández cedió y se apuró a definir los cambios de gabinete, que sirvieron para calmar las aguas. El recambio de fichas no entusiasmó, pero tranquilizó al kirchnerismo y colaboró en la idea del inicio de una etapa de mayor gobernabilidad, con el aporte del famoso “volumen político”. Creo que esa expectativa inicial, que igualmente fue bastante moderada, se fue desinflando con el correr de los días. Ninguna encuesta muestra un cambio rotundo en los resultados y ahora la sensación es nuevamente de una “tensa calma” a la espera de lo que suceda el 14 de noviembre.
¿Cómo ves al peronismo?
Si bien el temblor pasó y hubo ensayos de unidad -como la foto en Morón por el aniversario de la muerte de Néstor Kirchner, donde estuvieron representados todos los sectores- lo cierto es que el resultado electoral condicionará el futuro. Si se sostiene e incluso profundiza la derrota, el acuerdo de paz tendrá fecha de vencimiento. De ser así, al oficialismo le esperarán dos años complicados, donde ya no tendría quórum en el Senado, podría perder la presidencia de la Cámara de Diputados (aunque esa jugada de la oposición parece desinflarse) y, sobre todo, Alberto quedaría debilitado para encarar cualquier reforma importante en lo que queda de su presidencia. Más allá de esta elección, el Frente de Todos tiene un problema de fondo de cara al futuro, que es la necesidad de redefinir su contrato y su esencia. Falta ver qué línea se impondrá hacia 2023. La distancia entre el Presidente y su vice genera señales ambiguas, confusas, que hoy muestran una salida borrosa.
¿Y a la oposición de Juntos por el Cambio?
En espejo, Juntos por el Cambio fracasó en el poder -se mire el índice que se mire- pero se recompuso rápido ante las dificultades del oficialismo. Además, aprendió bien de su adversario y supo leer el valor que tuvo la unidad para el Frente de Todos en 2019. Ahora entendieron que las diferencias internas deben mantenerse al margen, al menos en este proceso electoral. Hay un pacto implícito de que las discusiones se retomarán después de noviembre, porque lo que les importa ahora es consolidar el triunfo. Un punto a destacar es que esa unidad que ahora transitan es posible a costa de que los “moderados” de la coalición van endureciendo su discurso y terminan conducidos por el ala dura para poder retener sus votos. Con sus diferencias de modo y de tono, Horacio Rodríguez Larreta al final del día cede y termina operando igual que Patricia Bullrich. Y ojo, yo no digo que sean lo mismo, creo que hay una distancia importante entre ambos aunque pertenezcan al mismo espacio político. El punto es que esa distancia, en este momento y por distintos motivos, se acorta mucho. Entonces se da este proceso de “radicalización” de los discursos de los candidatos que mostraban mayor intención de diálogo con el peronismo y que ahora son funcionales a los “halcones”.
Sectores empresariales y cada vez más candidatos intentan instalar la idea de avanzar en una reforma laboral que consideran pendiente para un nuevo ciclo de inversiones, generación de empleo y crecimiento. ¿Cómo evalúas este tema? ¿Cuál es la agenda que se viene luego de las elecciones?
Sin duda la agenda está corrida a la derecha. Hay algunas ideas que se instalan y repiten como mantras, que en otros tiempos me parece que hubieran sido cuestionadas pero hoy forman parte de un nuevo sentido común, transversal a distintas fuerzas políticas. Con la excepción de la izquierda, me resulta sorprendente que hay temas que ni siquiera ponen en discusión algunos sectores del progresismo. Y no creo que sea por convicción ni por falta de mirada crítica, sino por una especie de instinto de supervivencia de época. Esto incluye principalmente al debate económico, donde desde la oposición se animan, por ejemplo, a abrir el debate sobre la necesidad de eliminar la indemnización por despido para ir hacia un sistema de seguros. Y también se extiende a otros temas: se vio un giro punitivista en los debates por la seguridad durante la campaña y ya nos acostumbramos a la criminalización de la protesta social. En este sentido, si el resultado electoral de las PASO se confirma en noviembre, creo que hay una derecha que va a seguir envalentonada -y con un número más cómodo- para meter estos debates en el Congreso.
¿Cómo llegamos a este escenario? No creo que haya una única respuesta, pero sí me parece que no se debe exclusivamente a un éxito de la derecha en haber logrado instalar estos temas. Es decir, no es sólo un mérito discursivo de la oposición política: hay un dispositivo mediático que acompaña para amplificar estos planteos y también hay un electorado que responde positivamente a quienes proponen estas discusiones. Entonces pienso que existe también una responsabilidad en el oficialismo en que se habiliten estos debates, aunque la mayoría de estas propuestas no surjan del seno del Frente de Todos. Yo le reconozco al Gobierno haber empezado a avanzar con una agenda de derechos de quinta generación -que no tienen costo fiscal- pero, al mismo tiempo, veo que hubo una dificultad enorme para avanzar con cualquier reforma estructural de fondo. Después podemos discutir los motivos y cuánto margen de maniobra tenía este peronismo con tan pocos recursos y en pandemia. Pero es innegable que hubo también dificultades políticas. Entonces, al haber avanzado con una agenda y no con otra, me parece que se generó en un sector del electorado una reacción contraria a la que se buscaba. Que no se malinterprete: no creo en absoluto que una agenda económica y una agenda progresista de ampliación de derechos sean incompatibles o que una deba crecer en detrimento de la otra. Pero en este caso me parece que lo que sucedió fue que si mostrás avances en la ampliación de derechos de minorías, por ejemplo, pero no mostrás ningún avance en aliviarle la vida a la gente, el que no llega a fin de mes puede tomarle cierta bronca a algunas de las causas que estás impulsando. Y eso, en el voto, pudo haberse traducido como más apoyo a las derechas. Me parece que es un proceso súper complejo y que igual es reduccionista que haya una única interpretación, pero veo que el debate efectivamente se corrió a la derecha y que hay decepción con el Gobierno por no haber podido hacer más.
Si el 2001 dio lugar a construcciones políticas como el kirchnerismo y el macrismo, emergiendo como una especie de nuevo bipartidismo. ¿Cómo analizas el sistema político en este momento?
Es un momento crítico, pero hasta ahora veo que el sistema sigue polarizado entre las dos coaliciones, aunque en las primarias -de una elección legislativa y no ejecutiva- hubo un crecimiento del voto “bronca” y otras fuerzas.
Hoy el macrismo se ve fortalecido en la coalición que integra, porque si pensamos en la disputa sobre el liderazgo opositor para la próxima etapa, más allá de la voluntad de los radicales de asomar, sigue concentrada en figuras del PRO: Horacio Rodríguez Larreta saca ventaja, Patricia Bullrich consolida a su núcleo duro y también tiene proyección nacional, mientras que Mauricio Macri resiste como una figura importante de la oposición, aunque en los últimos tiempos quedó bastante aislado.
El kirchnerismo está en una situación más complicada porque se ve con mayor claridad que está en juego su futuro. No hablo de la supervivencia como fuerza política, porque no creo que eso esté en duda, pero sí como la base principal de una coalición que integra al peronismo. Si fracasa el experimento del Frente de Todos, el kirchnerismo podría emprender una vez más un largo retorno a Unidad Ciudadana para replegarse en su núcleo duro. La última vez que eso sucedió, lograron volver rápido al poder por el derrumbe estrepitoso del gobierno de Macri, pero creo que la derecha también aprende y no hay garantías de que la próxima vez sea tan fácil el retorno.
Los sectores juveniles fueron ganando presencia en la campaña como una franja del electorado a conquistar. ¿Qué reflejaron los resultados de las PASO y la campaña en este aspecto?
Los jóvenes son el segmento que vio pasar más de lejos a la pandemia, en términos de temor al contagio y de riesgo de vida, pero uno de los más afectados por las consecuencias de la cuarentena. Recorte de libertades, distancia de sus vínculos más cercanos, clases virtuales, aumento del desempleo…
El Frente de Todos desde el inicio de la campaña sintió una distancia de los nuevos jóvenes, un sujeto político muy diferente al que se formó en los años de auge del kirchnerismo. Los jóvenes que levantaron las banderas de Néstor y Cristina ya crecieron. Y buena parte de la nueva juventud, que tanto padeció la pandemia y hoy está en una pésima situación en términos materiales, precarizada, sin perspectiva de futuro, puede que no identifique una salida disruptiva en el kirchnerismo, sino que los perciba como el status quo, el establishment. El Frente de Todos tomó nota de la distancia y lanzó políticas que apuntan a la juventud. También hubo una sucesión de guiños discursivos que arrancaron cuando Cristina habló de “Elegant”. No fueron los únicos: también desde Juntos por el Cambio se intentó un acercamiento, con todos sus referentes incursionando en TikTok. Ambas fuerzas dedicaron buena parte de su campaña a hablarles a los jóvenes, pero parece costarles llegar a ellos.
La novedad de Milei -un fenómeno por ahora reducido a la Ciudad de Buenos Aires- mostró que la mayoría de sus simpatizantes fueron jóvenes, así que algo de ese “voto bronca” es indudable que se fue para ese lado.
Los resultados de las PASO dejaron al FIT-U como tercera fuerza nacional. ¿Cómo ves la situación de la izquierda en el actual escenario político?
De confirmarse la tendencia de las PASO en noviembre, el resultado representaría una gran elección para la izquierda. En la provincia de Buenos Aires quedó arriba de candidatos como Randazzo o Espert, con voces muy amplificadas en los medios durante la campaña. En Jujuy el número fue histórico, y el panorama se completa con la ciudad de Buenos Aires y Chubut, junto a otras provincias donde también hizo una buena elección.
Me parece que se habló demasiado de cómo el descontento se volcó en la escasa participación, el voto en blanco, o el “voto bronca” más asociado a propuestas violentas como la de Milei, pero no se le dio suficiente espacio a mirar que también hubo un descontento que hizo crecer a la izquierda. Y en ese punto me parece que hay algo a destacar. Porque Milei hizo una gran elección en la Ciudad, con posibilidades de seguir creciendo, pero esos mismos números no se trasladan con Espert a la Provincia, lo que parece indicar que mucho de su diferencial debe tener más que ver con su personalidad agresiva y su capacidad para hacer “ruido”, más que con sus propuestas. En cambio, en la izquierda creo que el diferencial no son los nombres propios de los candidatos -aunque entiendo que hay perfiles que sobresalen y aportan a hacer crecer al espacio, como Myriam Bregman- sino que está puesto en la claridad de las propuestas. Uno sabe cómo votará y qué hará un representante de la izquierda en el Congreso. En cambio, si bien son contundentes las posiciones mediáticas de Milei o Espert, me cuesta imaginarlos con un voto que no termine acoplándose a Juntos por el Cambio en la mayoría de los debates en Diputados. Algo similar me sucede con Hotton o incluso con Randazzo, que no está muy claro hacia dónde se movería. La izquierda aporta una visión precisa sobre los temas, que podés compartir o no pero sabés que no te saldrá con un “panquequeo” en la primera votación. Hay una certeza. Dicho esto, también creo que habrá que ver si esta buena performance de la izquierda tendría el mismo impacto en una elección ejecutiva, o si el votante sigue eligiendo estas opciones para legislar pero no apoya del mismo modo a las fuerzas de izquierda a la hora de elegir a quienes nos gobiernen.
Los jóvenes que levantaron las banderas de Néstor y Cristina ya crecieron. Y buena parte de la nueva juventud, que tanto padeció la pandemia y hoy está en una pésima situación en términos materiales, precarizada, sin perspectiva de futuro, puede que no identifique una salida disruptiva en el kirchnerismo.
Acerca de la entrevistada
Lucía Aisicoff es Licenciada en Ciencias de la Comunicación (UBA) y periodista egresada de TEA. Pasó por varios medios digitales como Minuto Uno y La Política Online. Colaboró en Revista Anfibia, Le Monde Diplomatique Edición Cono Sur, Revista Paco, Panamá y El Canciller. Fue columnista de política en Crónica TV, Radio Nacional y Televisión Pública. Actualmente trabaja en Radio Con Vos y C5N. |