Ayuso contra Casado, la derecha trumpista madrileña busca su asalto al liderazgo del aparato nacional del Partido Popular, intentando asumir el control de la organización autonómica en Madrid. Por otro lado, Pablo Casado se resiste a estas maniobras que amenazan su posición como líder de la oposición y cabeza del bloque de derecha.
De fondo hay un debate estratégico sobre qué debe hacer el principal partido de la derecha española: consumar su giro hacia la ultraderecha o explorar la vía de la centroderecha e incluso la gran coalición con el PSOE. La forma de disputar el debate se está dando a través del proceso para elegir la nueva presidencia del PP madrileño, con dos candidaturas claras: Isabel Díaz Ayuso versus José Luis Martínez Almeida. La candidata estrella del bloque de derechas contra el portavoz nacional del PP.
El conflicto estalló hace unas semanas cuando se hizo pública la intención de Ayuso de presidir el PP madrileño, algo que en principio no levantaba sospechas, porque todos los presidentes autonómicos que son del PP también dirigen sus organizaciones a nivel regional. Sin embargo, tras una Convención Nacional donde Pablo Casado parecía haber pactado una tregua con la presidenta de la Comunidad de Madrid mediante sendos discursos de unidad de cara al futuro, cambió todo. Entonces se conoció que la dirección nacional del PP no iba a adelantar el congreso regional como Ayuso había pedido y se filtró que estaban preparando una candidatura en contra de Ayuso. En un primer momento, se hablaba de una maniobra de Teodoro García Egea, número dos del PP, pero rápidamente se confirmaba que contaba con la aprobación de Casado.
Tanto la negativa a adelantar el congreso regional como la noticia de que se estaba preparando una posible candidatura de Almeida fueron dos jarrones de agua fría para la presidenta de la Comunidad de Madrid, que afirmaba que se estaba bloqueando lo que era normal en otras regiones como Andalucía o Galicia. La guerra escaló cuando distintos periódicos de derecha comenzaron a publicar noticias un poco absurdas como que Ayuso había bloqueado en WhatsApp a diferentes líderes nacionales del Partido Popular. Esto se sumó a filtraciones donde se acusaba a Casado de sabotear las opciones de la líder madrileña, a la que muchos referentes mediáticos de la derecha ven como la mejor opción contra Pedro Sánchez a nivel estatal.
La escalada ha ido a más según distintos actores internos y externos se posicionan a favor de su candidato favorito, revelando que más que una pelea por el poder orgánico es todo un debate abierto sobre la dirección hacia la que debe virar el bloque de derecha. Desde periodistas afines a Vox como Federico Jiménez Losantos que acusa de “Judas” a Almeida, a eurodiputados de ultraderecha que afirman que la estrategia de la dirección nacional del PP pasa por pactar con el PSOE y que Ayuso no interfiera en ello. Incluso dentro del Partido Popular, figuras como Esperanza Aguirre o Cayetana Álvarez de Toledo se han posicionado a favor de Ayuso, acusando Egea de “niñato” o de estar trabajando en contra de su propio partido.
Por otro lado, medios afines a Pablo Casado han dejado caer la idea de que no es Ayuso, sino Miguel Ángel Rodríguez, asesor de la presidenta madrileña y exasesor de Aznar, quien dirige realmente los ataques a la dirección. Al mismo tiempo, ya estarían trabajando en maneras de desacreditar a Ayuso en el periodo extra de meses que han conseguido al no adelantar el congreso regional.
La estrategia actual del ayusismo parece ser la de desgastar la figura de Casado a la vez que se acusa al su propio partido de preparar un pucherazo a través del modelo organizativo del congreso, en el que, si la actual presidenta madrileña no consigue una gran ventaja respecto a su adversario en la votación de militantes, podría perder la segunda vuelta en la que se votaría a través de compromisarios, que según Ayuso están en manos de Casado.
El debate político que trasciende la situación
Por mucho que los distintos medios a favor o en contra de cada candidato lo presenten como una cuestión de celos o miedo por parte de Ayuso o de Casado, es obvio que la cuestión tiene mucho más trasfondo. Si no fuese así, sería una estupidez el grado al que están llegando los ataques, ya que como han señalado múltiples encuestas y analistas, la realidad es que, hasta el inicio de esta pelea pública, el PP tenía buenos números para gobernar tras las próximas elecciones generales. Pero su mejora tenía que ver con la enorme victoria política y moral que la derecha había conseguido tras las elecciones autonómicas de Madrid y con el peso que Ayuso había ejercido como oposición al gobierno central, a veces incluso en solitario al respecto de su partido. Los efectos de la pelea ya se están viendo en las encuestas más recientes donde el PP estaría perdiendo fuerza, sin que ello signifique que el PSOE la esté recuperando. Parecería que Casado no tiene nada que ganar atacando a su candidata estrella para confrontar al gobierno, y que el ayusismo se estaría jugando las opciones del PP en las próximas generales al alimentar la pelea.
¿Por qué pelearse entonces? Si atendemos a los argumentos de cada sector, no se trata tan sólo de las aspiraciones personales de cada candidato en su carrera hacia la Moncloa. Sino que también nos revela el debate estratégico que lleva dándose durante meses al interior del bloque de derecha, y en el que uno de los candidatos ha mantenido ambigüedades mientras que el otro ha tenido una postura clara.
Frente a los bandazos de Casado, que rechaza a Vox en su moción de censura pero que no confronta demasiado porque sabe que necesita su apoyo para gobernar, Ayuso ha abrazado su lugar como líderesa de la derecha trumpista española, lo que le ha permitido ganarse a sectores que habían abandonado al partido. Una postura por la que la dirección nacional del PP no termina de convencerse, máxime cuando a nivel autonómico se dan otra serie de posibilidades.
Frente a la estrategia de polarización sin frenos de Ayuso –que consiguió establecerse como la oposición frente al gobierno del PSOE-UP durante la pandemia– Pablo Casado podría estar explorando el ejemplo de otros presidentes autonómicos como Juanma Moreno en Andalucía. Este último ya ha abierto la mano a pactar los Presupuestos andaluces con el PSOE afirmando que puede esperar incluso a que la formación dirigida por Juan Espadas termine su proceso congresual. Al mismo tiempo, Casado ha pactado la renovación del Tribunal Constitucional con el gobierno PSOE-UP en el enésimo sapo que se ha tragado Unidas Podemos al aceptar jueces reaccionarios. Esta diferencia es la que está siendo explotada por el ayusismo en el conflicto interno para desgastar a la dirección nacional del PP presentándoles como traidores por pactar con el PSOE (lo que nos muestra cuál es su plan para el próximo periodo político).
Por otro lado, algunos se aventuran a pensar que se abre la vía de la “gran coalición” entre el PSOE y PP siguiendo el ejemplo de las últimas décadas en Alemania, como una vía para resolver la crisis política del régimen. Si bien esto actualmente queda todavía muy lejos, es cierto que ejemplos como el andaluz van rompiendo trabas, siempre y cuando no alimente un posible crecimiento de Vox, partido que está esforzándose en explotar la guerra interna del PP para atraer a más sectores del bloque de derecha. El partido de Abascal está buscando posicionarse en el liderazgo dentro de dicho bloque, aunque para ello necesiten reivindicar la figura de Isabel Díaz Ayuso. La derecha atraviesa una importante crisis interna por su ubicación política. ¿Quién saldrá triunfador? |