1- La deuda se paga con el hambre del pueblo
¿Qué relación tiene la deuda con nuestro bolsillo? Toda. Cada dólar al FMI y a los fondos externos significa mayor atraso productivo y pobreza.
Desde el día uno del gobierno de Fernández toda la orientación económica estuvo en función de negociar y pagar la deuda. En el caso del FMI, la estrategia de Guzman fue siempre negociar, es decir, negociar las condiciones para devolver los U$S 44.500 millones del préstamo stand by que tomó Macri.
Eso implicó en el mientras tanto seguir pagando todos los vencimientos de capital e intereses de deuda, así como de la membresía al Fondo, que tenía programados.
De esta forma, solo al FMI se efectuaron pagos por U$S 4.600 millones, el equivalente a 131.000 viviendas. También se podría haber garantizado un IFE de $50.000 a más de 9 millones de personas. Para fin de año Guzman ya anticipó que pagará otros U$S 1.900 millones.
Es innegable el fuerte ajuste que ya se hizo, en el área fiscal, en las jubilaciones, pero también convalidando salarios a la baja. No sólo para liberar fondos para realizar esos pagos, sino como condición para sentarse a negociar con el Fondo. El FMI, aunque no haya expresado directamente sus condiciones con un acuerdo firmado, está omnipresente.
El FMI apunta a ir por más con un acuerdo, pide un “plan”: mayor ajuste fiscal, ajuste en las tarifas, una probable devaluación del tipo de cambio y las reformas estructurales y privatistas contra los derechos laborales y previsionales, así como una reducción de impuestos a las patronales que exigirá a su vez mayor recorte del gasto.
"La austeridad expansiva" jamás existió. Es conocido el alto costo que tienen los programas con el FMI. Los ajustes, ni falta hace decirlo, tienen fuertes impactos distributivos.
2- FMI es lo contrario a soberanía y sustentabilidad
El desconocimiento soberano de la deuda es la única forma de empezar a romper el círculo vicioso de la deuda
"Bueno, pero si no pagamos no tenemos más crédito y sin crédito externo nos hundimos", es la respuesta corriente al primer argumento.
Hay una ilusión respecto de que se puede mantener una relación armoniosa con el capital financiero, en la que puedan ir pagándose vencimientos y así logrando mayor financiamiento. ¿Mayor financiamiento para hacer qué? Ni un dólar de los que se tomó de la deuda fue para infraestructura o gasto social.
La experiencia reciente de los “pagadores seriales” (más de U$S 200 mil millones como reconoció Cristina Fernández ) durante el kirchnerismo nos llevó a que pagar deuda solo sirvió para volver a endeudarnos, mientras se dilapidaron recursos extraordinarios por un contexto internacional favorable que podrían haberse destinado a un verdadero salto productivo.
Lo mismo podemos ver en el espejo de Ecuador, que después de haber realizado una supuesta renegociación sostenible y soberana, hoy tiene al pueblo movilizado contra el ajuste por un endeudamiento insostenible.
Ya en el propio ADN de toda la renegociación de la deuda, a la que el Gobierno de Alberto Fernández supuestamente venía a poner fin, está impresa otra crisis de deuda. Aún en el mejor de los casos en unos pocos años nuevamente nos encontraremos con una “montaña” de vencimientos impagables.
Quieren vender el acuerdo con el FMI con la idea de que posponer unos pagos la hará sustentable. Eso es imposible, en 2025 los vencimientos de la deuda a los acreedores externos y a los organismos insumirán todos los dólares por comercio exterior de un buen año con saldo favorable, que tampoco obviamente ocurre que están disponibles en su totalidad por el Banco Central, pues hay otras vías de salida.
La idea de una relación sostenible con la deuda nunca sucede ni va a suceder porque su carácter es precisamente el contrario: es un mecanismo de sometimiento y saqueo de nuestros recursos.
3- Es una deuda ilegítima, ilegal y odiosa
La actual deuda tuvo un origen espurio en la última dictadura civico-militar-eclesiática, en la que creció 5,5 veces, pasando de U$S 8.085 millones en 1976 a U$S 45.065 millones en 1983. Es el crecimiento más elevado en la historia que tuvo la deuda en un período tan breve de tiempo.
Desde allí, la deuda en términos nominales se multiplicó por 43 veces, al tiempo que se pagaron más de U$S 600.000 millones. Es decir, un PBI y medio, mientras la carga sobre el país es cada vez peor.
Desde la dictadura en adelante hubieron una innumerable cantidad de operaciones fraudulentas con la deuda pública. El último y más conocido es el pago a los fondos buitre en 2016 donde se reconoció todo lo que los acreedores pedían y fue votado en el Congreso a pesar de que Macri no tenía mayoría, la renegociación con el Club de París floja de papeles, o el bono a 100 años de Luis Caputo en donde el funcionario estaba de los dos lados del mostrador.
Cada renegociación de deuda actúa como un “borrón y cuenta nueva” para ir ocultando los fraudes previos. No está exento de ello la renegociación de Guzmán, en donde se cambiaron papeles que se pueden ir rastreando hacia atrás en sucesivos canjes hasta llegar a su origen en la dictadura.
Particularmente con el FMI, se dice que el Fondo “asiste a los países”, aspecto repetido por Macri y por Espert, pero que en la lógica del oficialismo también está implícito al validar esa deuda. El préstamo a Macri vino a rescatar a los acreedores externos. El préstamo que otorgó el FMI ya se sabía de antemano que era impagable, el año que viene y el próximo implica vencimientos por más de U$S 19.000 millones, ¿por qué el organismo lo otorgó, sólo para “bancar” a Macri? No, lo hizo para asegurarse que gane quien gane, iba a ser el principal decisor de la política económica. No hay soberanía con el FMI en casa.
Ese es el rol principal del organismo en los últimos tiempos para evitar que los países puedan declararse en cesación de pagos y orientar su política a garantizar su desarrollo, en lugar de priorizar exclusivamente el pago de la deuda.
4- Deuda es negocio para pocos, crisis para casi todos
La deuda es funcional a los negocios capitalistas y no las necesidades de las mayorías sociales.
No es deuda que vino a desarrollar al país, sino a favorecer la fuga de capitales y los negocios usureros con la propia deuda externa pasada.
De una parte, el capital financiero se asegura un flujo permanente de riqueza hacia los centros imperialistas y es utilizada como engranaje para presionar por la agenda de reformas pro mercado y antiobreras que el capital busca extender a todo el globo (laboral, previsional, tributaria).
De otra parte, la deuda es funcional a las necesidades de los grandes capitalistas del país porque les permite insertarse en los circuitos financieros internacionales (comerciar con el exterior, girar y recibir fondos en moneda extranjera, y cotizar en otras bolsas de comercio), son beneficiados con las reformas que les permiten aumentar los grados de explotación sobre los trabajadores, y participan de las ganancias especulativas en los períodos de afluencia de dólares.
Entonces, el FMI no solo es el defensor de los intereses de los acreedores, también es el guardián de los intereses del capital globalizado. Bajo su nombre hace décadas que multiplica sus exigencias de “reformas”, que son recibidas gustosas por los partidos patronales como elemento disciplinador para llevar a cabo las políticas a favor de los grandes empresarios.
5- Por un futuro deseable y posible
Es posible ponerle un freno al saqueo: se necesita un programa integral de soberanía y autodefensa nacional
El gobierno de Alberto Fernández, solo maneja dos opciones: un acuerdo o pagarle al FMI sin negociar. Esto en realidad se reduce a una sola opción, que es firmar un acuerdo, porque ya no quedan más dólares para seguir pagando y sin acuerdo, iríamos a un incumplimiento con el organismo que el Frente de Todos quiere evitar.
Desconocimiento soberano no es lo mismo que default. Esta última situación es una “suspensión momentánea” que no busca romper con el imperialismo. Por lo general suele venir acompañada de una salida catastrófica como fuertes devaluaciones y un desorden de las variables económicas. Es una vía a la recurren los gobiernos capitalistas después de haber vaciado al país para pagar la deuda, como fue en 2001.
El desconocimiento soberano es una salida integral basado en una investigación de los fraudes de la deuda e impuesto por la movilización obrera y popular.
Implica ser acompañado de un programa integral en base a una serie de medidas de defensa nacional que impidan la fuga de capitales y el caos económico. Por ello planteamos otras medidas fundamentales de resguardo de los recursos como la nacionalización de la banca y el monopolio estatal del comercio exterior bajo control de los trabajadores
Es incompatible seguir pagando la deuda sin realizar un ajuste. Pagar la deuda con el FMI es necesariamente a costa del hambre del pueblo.
El día después de las elecciones es un día de lucha. Lo que se viene es una carrera por configurar una relación de fuerzas favorable al pueblo trabajador, mediante la organización y la movilización popular.
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