La expresión de la activista sueca expresa el descontento de las asociaciones y ONGs ecologistas que han criticado duramente el acuerdo. Pero también expresa la farsa de las cumbres climáticas, protagonizadas por los principales responsables del cambio climático.
Han sido muchas las ONGs que se han sumado a la crítica. La directora ejecutiva de Greenpeace Internacional, Jennifer Morgan, afirmaba que la decisión de la COP26 "es sumisa, es débil y el objetivo de 1.5 grados apenas está vivo". Gabriela Bucher, Directora Ejecutiva de Oxfam Internacional afirmaba que "las emisiones continúan aumentando y estamos peligrosamente cerca de perder esta carrera contra el tiempo".
Amnistía Internacional, por su parte, denunciaba el "fracaso catastrófico" de la COP26, y señalaba que los estados han privilegiado "los intereses del combustible fósil y otras poderosas empresas", con este acuerdo "condenan a más de 500 millones de personas, la mayoría en el sur global, a no tener suficiente agua y a cientos de millones de personas a olas extremas de calor".
El acuerdo final de la COP26, con 197 países comprometiéndose a diseñar medidas para paliar el cambio climático, es ambiguo, no vinculante e insuficiente. La denominada por los medios como la edición “más importante hasta el momento”, termina sin proponer ninguna medida de fondo contra la crisis ecológica.
El acuerdo elimina los apuntes de los borradores iniciales donde se planteaba la necesidad de acabar con el carbón y dejar de invertir en combustibles fósiles, líneas que han sido sustituidas por exhortaciones vagas a reducir el consumo del carbón, sin fijar plazos, y a eliminar las subvenciones a los combustibles “ineficientes”. El acuerdo final tampoco llega a ningún avance en términos de justicia climática y mantiene los irracionales mercados de carbono.
En conjunto ninguna de las medidas adoptadas dibuja un camino creíble que lleve a impedir el aumento de la temperatura global a 1,5ºC antes de 2030, que fue el “gran objetivo” que ratificó el Acuerdo de París de 2016.
Como afirma en su Twitter Greta Thunberg “el verdadero trabajo continúa fuera de estas salas”. Tan solo la movilización social de la clase trabajadora, junto a las mujeres, la juventud y los pueblos indígenas, puede activar el “freno de emergencia” que pare la irracionalidad capitalista, reorganizando la producción sobre bases radicalmente democráticas y ecológicamente sustentables. |