Sin mayores sorpresas. Este día lunes se celebró el último debate presidencial, ante de las elecciones del día domingo. La cita organizada por ANATEL y trasmitida por TVN, C13, Mega y CHV comenzó a las 20 hrs contando con la asistencia de 6 de los 7 candidatos presidenciales con la ausencia habitual de Franco Parisi.
Durante los segmentos del debate no salieron a la discusión nuevos elementos ni tampoco ocurrieron giros inesperados. El formato y el transcurso del evento televisivo confirmo la operación mediática que se ha desarrollado durante toda la campaña: que el próximo presidente de la república no pueda gobernar sin el consenso empresarial.
Incluso en el segmento económico, conducido por el periodista Juan Manuel Astorga, la pregunta derechamente era "qué elemento de su programa genera más incertidumbre en los empresarios". La idea era que los candidatos repitiesen el libreto recitado por los medios para garantizar orden, certeza económica, gradualidad, en definitiva que no afectarán las riquezas de los multimillonarios ni afectaran el sistema de saqueo imperante en Chile. Por supuesto, todo con la excusa de apoyar a las pequeñas empresas.
En el terreno propiamente electoral, Sichel busco golpear a José Antonio Kast apropiándose de su programa de Orden y Represión al tiempo que buscaba enrostrarle que su programa económico carecía de sustento económico. Esta operación ya venía siendo ensayada por varios medios de comunicación en el momento en que se confirmó que Kast era el favorito en la carrera.
Los empresarios quieren domesticar al candidato de la ultraderecha, dado que si bien su programa de baja agresiva de impuestos y represión a destajo les seduce, saben que la correlación de fuerzas no da para implementar un programa abiertamente reaccionario, negacioncita del cambio climático y que desfinancia el estado. La operación consiste en que Kast se allané a que modifiquen su programa y que personeros de confianza del empresariado remplacen a los ultraderechistas que lo rodean. Una vez que eso ocurra, los medios sin duda dejarán de hostigarlo.
Si bien Kast se vio reducido a ser el que todos atacaban. El candidato de la ultra derecha mostró su faceta misógina al despreciar el debate de genero o al no clarificar su programa respecto a su negacionismo del cambio climático. Esta posición fue aprovechada por Boric, quién mantuvo su performance de no mostrar maniobrar espectaculares sino conservar su apariencia moderada y sobria para afirmar su posición como puntero en la carrera presidencial.
Pero más allá de los temas valóricos y de consenso científico, el debate tuvo como gran ausente a las y los trabajadores cuyos derechos con suerte fueron mencionado un par de veces ( entre ellos por Yasna Provoste quién dijo que promovería la sindicalización o por Artes de manera retórica). La gobernabilidad, entendida para reprimir las protestas y acallar las voces disonantes del consenso empresarial fue respaldada de manera transversal por los candidatos a la presidencia, quienes se allanan una vez más a que sean los grandes grupos económicos los que marquen la pauta del camino que debe seguir el país.
pareciera como si la rebelión no hubiese ocurrido y la pandemia no generó el estrago económico que ha generado. La superficialidad del debate tiene como propósito buscar que la opinión pública consuma estas elecciones como un reality show y no como una discusión sobre como reorganizar la economía para satisfacer las urgencias sociales.
Mientras la carestía de la vida aumenta, la crisis de la salud se fortalece, los empleos continúan siendo precarios, el cambio climático arrasa nuestro país, los empresarios se preparan para que esta crisis la continuemos pagando las y los trabajadores. Los candidatos del régimen se arrodillan ante este escenario con excusas de que es la única forma posible de avanzar o que es el mal menor frente a la irracionalidad e Kast. |