Es difícil encontrarle alguna mística a la movilización del “Día del militante” de este miércoles. No puede embanderar un triunfo electoral, porque no lo hubo. Tampoco una gesta patriótica ni una resistencia a la derecha, porque su principal orador insistirá en la necesidad de un “acuerdo nacional” para acordar con el FMI. Quizás el único mérito, que no es poco pero nadie sabe hasta cuándo durará, es mostrar una imagen distinta a la que vimos la semana posterior a las PASO. La coalición de gobierno a los golpes. Escenificar una “unidad” en las calles argentinas que disimule que los destinos se definen en los despachos de Washington.
1. Ahora sí, todos los aparatos juntos
La movilización se empezó a tejer la semana previa a las legislativas del 14N. El consejo directivo de la CGT (todavía sin Moyano) y algunos movimientos sociales propusieron una marcha “en defensa del gobierno”. Tras una derrota electoral menos catastrófica de lo esperado se fueron sumando otros sectores. El lunes la sede del Partido Justicialista reunió a muchos que en los últimos dos meses se miraban de reojo. Funcionarios de confianza de Alberto Fernández, Juan Manzur, dirigentes de La Cámpora, referentes del Movimiento Evita y Somos Barrios de Pie, el nuevo triunvirato de la CGT y el titular de la CTA.
El “programa mínimo” era evitar tres marchas distintas como hicieron el Día de la Lealtad, hace solo un mes. El “programa máximo”, hacer una movilización unitaria que disimule la debilidad del Gobierno tras dos derrotas consecutivas y una crisis dentro de la coalición.
Si bajaban del tercer piso sin acuerdo, tenían un problema. Finalmente la convocatoria quedó para este miércoles 17 a las 15 horas. Aunque cada corriente tendrá su punto de convocatoria, todos confluirán en Plaza de Mayo. El lema es sencillo para que cualquier pueda adherir puedan ponerse de acuerdo, aunque suene un poco pasado de optimismo: “Todos unidos triunfaremos”.
También consensuaron un orador. Será Alberto Fernández, en un intento de “devolverle” algo de autoridad como presidente del país y del partido. Según trascendió en distintos medios, “se leerá un documento que irá en la misma línea del mensaje que Fernández difundió en la noche del domingo, en el que formuló un llamado al consenso de "las grandes mayorías" y anunció que enviará al Congreso el plan económico "plurianual" que le reclama el Círculo Rojo. Ese programa incluirá "los mejores entendimientos que nuestro Gobierno haya alcanzado con el staff del FMI"” (Letra P).
2. Unidos y dominados
Será, además, la presentación en sociedad de la CGT reunificada. A Pablo Moyano se le pasó la repentina fiebre que lo excusó de estar en el Congreso de Parque Norte. También estará Sergio Palazzo, que ese día también evitó la foto común.
Imposible no evocar aquella frase de Juan Domingo Perón, por quien se conmemora el Día del militante: “el año 2000 nos encontrará unidos o dominados”. Sirve para pensar con que objetivos se reconcilió el sindicalismo peronista.
Uno puede decir que no hay por qué sorprenderse. El documento que se leyó en la marcha del Día de la Lealtad no decía una palabra del FMI, la deuda y el ajuste. Tampoco esas palabras están en el documento que aprobó el reciente congreso cegetista.
En realidad, el consejo directivo de Daer y Acuña siempre apoyó un acuerdo con el Fondo y el pago de la estafa. Llegó a reunirse con los enviados del organismo para pedirles que no pida “un ajuste despiadado”. Le hablaron con el corazón a los hombres que solo conocen el lenguaje del bolsillo.
En cambio otros sectores del sindicalismo del Frente de Todos habían tenido una actitud más “combativa”. ¿Recuerdan las movilizaciones de 2018 porque “La Patria está en peligro”? ¿Y que una de sus consignas era “NO al acuerdo con el Fondo Monetario? ¿Recuerdan que fueron motorizadas, entre otros, por el movimiento “21F” que impulsaba Moyano, por la Corriente Federal y la CTA de Yasky? ¿Y que esas corrientes planteaban, en sus documentos, la “revisión” o “auditoría” de esa deuda fraudulenta? ¿Recuerdan los actos de hace algunas semanas, nada más, con banderas "No al FMI"?
No sabemos si era pura demagogia, si los convenció Daer o quizás Santoro con su hit “no da la correlación de fuerzas”, pero el rechazo a pagar al Fondo con el hambre del pueblo quedó en el olvido.
Por eso el homenaje militante de este miércoles será en realidad “unidos pero dominados”. O sea que primero está el Fondo y recién después la patria, el movimiento y los hombres.
3. Que los sindicatos rechacen el pacto y la estafa
La jornada peronista de este 17 de noviembre será entonces un intento de aquietar las divisiones dentro del Frente de Todos y mostrar un gobierno menos debilitado, para encarar así las negociaciones con la oposición de derecha y con el Fondo. Una unidad atada con alambre y que si logra sus primeros objetivos será para aplicar un
Programa económico plurianual que solo traerá más penurias al pueblo trabajador. Fue justamente la previa de ese “programa” lo que trajo la desilusión de millones de votantes del Frente de Todos y su derrota.
El Frente de Izquierda fue la única fuerza que en las recientes elecciones rechazó el pacto que están cocinando. Esa coherencia y postura fue apoyada con más de 1,3 millones de votos, muchos de ellos en ciudades y barriadas donde el peronismo tiene raíces.
Ahora quiere convertir ese apoyo político recibido en nuevas fuerzas para pelear por otra salida a la crisis. En primer lugar, como dijo Nicolás del Caño este martes, "convocando a la discusión en todas las organizaciones de trabajadoras y trabajadores, las organizaciones sociales y de desocupados a discutir un plan de lucha común de todos los que nos oponemos, o los que dicen oponerse, a un acuerdo con el Fondo". En segundo lugar, exigiendo a las centrales y sindicatos, a romper su subordinación al pacto que quieren sellar el peronismo, la derecha y el FMI. Empezando por quienes han criticado esa estafa. Que convoquen asambleas en cada gremio y lugar de trabajo para que la clase trabajadora delibere cómo la enfrentamos.
Se abre una nueva experiencia con el peronismo y sus cúpulas sindicales. Hay que transformar la desilusión y el apoyo a la izquierda de cientos de miles de trabajadores y trabajadoras en una alternativa antiburocrática para los tiempos que vienen.
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