Reproducimos a continuación el testimonio de un trabajador del Instituto de Reinserción Social de la CDMX.
En el 2012 se creó este instituto con la intención de dar seguimiento a aquellos egresados del sistema penitenciario, con un conjunto de programas y acciones para fortalecer su proceso de reintegración a la sociedad. Sin embargo, en la realidad no se les presta la atención debida.
Testimonio
“El 17 de agosto del presente año se presentó al licenciado Arturo Morell como el nuevo director general del Instituto de Reinserción Social, y el 31 de agosto se les obligó a firmar su “renuncia voluntaria” a 5 compañeros, mediante engaños de este nuevo funcionario que los presionó y amenazó para que firmaran.
Después del temblor del 7 de septiembre, no se liberaba el dictamen del edificio en el cual se encuentra el Instituto [que asegure que no tiene daño estructural], por lo que se dio autorización para ingresar al edificio hasta el 23 de septiembre, pero sin contar con dicho dictamen.
El 22 de septiembre, a las 7:00 p.m. aproximadamente, se nos notificó, mediante un mensaje de WhatsApp, a todo el personal del Instituto, que nos presentáramos a laborar en nuestro horario al día siguiente, ya que debíamos realizar las actividades de forma presencial a partir de ese día, sin darnos oportunidad de organizar las actividades personales y laborales, ya que se trabajaba por guardias de forma presencial debido a la crisis de salud y el trabajo se realizaba mayormente desde casa.
El dictamen del edificio se lo solicitamos en varias ocasiones al Lic. Morell, expresándole la preocupación de todos al estar en un edificio que tiene antecedentes de haber sido poco seguro en anteriores sismos.
Los talleres que brinda el Instituto, como parte del proceso de reinserción social de los usuarios, se daban mediante aplicaciones (zoom y google meet, entre otras) debido a la crisis sanitaria, por lo que compañeras encargadas de impartirlos solicitaron que se les asignara un equipo de cómputo para la tarea. Dicha solicitud, justa a todas luces, fue interpretada como “exigencias” por el director general y “una forma de presionarlo”, según dijo, por lo que, arbitrariamente, decidió que a partir del día siguiente se comenzarían a dar los talleres de forma presencial.
Dicha decisión, también ocasionó que los usuarios no pudieran acomodar sus actividades personales y laborales, siendo que muchos de ellos tomaban el taller en su hora de comida o incluso mientras laboraban.
A partir de allí, se impartieron talleres en espacios que no permiten guardar la sana distancia y la mayoría sin ventilación, además del riesgo que representaba el edificio poco seguro por su estructura.
Ante el enojo y la preocupación de los usuarios por la dificultad para cumplir con sus actividades dentro del Instituto, a la par de sus trabajos personales, la autoridad decidió cambiar los horarios de los talleres en diferentes ocasiones, complicando aún más la situación, sin poder brindar a las personas egresadas del sistema penitenciario la certeza de día y hora de sus talleres, sumado a cambios constantes en la organización y planificación de todo el trabajo para su realización.
Actualmente, el director prometió cambiar el horario de los trabajadores de nómina 8 de forma drástica y que el horario del Instituto será de 7 am a 9 pm, con dos turnos. Por lo que, nuevamente, cambiarán los horarios de los talleres para los usuarios, dejando más que claro que su reinserción en verdad poco importa al Instituto.
Sobre las y los trabajadores tampoco se contemplan las distancias que varios tendremos que recorrer (algunos más de 3 horas), lo cual implicará salir del hogar a las 4 am y regresar pasada la medianoche, para volver a salir en pocas horas. Siendo que la mayoría de nuestros contratos señalan un horario laboral de 9 am a 4 pm, lo cual nunca ha sido respetado. El director siempre responde de forma arbitraria ante situaciones complejas, no escucha al personal que conoce el funcionamiento del Instituto y las necesidades de los usuarios, por lo que su forma de “resolver” ha generado mayor conflicto en todas las áreas.
Los abusos de poder dentro del instituto son constantes. Se han integrado “supervisores” sin cargo alguno para vigilar al personal y tomar nota de todo lo que hacemos, sometiéndonos a un ambiente laboral hostil. Somos constantemente vigilados, no solamente mediante el constante registro de listas y la constante supervisión por parte del personal de confianza del director, que en realidad no laboran para el centro y aún así se les proporciona nuestra información personal. Se controla de manera excesiva el tiempo de ingreso y se destina personal solamente para registrar a los trabajadores, provocándoles tensión y preocupación.
Se creó un “taller” para la realización de una pastorela, para lo cual se requirió personal egresado del sistema penitenciario, al que se les paga con el programa de “Impulso laboral”, que está destinado a otros fines, pues su finalidad es generar experiencia laboral y cartas de recomendación para los usuarios. Otros usuarios quieren participar del “taller” porque se les prometió una plaza.
En más de una ocasión el director ha expresado su intención de crear una compañía de teatro dentro del centro, por lo que queda claro que no comprende el objetivo del Instituto, ni tampoco ha mostrado interés en comprenderlo, está motivado en lograr sus intereses personales.
Además de impulsar de manera particular sus intereses, el director recorta constantemente los derechos que tiene el personal del instituto. Los viernes la salida era a las 3 pm, sin embargo, se quitó este beneficio a los compañeros de nómina 8 y posteriormente a todos, argumentando que durante la pandemia no trabajaron, por lo que no merecen ese privilegio. Sin embargo, todas las áreas siguieron funcionando y brindando atención. Las vacaciones se asignan de manera arbitraria pues quedan totalmente sujetas a los deseos del director. Solicita también que el personal del instituto se desplace de manera frecuente a otros espacios fuera del instituto para poder nutrir el “taller” y ha amenazado en que se aumentarán las actividades en otros espacios.
El director ha amenazado que “limpiará” al instituto de personal. Los trabajadores de nómina 8 están especialmente preocupados, pues su contrato se renueva cada año. Actualmente se encuentra “restructurando” los espacios del instituto para “mover las energías”, sin embargo, ha saturado espacios pequeños con varias personas que además brindan atención a los usuarios, lo cual resulta preocupante por la dificultad para guardar la sana distancia y para brindar una adecuada atención.”
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