Emilio Ruchansky es periodista y editor adjunto de la Revista THC, que se especializa en la cultura cannábica. Es autor del libro Un mundo con drogas e integrante del Acuerdo por la Regulación Legal del Cannabis.
Aquí las principales definiciones de la entrevista en Alerta Spoiler:
Todavía hay que esperar la aprobación de la normativa sobre desarrollo industrial del cannabis medicinal y del cáñamo, ayer el presidente en una nota con Página/12 no mencionó la ley dentro del paquete previsto antes de fin de año, me resulta llamativo. Esta ley crearía un nuevo organismo regulador con funciones sobre grandes proyectos de cáñamo y derivados, un pariente psicoactivo del cannabis; y por otro lado el cannabis medicinal a escala. Es decir, proyectos que no tienen que ver directamente con el Ministerio de Salud.
En el estudio La cadena del valor del cannabis, Andrés López, que es investigador del Conicet, sostiene que la producción interna y para países limítrofes tiene lugar. Hay mercado para cigarrillos con CBD, y mercados para cervezas que usan terpenos de cannabis. Pero la realidad es que el mercado es más limitado de lo que creemos. El cáñamo no está prohibido por las convenciones internacionales, lo prohibió la dictadura militar por decreto y se fue perdiendo su uso.
Si bien es importante que salga la ley, es cierto que pone al mercado por delante de los derechos. Es una industria que nace criminalizada, es como producir vino pero no poder tomarse una copa. Como pasó con la prohibición del alcohol, las caídas de estas prohibiciones muchas veces tienen que ver con aspectos económicos antes que con libertades y derechos. Son las reglas del mercado capitalista.
Noté que la campaña electoral como parte de una agenda joven tuvo voces a favor del cannabis. Cada vez más los partidos políticos lo están viendo. Es importante el proyecto que se está armando para que haya plebiscitos vinculantes, distinto a lo que plantea la Reforma Constitucional de 1994. En Estado Unidos es la población la que voltea el prohibicionismo, no los partidos políticos. Tenemos que tener la posibilidad de someter a votación esto. Los intereses en contra son claramente económicos, de las fuerzas de seguridad, de la Iglesia católica, de la comunidad terapéutica… Está bueno saber qué opina la población.
La política de drogas está pensada para reprimir a los movimientos pacifistas que se oponían a la Guerra de Vietnam en Estados Unidos y a los movimientos de activistas afroamericanos. Cualquier discurso punitivista va en el sentido de endurecer la calle. El caso de Lucas González no es un caso aislado, las brigadas que recaudan dinero en los barrios por extorsión a consumidores o plantan drogas, no son un caso aislado. Sacar este tema a la luz es tocar su caja y su control sobre la calle. Si uno ve lo que pasó en Tucumán, donde murieron cuatro mujeres jóvenes en una comisaría, algunas tenían problemas de consumo y estaban ahí. Por eso hay que poner en agenda los dos temas, las libertades individuales, que por supuesto son importantes, pero también la regulación ilegal de la marihuana y otras sustancias. La marihuana sí está regulada en el país, pero por las fuerzas de seguridad y los distribuidores mayoristas. La única forma de cortarlo es con regulación. Es una medida de salud pública pero también de seguridad pública.
Los datos en PBA son complicados. La principal actividad de la policía es por infracciones a la ley de drogas, por arriba de todo lo demás. En Ciudad de Buenos Aires, al federalizarse los delitos menores de drogas, aumentaron en un 300 % la cantidad de causas ingresadas. El panorama es malo.
En el sistema federal se pueden ver quiénes están presos y por qué. Además de poder ver quiénes están presos por ley de Drogas, también se puede ver qué ocupaciones tienen. Y si ponías desempleados, cartoneros, amas de casa, albañiles, plomeros, taxistas, la mayoría van por ahí. Pones policías, salen dos o tres, pones empresarios, muy poca gente. Las personas que están presas son los eslabones intercambiables de este negocio. Las mujeres de familia que venden porque están en la casa desempleadas y quieren llevar un mango. No tenés ni un contador o contadora presa. Aunque metiéramos a los empresarios presos, no va a terminar esto, porque hay una demanda y esa demanda no se va a terminar. Solo regulando se puede contener y frenar. Esto le deja plata a mucha gente y no solo a los narcos y por eso es tan difícil cambiarlo. |