¿Quién cuida a una madre de familia mientras ésta cuida a un enfermo de Covid-19? ¿Alguien se hace esta pregunta? Damos por hecho que las mujeres debemos cuidar a toda la familia, porque crecimos en una sociedad machista heteropatriarcal donde las mujeres fuimos educadas para ser la madre "de", la esposa "de", la hija "de" y no nos educan para ser nuestras, no se fomenta el autocuidado y cuando nos enfermamos, nadie nos cuida y nuestra “obligación” es cuidar a los demás.
Durante la pandemia, muchas de las personas trabajadoras del hogar fueron despedidas injustificadamente o porque los empleadores perdieron sus empleos. Muchas trabajadoras del hogar tuvieron que regresar a sus lugares de origen, donde las violencias aumentaron exponencialmente dentro de los centros de trabajo y también en sus propias casas.
Según la OIT, el 50% de las trabajadoras y trabajadores del hogar en América Latina perdieron su empleo durante la pandemia. El mismo organismo señala que, a nivel mundial, el 81% de estas trabajadoras laboran en la informalidad y en México es el 99%.
Gran Alianza de Trabajadoras del Hogar
Es por eso y muchas otras problemáticas, que decidimos romper el silencio y nos organizamos.
El 23 y 24 octubre del presente, nos reunimos de manera electrónica más de 300 trabajadoras del hogar del norte, centro y sur de América, en un foro virtual realizado por la Gran Alianza Latinoamérica. Este fue el séptimo encuentro de trabajadoras del hogar que se convoca y se tocaron temas de suma importancia como: migración, violencia, salarios, pandemia, entre otros. Al hablar y escucharnos entre nosotras, nos dimos cuenta de que en varios de estos países se repiten las mismas problemáticas de violencia hacia nosotras: trabajos precarizados, triples jornadas laborales, acoso, etc.
En el caso de las compañeras de EE.UU., compartieron que cuentan con ciertos derechos garantizados en las leyes locales. Sin embargo, se siguen enfrentando a problemáticas como que desde los años 30 en EE.UU. hay una ley que no permite que los trabajadores informales puedan organizarse en sindicatos. Otra problemática a la que se enfrentan también son las mujeres que son engañadas con promesas de buenos salarios y al llegar al lugar de trabajo son despojadas de sus papeles, las encierran, no las dejan comunicarse con sus familias y están prácticamente secuestradas. Esto es muy recurrente en todo el país.
Para las trabajadoras del hogar en Centroamérica, las condiciones son de trabajos precarizados y salarios mínimos que no alcanzan para la canasta básica. En Argentina y en Paraguay la situación es muy parecida. En Paraguay ya se ratificó el Convenio 189 de la OIT, sin embargo es necesario seguir organizándonos porque aunque se aprueben leyes, no se aplican en nuestras condiciones laborales, no hay obligatoriedad para los empleadores.
Algo que me impactó mucho escuchar en el tema de migración, fue la terrible violencia que tenemos que enfrentar si decidimos migrar en busca de mejores condiciones para nosotras y nuestras familias. Una compañera contó que al pasar la frontera de México hacia EE.UU., tuvo que usar un método anticonceptivo, porque sabía que su cuerpo es considerado como moneda de cambio por traficantes de personas, policías y agentes de migración. Esto pasó en 1990 y actualmente sigue pasando, las mujeres que migran de Latinoamérica saben que probablemente serán violentadas sexualmente, ya sea por el crimen organizado, agentes de migración o por las propias autoridades. Sin embargo, la situación en sus países es tan precarizada, que prefieren pasar esto a regresar a sus países de origen.
Este encuentro se realiza año con año para dar a conocer la situación de las trabajadoras del hogar, porque lo que no se pronuncia no se visibiliza. La Gran Alianza es justo eso, una unión entre mujeres que nos organizamos y defendemos los derechos humanos y laborales de las trabajadoras del hogar. Somos sindicalistas, feministas y también trabajadoras del hogar organizadas en busca de que la esclavitud domestica se termine y conquistemos mejores condiciones de vida y trabajo para nosotras y las generaciones que vienen. ¡Trabajadoras del hogar, uníos! |