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La Izquierda Diario
25 de noviembre de 2021 Twitter Faceboock

Editorial
Toda deuda es política
Fernando Rosso | @RossoFer

Pasada la bruma de las elecciones, la cuestión central que ordena (o desordena) todo el escenario es la deuda eterna. Un sometimiento de fondo. Editorial de “El Círculo Rojo”, programa de La Izquierda Diario que se emite los jueves de 22 a 24 h por Radio Con Vos, 89.9.

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  •  Una vez que terminó la discusión sobre el escenario que dejaron las elecciones legislativas, volvió al centro de la escena la madre de todos los problemas: la deuda externa y el Fondo Monetario Internacional.


  •  Pablo Anino le dedicó la entrega de ayer (miércoles) de su newsletter (“El juguete rabioso”) a esta cuestión y recabó las opiniones de dos investigadores y especialistas que tienen miradas muy interesantes: Noemí Brenta y Francisco Cantamutto. Recomiendo su lectura y voy a tomar algunas cuestiones que se plantean ahí, pero repasemos un poco dónde estamos: en los próximos dos años se concentran pagos por casi U$S 40 mil millones, que son parte de la deuda por U$S 44 mil millones que contrajo la administración de Mauricio Macri.
  •  ¿Qué sucede con la negociación? Bueno, parece que está descartada la intención del Gobierno de alcanzar una restructuración para pagar a lo largo de 20 años y tampoco le van a perdonar el cobro de las “sobretasas”. Esto también lo confirmó Alejandro Bercovich en una entrevista que se publicó hoy (jueves) en La Izquierda Diario. Las sobretasas o los sobrecargos son los montos que hay que pagar por haberse endeudado muy por encima de la cuota permitida. Cada país tiene una cuota en el Fondo Monetario y cuanto más pedís por encima de ese valor, más “intereses punitivos” tenés pagar.
  •  Y esta es la primera cuestión que quiero destacar: Noemí Brenta dice que el acuerdo con el Fondo se “hizo muy mal porque era completamente irregular darle en ese momento a la Argentina el acceso extraordinario a esos recursos. Además, que el monto era once veces la cuota de la Argentina: esos U$S 57 mil millones, de los cuales desembolsó U$S 44 mil millones”. Y considera que ese préstamo fue totalmente político porque se hizo bajo por presión del Gobierno de los Estados Unidos: “presionó para perjudicar a un país, para apoyar a un político neoliberal, a un político de derecha; es decir, para tomar injerencia en los asuntos internos de un país”. Pero considera que el Fondo no puede excusarse diciendo “nos presionó Trump”. Sin embargo, no solamente el Fondo se excusa, sino que además, cobra sobretasas por el préstamo irregular que concedió.
  •  Toda la información que conocemos es “según trascendidos” y esta es la segunda cuestión que quiero destacar porque si no quedan como prácticas naturalizadas: las reuniones son secretas, a escondidas, a espaldas del pueblo. Es decir, las discusiones cuyos resultados y consecuencias recaerán sobre los hombros de varias generaciones de las mayorías populares, se realizan sin el conocimiento ni la más mínima intervención de los principales perjudicados.
  •  La tercera cuestión a subrayar tiene que ver con metodologías y prácticas, para que se entienda el grado de injerencia que significa la presencia del Fondo. Un negociador decía el otro día que la metodología es así: uno se sienta y del otro lado de la mesa hay un equipo que conoce al dedillo los números del plan económico y si es necesario “te discuten hasta si podés continuar la construcción de una ruta o no”. “El Fondo empieza a intervenir cada vez más en cada decisión de política económica —explica Berco— y no solamente a las que atañen a las variables macro que busca estabilizar o monitorear según su estatuto”. En Argentina esto se vio muy claramente en la crisis de 2001-2002 cuando el FMI opinaba sobre la ley de quiebras, la ley de bienes culturales; todas las leyes que estuvieran, aunque sea tangencialmente, vinculadas a empresas o con el Estado. Da un ejemplo muy ilustrativo: “En Grecia llegó al paroxismo de que cada ministerio, no sólo el de Economía y Finanzas, sino que cada ministerio tenía delegados del FMI instalados en Atenas para que se racionalizara hasta el último euro del gasto de cada una de esas reparticiones. Se había instalado un cogobierno literal, con delegados que además tenían su inmunidad diplomática, que no eran votados por nadie.”

    Y escuchen este ejemplo porque si no fuera trágico, sería cómico: Hubo un país en el Este europeo que tuvo que reformular lo que en su país se consideraba “leche fresca” porque el FMI presionaba para que se considerara así también a la ordeñada hasta 3 días antes. Decían que de esa manera iban a generar más competitividad en la economía, iban a bajar la inflación porque les iban a poder proveer leche desde Francia. Esto era claramente un interés de Francia como uno de los países potencia con peso en el Directorio del Fondo. Lo que sucedió es que terminó pagando la leche a una multinacional francesa en vez de a sus empresas locales que no podían competir con la espalda que tenía Danone, por ejemplo.

  •  En ese marco ¿qué pide el Fondo? En sus palabras: “Acelerar la reducción del déficit” y “achicar la brecha cambiaria entre el dólar oficial y los paralelos”. Traducido: ajuste y devaluación. Lógicamente, devaluar y ajustar implica crecer menos, y que no se revierta el deterioro de los ingresos y el aumento de la pobreza de este último tiempo.
  •  En síntesis, ¿qué tenemos? Un préstamo ilegítimo e ilegal hasta dentro de sus propios parámetros; una negociación ultrasecreta y un pedido de ajuste.
  •  Obviamente, todo esto es inviable y las voces críticas y hasta de oposición al Fondo que se empiezan a escuchar incluso dentro de la coalición oficial son una muestra. Pero, el problema no es lo que se dice, sino lo que se hace. Lo que se hizo hasta ahora por acción u omisión es llamar a confiar a las “capacidades extraordinarias” de Martín Guzmán en las negociaciones y hacia adelante no se propone poner en movimiento a las grandes organizaciones sindicales, sociales que es el único contrapeso o herramienta que se tiene para oponer a la voracidad infinita del Fondo.
  •  Hace poco citaba en un artículo a Margaret Thatcher cuando a propósito del inicio de las operaciones en Malvinas y para terminar de convencer a sus ministros de la necesidad de la guerra parafraseaba a Federico el Grande: "La diplomacia sin armas es como la música sin instrumento". Quedó en evidencia que no es una cuestión simplemente técnica, de números. Toda deuda es política, toda resistencia, también.
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