Sin novedades en el frente (electoral)
En las recientes elecciones Córdoba “se repitió a sí misma” y no dio sorpresas. Como viene sucediendo elección tras elección, sigue exhibiendo la primacía de un amplio voto conservador que cristaliza espacios electorales bastante estables. Tomando como referencia las últimas 5 elecciones legislativas nacionales, Cambiemos sostiene un espacio electoral que ronda –y tiende a superar- el millón de votos (estando bastante por debajo de estos números sólo en 2013, cuando fueron por separado la UCR y el PRO y sacaron unos 759 mil votos).
Hacemos por Córdoba sostiene un espacio que ronda –a veces ligeramente por encima o por abajo- el medio millón de votos (con una caída abrupta en 2019, donde fue a las legislativas nacionales con “boleta corta”, sin candidato presidencial, y sufrió una fuga de votos mayoritariamente a Cambiemos -y en menor medida al Frente de Todos-).
Por su parte, el Frente de Todos está claramente en su piso histórico, levemente por arriba de su peor elección que fue en 2017 (donde sacó 199.683 votos) pero muy lejos de sus guarismos de 2013 y 2015 (305.789 y 385.387 votos respectivamente) y ni hablar del casi medio millón de votos que obtuvo en 2019, traccionados por la alta polarización de la elección presidencial. La estabilidad de las tendencias y espacios electorales se refleja en un voto conservador no sólo por la primacía de opciones a la derecha sino porque el Frente de Todos, que históricamente reclamó para sí una identidad progresista, derechizó su discurso y sus candidatos para competir con el espacio electoral del gobierno provincial (y en los términos del gobierno provincial: la gestión). Es decir, jugaron a elecciones conservadoras, tanto por el objetivo estricto de “conservar” un diputado como por el contenido de su campaña. Esto en el marco de su política nacional de postularse como el mal menor frente a la derecha (reconocimiento del ajuste incluido) y alentar un discurso de la resignación donde siempre es imposible cambiar la relación de fuerzas y el gobierno sólo puede administrar el ajuste. Todo esto se expresó en que su mayor caída de votos se registró en Córdoba Capital, donde está reconcentrado el electorado progresista. Una opción que no enamora (y pierde capacidad expansiva) pero que tampoco termina de desencantar a los propios, un núcleo electoral que exhibe fidelidad “a prueba de candidatos” (y proyectos políticos). Así las cosas, electoralmente hablando Córdoba no dio sorpresas para nadie.
No tan distintos
Tampoco se modificaron los fundamentos sociales y políticos que explican estructuralmente los espacios electorales que ya hemos analizado en elecciones anteriores y creemos que conservan capacidad explicativa: el gravitante peso del sector sojero en la zona núcleo sojera (base social del proyecto de Cambiemos), el peso social e ideológico de las clases medias urbanas, las políticas de fuerte contención social que evitan que los récords de pobreza escalen a estallidos sociales y crisis política, la ubicación pro-macrista del peronismo local y un régimen de gobierno marcadamente conservador al servicio de las grandes multinacionales.
Se llegó a las elecciones con una dinámica socialmente conservadora desde el punto de vista de la baja conflictividad. Luego de un 2020 signado por la lucha de sindicatos de peso como UTA y SUOEM (cerradas con saldo contradictorio donde el gobierno avanzó en imponer peores condiciones pero no asestó derrotas en toda la línea) y distintas luchas de sectores precarizados, la relativa calma social de este año abonó el conservadurismo político.
La asimilación e integración cada vez mayor del kirchnerismo local al gobierno provincial (que comenzó hace años diluyendo su bancada parlamentaria en la del peronismo local y tuvo hitos como bajar lista provincial para apoyar a Schiaretti gobernador) en todos los terrenos es parte de la fortaleza que exhibe el régimen y de la construcción de la pasivización social. Cada ataque importante del régimen provincial a los trabajadores contó con la inacción, cuando no el aval abierto, del kirchnerismo sindical y político. Frente al ajuste a los jubilados provinciales (que vieron reducidos al menos un 6 % sus haberes jubilatorios, además perder contra la inflación) los sindicatos cercanos al kirchnerismo (UEPC, Luz y Fuerza) se sostuvieron en la completa inacción, mientras los propios legisladores referenciados en Carlos Caserio, cabeza de la fórmula del Frente de Todos, dieron sus votos en la Legislatura para consumarlo.
Los movimientos sociales alineados con el Frente de Todos a nivel nacional como el Movimiento Evita en Córdoba (que dirige la UTEP provincial) son parte clave del esquema de gobernabilidad que le garantiza calma social al gobierno provincial pese al 46, 6 % de pobreza que produce su modelo. Las elecciones, como las relaciones de fuerza, también “se construyen”.
Las tendencias de masas que expresan se desenvuelven sobre factores objetivos generales, subjetividades sedimentadas a través de la experiencia en el tiempo y sobre las corrientes políticas, sindicales y sociales que actúan en la realidad. Como venimos insistiendo, las distintas (y no tanto) expresiones del peronismo local son también, en sus diversos grados, “padres de la bestia” de una derecha que, bajo las condiciones dadas, se consolida electoralmente.
En la presentación de Ambidiestra, uno de sus últimos libros, Taborda Varela le puso nombre a una sensación: “Córdoba aburre”. Aburre esta suerte de Pacto de la Moncloa mediterráneo donde todo está adentro del régimen bipartidista conservador. Y todos, no son tan distintos.
¿Vencedores vencidos?
Mirando hacia adelante, el resultado electoral deja planteada la posibilidad de que Cambiemos le arrebate la gobernación a Unión por Córdoba en 2023. La combinación entre la extinción (biológica) de la posibilidad de sostener la alternancia De La Sota-Schiaretti que primó en las últimas dos décadas, sumado a la resurrección (política) de la figura de Juez, plantean la posibilidad de que se agote el esquema por el cual Hacemos por Córdoba se impone en las ejecutivas provinciales y cambiemos en las legislativas y presidenciales nacionales compartiendo el mismo espacio electoral.
Luego de las últimas elecciones a gobernador donde Schiaretti ganó con un histórico 57 % de los votos, decíamos lo siguiente: “Peronismo hacia adentro y macrismo hacia afuera, las dos almas del cordobesismo realmente existente. Por eso el gobernador más votado de la historia provincial fue a las PASO con lista corta. (…) Las pasadas elecciones ratificaron que la fortaleza del gobierno de Schiaretti es también su debilidad: su proyección nacional es el macrismo. 6 de cada 10 votos de Hacemos por Córdoba fueron a Macri presidente, y Schiaretti sólo ganó 1 de los dos diputados a los que aspiraba.”
Estas contradicciones escalaron a un nuevo nivel, con un gobierno provincial que no tiene una figura de sucesión clara hacia 2023 y puede estar en las postrimerías de su fin de ciclo. En lo inmediato, Schiaretti “acusó recibo” recrudeciendo una política de saturación policial en las calles para regimentar la protesta social, como vimos en diversas movilizaciones de organizaciones sociales y en la movilización del 25 N en el día contra la violencia hacia las mujeres. Busca mostrar un perfil de mano dura hacia el electorado de Cambiemos así como dar un mensaje aleccionador frente a la lucha social.
En el terreno político, como respuesta directa ante su debilidad estratégica el PJ provincial lanzó los rumores de una potencial candidatura presidencial de Schiaretti para 2023, pensando más en el pago chico que en la perspectiva de que sea una posibilidad real.
Faltando un siglo para 2023, todas las posibilidades están abiertas y a su vez están condicionadas por la dinámica de la propia coalición de gobierno nacional, una suma de debilidades que por ahora cruje pero no se rompe y en lo inmediato no habilita a un rearmado del peronismo de centro opositor al kirchnerismo.
Mientras algunos plantean la posibilidad de un acuerdo del PJ con Cambiemos en la provincia (que podría incluir la posibilidad de establecer las paso para las elecciones provinciales), tampoco es descartable que la contradicción que atraviesa al PJ provincial lo empuje a aumentar la presión para una mayor asimilación del kirchnerismo hacia una política de unidad bajo su hegemonía.
Más que la música del futuro de las hipótesis políticas, lo que nos interesa son las tendencias que ya están inscriptas: el contenido de la campaña que encaró el kirchnerismo expresó la orientación de ir a la disputa de los votos del peronismo y su aparato. De ahí la incorporación de Olga Ruitort en una lista encabezada por candidatos menos progresistas aún como Martín Gill y Carlos Caserio. La mayor cosecha de votos que éstos últimos obtuvieron en sus territorios en comparación con el promedio general de votos del Frente de Todos, podría fortalecer esta orientación conservadora.
Lo cierto es que en la siempre referida “disputa de proyectos” que atraviesa al kirchnerismo local hace rato que viene imponiéndose el de la creciente adaptación al peronismo de signo conservador que gobierna hace dos décadas la provincia.
La elección de la izquierda
En un marco signado por la pasividad y una campaña electoral de conjunto corrida a la derecha la izquierda se vio ante un escenario difícil. Desde el punto de vista electoral, obtuvo el 3,54% a nivel provincial y 5% en la capital. Un leve retroceso del 4,3% obtenido en las PASO (que en términos absolutos marca un ligero descenso de unos 10 mil votos), pero sobre la base de una recuperación importante respecto del 2019.
En una larga campaña luego de las PASO donde se impuso la lista unitaria encabezada por Laura Vilches (PTS) y Liliana Olivero (IS), el Frente de Izquierda Unidad buscó plantear los grandes problemas de las mayorías trabajadoras y populares como el empleo, la precarización laboral, la vivienda.
La arena electoral fue utilizada para instalar ideas y debates como la propuesta de la reducción de la jornada laboral para resolver la falta de empleo, que fue vista con simpatía por franjas de trabajadores y jóvenes precarizados. Ante una marcada ausencia de debates profundos, la izquierda enfrentó de lleno los planes de la derecha de avanzar en una reforma laboral, como Juez que plantea la eliminación de las indemnizaciones.
En un clima conservador, expresamos la izquierda que acompañó y apostó al desarrollo de cada proceso de lucha y organización que surgió de los sectores obreros, juveniles, del movimiento de mujeres y ambientalista. Esto quedó expresado en el apoyo activo de diversos luchadores, desde choferes autoorganizados del transporte, las trabajadoras de la limpieza, trabajadoras y trabadores municipales que enfrentaron al ajuste de Llaryora, trabajadores jaboneros, de la alimentación, de la salud como el hospital Transito Cáceres y del geriátrico El Ángel en lucha, jóvenes precarios que denunciaron las listas negras en gastronomía, pibes organizados en asambleas de deliverys, estudiantes que vienen de pelear por la absolución de lxs 27, trabajadoras feriantes que combaten contra el gobierno municipal, asambleístas en defensa del ambiente, familias que luchan contra el gatillo fácil, entre otros.
Fenómenos muy incipientes aún pero significativos en términos de contenido de un apoyo consciente a la izquierda que defiende sus reivindicaciones y fue parte activa de sus luchas.
El FITU hizo buenas elecciones en Sierras Chicas, con un 4,2% en el departamento Colón que estuvo por encima de la media provincial. En la zona, son muy sentidas las demandas tanto contra la precarización laboral como en defensa del ambiente.
Ante el consenso extractivista de Cambiemos, Hacemos por Córdoba y el Frente de Todos, el Frente de Izquierda Unidad no sólo sostiene consecuentemente un programa en defensa del ambiente sino que acompaña los procesos de autoorganización de las distintas asambleas.
Se expresa que allí donde surgen activismos más extendidos y permanentes que luchan por sus demandas y logran que éstas adquieran gravitación regional, el voto a la izquierda aparece como una opción política más viable.
En relación a qué expresa la elección de la izquierda, el Partido Obrero (que obtuvo el cuarto lugar luego de las internas a las que decidió ir bajo el argumento de que no les correspondía el cuarto lugar) viene sosteniendo definiciones como mínimo afiebradas.
Junto a afirmaciones del tipo “El Partido Obrero protagonizó la más grande movilización que la izquierda haya desarrollado en la historia de la provincia” (dejamos a quien lee sacar sus propias conclusiones tratándose de la provincia del Cordobazo y el Viborazo), viene sosteniendo que el Polo Obrero es el motor de la recomposición política del Frente de Izquierda por la cantidad de votos obtenidos en los barrios donde tiene inserción, en los que el Partido Obrero asegura que hay un “reagrupamiento político revolucionario sin precedentes.”
No dudamos de la voluntad de lucha que sin dudas tienen esos compañeros y compañeras del Polo, pero por más definiciones políticas exageradas y autoproclamatorias por parte de la dirección del PO la realidad no se ajusta a su molde. Los datos muestran que fue justamente en esos barrios donde el voto al FITU cayó el doble del promedio general.
Tomando los datos de los barrios que en su balance posterior a las PASO el PO mismo se atribuye representar (Villa Boedo, Chacra de la Merced, Ciudad de Mis Sueños, Maldonado, la Floresta Sud, Ampliación Cabildo, Ciudad Angelelli, Nuestro Hogar III, Renacimiento, Ciudad Evita, Guiñazú, San Jorge, Comercial, Avellaneda, José Ignacio Díaz, Muller, Parque República, Arguello norte, Inaudi), el voto al FITU cae en las generales un 32, 70 %, duplicando el promedio de caída del voto (que fue del 15.93 %).
En algunos barrios la caída ronda el 40 %: Villa Boedo (caída del 42 %) Maldonado y Renacimiento (del 41 %), Residencial San Roque (del 37 %), José Ignacio Díaz (del 38 %). Un “agrupamiento político revolucionario” que como mínimo no se expresa en el apoyo sostenido a la izquierda da que pensar. El PO salió muy apresurado después de las PASO a atribuirse los votos del FITU, y en las generales plantean un balance que no surge de comparar el desempeño en esos mismos barrios que antes mencionaban. No se trata de centrarnos en este análisis en sí mismo, ya que la clave es analizar las tendencias generales. Sólo buscamos despejar la paja del trigo para avanzar en un análisis realista, por fuera de toda discusión mezquina.
La pelea estratégica por la emergencia de una fuerza social y política independiente
Si las elecciones fueron la foto de esa “Córdoba que aburre”, conviene no trasladarla mecánicamente a la dinámica social. No sólo porque el fortalecimiento electoral de la derecha no equivale a un “cheque en blanco” para avanzar en la quita de derechos laborales y profundizar el ajuste, sino porque, frente a los condicionamientos que busca imponer el FMI, estará inscripta la posibilidad de nuevos fenómenos de lucha para defender las condiciones de vida.
La incipiente expresión de luchas de sectores precarios que sufren el retraso salarial y ataques con despidos (como fueron las trabajadoras de limpieza, docentes suplentes y de call centers, como en este momento son los trabajadores del geriátrico El Ángel) puede adelantar una tendencia que, de expresarse en la base de los grandes sindicatos, implique la entrada en acción de sectores más extendidos de la clase trabajadora.
La izquierda tiene el enorme desafío de aportar al desarrollo de los fenómenos de lucha y organización, en el camino de construir una alternativa política verdaderamente independiente que, frente a las falsas opciones que se postulan como opositoras, sea la expresión de las demandas de la otra Córdoba que la foto electoral no refleja.
El punto de apoyo es la consolidación del FITU como tercera fuerza nacional, conquistando 4 bancas en el Congreso que estarán al servicio de las luchas, expresando no sólo el afianzamiento y crecimiento de un espacio electoral sino un fenómeno más profundo de avance de la conciencia y de una experiencia política que sectores obreros, populares y juveniles comienzan a hacer con el gobierno.
En diversos terrenos, existen en Córdoba activismos de lucha dispersos que, de darse fenómenos más profundos, pueden extenderse e impactar más de lleno en la dinámica provincial, llevando a experiencias más profundas con las fuerzas que se reclaman progresistas y cuya integración al régimen les quita cada vez más fuerza social.
En el terreno de la lucha antirrepresiva y por los derechos democráticos, surgen permanente nucleamientos de familias y jóvenes que se organizan contra el gatillo fácil y la impunidad policial, como sucedió luego del asesinato de Blas Correa, con la Comisión Justicia por Joaquín Paredes de Paso Viejo que además une y suma familiares de nuevos casos de Cruz del Eje; la familia de Lautaro Guzmán, José Ávila, o en Río Tercero, con los familiares de Yamil Malizzia, Lucas Funes, y la familia Villalobos organizados en común, entre tantos otros casos.
Estos agrupamientos surgen con un enorme esfuerzo desde abajo, sin ser alentados hasta el final por una Mesa de Trabajo por los Derechos Humanos que, integrada al gobierno de Schiaretti, no busca transformarlos en un gran movimiento antirrepresivo (como en su mejor momento perfiló la Marcha de la Gorra, estando entonces el kirchnerismo en la oposición política y social a De La Sota)
Lo propio vemos en relación a hacer de la absolución de lxs 27 estudiantes procesados por luchar una gran causa democrática contra el régimen provincial. De darse un fenómeno antirrepresivo más amplio y profundo, ¿qué capacidad de intervención tendrán quienes avanzaron en su integración al gobierno provincial? Lo propio podemos decir del activismo ambiental, cuyas asambleas capilarizan el interior de Córdoba y son muy activas en organizar a los vecinos en defensa de los recursos.
Allí el Frente de Todos no puede ni discursivamente proponerse representar sus demandas, ya que sostiene el mismo programa extractivista de Schiaretti, al punto que llevaron como cabeza de lista a Caserio, promotor de la autovía de montaña y el negocio inmobiliario. ¿Qué capacidad de acción tendrán de darse fenómenos de lucha de envergadura provincial como fueron la defensa del agua en Mendoza o el levantamiento del pueblo de Chubut contra la megaminería?
En el terreno de la lucha de las mujeres, luego de intentar cooptarla por la vía de la inter-sindical, las organizaciones kirchneristas se retiraron hace varios años de la Asamblea Ni Una Menos, que se sostuvo como un polo de reagrupamiento independiente del Estado de las mujeres y disidencias que luchan por sus derechos y es una referencia para la organización de las familias de múltiples casos de violencia machista, trata, abuso infantil, entre otros.
El pasado 8 M, frente a la bronca por los casos de violencia machista y buscando evitar que se expresara el descontento con la política del gobierno provincial y nacional, las organizaciones kirchneristas convocaron a otro recorrido (buscando redirigir la bronca sólo hacia la justicia), lo que no impidió que la movilización más convocante fuese la independiente. Más recientemente, en la movilización por el día internacional de lucha contra la violencia hacia las mujeres del 25 N, las organizaciones kirchneristas debieron plegarse a la convocatoria realizada por el Ni Una Menos, que leyó un documento muy crítico con los gobiernos nacional y provincial. Muestras de una capacidad de contención que se ve cada vez más debilitada tras años de una política de pasivización.
Una tras otra, el kirchnerismo entregó posiciones en aras de una orientación conservadora que lo debilitó no sólo electoralmente sino como actor capaz de organizar la oposición social al gobierno provincial y el fortalecimiento de la derecha.
Las pasadas elecciones universitarias donde creció la Franja Morada y el espacio kirchnerista retrocedió (perdiendo centros de estudiantes y dos consiliarios), refleja la dinámica.
Luego de una intervención conservadora en la lucha de 2018 que encontró a La Bisagra como “bomberos” tratando de contener los procesos de autoorganización estudiantil, en las elecciones terminaron retrocediendo no solo ante la Franja Morada, sino frente a Jóvenes por la Universidad (el peronismo schiarettista aliado a un sector de Libres del Sur). Una máxima: entre el original y la copia, se elige al original.
Más allá de la foto electoral, el desafío es intervenir con audacia en cada fenómeno progresivo, buscando empalmar con las mejores tendencias a la autoorganización, impulsando la coordinación, apostando a organizar a los sectores políticamente más conscientes y batallando para que en esos procesos comience a fortalecerse una verdadera alternativa política de los trabajadores, las mujeres y la juventud.
Partiendo de las posiciones conquistadas (nacionales y provinciales) nos proponemos impulsar el más amplio frente único para ser parte de una gran lucha nacional contra el acuerdo que tanto gobierno como oposición buscan sellar con el FMI. Un acuerdo que sólo puede implicar políticas de ajuste para cumplir las exigencias del Fondo.
Como sostuvimos durante la campaña, es absolutamente incompatible un plan favorable a los intereses populares y nacionales subordinando la economía nacional a los designios del FMI, por lo que necesitamos impulsar este 11 de diciembre la más amplia movilización nacional que muestre que los límites a la política de ajuste se van a poner en la calle. |