Lorena Miño tenía una orden de captura desde el sábado, cuando otros cinco agentes de la Policía de la Ciudad fueron detenidos en la causa por el homicidio del joven jugador de Barracas Central. Victimizándose, publicó un video antes de entregarse. Su abogado dice que puede declarar cuestiones que “son de importancia para esclarecer el hecho”.
Llorando frente a cámara, con su abogado al lado, y repitiendo muchas veces “yo no tengo nada que ver”. Así publicó un video Lorena Miño, oficial de la Policía de la Ciudad de Buenos Aires, presentándose públicamente antes de entregarse en los tribunales porteños. Sobre ella pesaba una orden de captura en el marco de la causa en la que se investiga el crimen de Lucas González (17 años), baleado por policías de esa fuerza la mañana del miércoles 17 de noviembre en el barrio de Barracas.
Miño está acusada de “encubrimiento agravado, privaciones de la libertad agravadas y falsedades ideológicas” junto a otros cinco miembros de la fuerza detenidos el sábado. Al enterarse de la orden en su contra, la oficial decidió darse a la fuga hasta este lunes, ganando tiempo para planificar su coartada con su abogado defensor, Roberto Castillo.
Esta mañana publicó a través de las redes sociales el video donde da su versión de los hechos. Luego, antes de entregarse ante el juez Martín del Viso, dio algunas entrevistas a medios nacionales y hasta dos improvisadas conferencias de prensa. Siempre junto a su abogado.
En síntesis, lo que manifiesta Miño es no tener ninguna responsabilidad en los hechos de los que se la acusa penalmente. Sólo reconoce haber llegado al lugar junto a su compañera Micaela Fariña, alertadas por una modulación de radio que hablaba sobre un “enfrentamiento” entre efectivos de la Brigada y “cuatro masculinos armados” en la esquina de Iriarte y Vélez Sarsfield. Ellas estaban a pocas cuadras de distancia.
Miño y Fariña son las dos policías que los amigos de Lucas encontraron en Alvarado y Perdriel tras huir a bordo del Volkswagen Suran azul convencidos de que los hombres que los atacaron a tiros dos cuadras antes (Gabriel Isassi, José Nievas y Fabián López) eran ladrones.
Según Miño, cuando encontraron a los chicos la Suran ya estaba estacionada y ellas solamente les pidieron que descendieran del auto. “Uno se dio a la fuga, los otros decían ‘le dispararon a mi amigo, no dijeron que eran policías, eran chorros’”, dice y repite la oficial en el video y en las conferencias de prensa.
Además de mostrarse compungida por la muerte de Lucas, Miño busca todo el tiempo quedar como víctima, al manifestar que no sólo no encubrió a nadie sino que esa mañana sólo cumplió órdenes e incluso la mandaron a cortar una esquina, con lo que nada sabe de la adulteración de pruebas y el plantado de un arma en el auto donde viajaba Lucas.
Ahora dice que tiene mucho miedo, que ella no estaba preparada para estar detenida. Argumenta que hace sólo tres meses que es policía y que es impensable que ella sea cómplice de nada ya que sólo es miembro de la fuerza para poder ayudar a su familia que vive en Corrientes.
En las puertas de los tribunales porteños Miño afirmó que le contará al juez Del Viso “todo lo que pasó”, que está siendo injustamente detenida porque ella no vio “nada” y que su fuga se debió básicamente al temor a recibir algún tipo de represalias, aunque en ningún momento especificó de parte de quién.
A su abogado le preguntaron si el testimonio de la oficial “es clave para desarmar la coartada del resto de los policías”, a lo que Castillo respondió que sí. “Hay cuestiones que ella me comentó a mí que creo que van a ser de importancia para esclarecer el hecho”, dijo el letrado y agregó que si a su clienta la hubieran llamado a declarar en calidad de testigo y no detenerla como acusada, “podrían haber esclarecido mejor el hecho”.
Miño dice entre sollozos que no sabe nada y que no tiene nada que ver. Pero su abogado asegura que cuando le cuente todo al juez se podrá esclarecer el caso mucho más fácilmente. ¿Sabe o no sabe? ¿Qué tiene para decir sobre el accionar de sus compañeros de la fuerza? ¿Llora desconsoladamente por miedo a que sus camaradas de armas la quieran hacer callar antes de que “prenda el ventilador”?
Una de las primeras “materias” no escritas que se aprenden en las academias de la Policía (la de la Ciudad, la Bonaerense, la Federal o cualquier otra del país) es que a los “compañeros” de la fuerza no se los delata, aún si cometieron el crimen más atroz. Y la historia demuestra que prácticamente la totalidad de suboficiales, oficiales, sargentos y comisarios cumplen con ello hasta el día mismo de su muerte.
¿Miño será la excepción? No es posible saberlo. Lo cierto es que en la fuerza represiva que conduce Horacio Rodríguez Larreta el llanto y, sobre todo, las palabras de la inexperta uniformada correntina están haciendo mucho ruido. No es para menos.