Marta Ortega será a partir del 1 de abril la nueva presidenta de Inditex, tras la salida de su actual dirigente, Pablo Isla. La decisión ha sido tomada por este último y por Amancio Ortega, fundador de Inditex y padre de la nueva presidenta. Con ello se culminaría el proceso de relevación generacional que la empresa llevaría buscando desde 2011 cuando el propio Amancio dio un paso al lado y dejó la presidencia.
La decisión ha sido justificada por la experiencia laboral de la candidata tras “quince años de trabajo” en la empresa donde habría dirigido múltiples campañas y ha sido a de las piezas clave dentro de Zara, una de las marcas insignias del emporio. Como de forma regular, la noticia ha sido acompañada de méritos y galardones que acreditarían dicho ascenso, en un típico ejercicio de meritocracia.
Siguiendo esa máxima ideológica de vender que todo empresario ha empezado desde abajo y que ha sido fruto del esfuerzo personal, es previsible que algunos medios de comunicación traten de plantear la misma escenografía para alguien que por ser hija de quien es, se colocaba automáticamente como una de las personas más ricas del Estado Español. ¡Todo un mérito ascender en los círculos burgueses desde esa “humilde” posición!
Pero poco nos importa si Marta Ortega cumple el perfil o no para ser la burguesa que explote eficientemente a sus trabajadores en empresas que se deslocalizan a países de la periferia capitalista para aprovechar los mayores grados de sobrexplotación que se permiten. Al fin del al cabo, como exponía el filósofo Michael Sandel, la burguesía suele asegurarse de que sus hijos acumulen las credenciales necesarias que su propio sistema y relato solicitan para los puestos que ya les tienen asegurados de antemano.
Lo importante es señalar el modelo de explotación que sin duda se mantendrá con la nueva presidencia en la que 4 millones de obreros en Bangladesh sufren un grave riesgo en sus vidas y en lo laboral, con una gran presencia de niños de 14 y 15 años como mano de obra barata en beneficio de una minoría privilegiada de explotadores. O sin irnos tan lejos, con la propia plantilla de Inditex en Zaragoza, en guerra contra el imperio de Amancio Ortega… y ahora el de su hija. Mientras la empresa obtiene miles de millones, se niega a un acuerdo de subida salarial y la reducción de las horas anuales de jornada.
Da igual si la heredera al igual que su padre se decida a donar dinero (al mismo tiempo que hace ingeniería fiscal) para lavar su imagen, cuando lo relevante no cambia de esencia, sino que solo cambian las manos de quienes dirigen la explotación. |