El pasado 25 de julio, una familia de campesinos en Guanajuato que venían de trabajar su milpa, corrió a refugiarse de la lluvia y del granizo bajo un árbol que atrajo un rayo, mismo que terminó con sus vidas. Sólo pudieron salvarse una mujer y su hijo debido a que se encontraban a una mayor distancia del árbol, pero también resultaron heridos.
Esta tragedia, provocada por un hecho de la naturaleza, muestra la indefensión en la que se encuentran los trabajadores y los sectores populares.
Es totalmente injusto que mientras los políticos y los grandes empresarios mantienen un alto consumo, se dan gustos extravagantes y totalmente innecesarios, una familia en el campo tenga que morir debido a sus terribles condiciones de trabajo, mismas que deben afrontar a fin de proporcionarse el sustento.
Millones de personas en nuestro país deben jugarse la vida para llevarse algo de comer a la boca, mientras que sólo un puñado vive de manera lujosa y a costa del trabajo de los primeros, quienes ni siquiera cuentan con las condiciones mínimas de seguridad para realizar su labor.
Como mencionamos aquí, conforme al estudio realizado por el Dr. Gerardo Esquivel de Oxfam México, sólo el 1% de la población (entre ellos 4 multimillonarios) concentra el 43% de la riqueza del país. Mientras que los datos de pobreza, dados a conocer el pasado 23 de julio por la Comisión Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), revelan que desde el 2012 a la fecha el número de personas consideradas en estado de pobreza incrementó 2 millones.
Las condiciones de trabajo en el campo son arduas y poco provechosas con respecto al tiempo que se necesita invertir en la cosecha, sobre todo cuando se carece de herramientas modernas que faciliten el trabajo. Por esto es que la labor del campo requiere normalmente de la fuerza de la familia entera, quienes deben buscar otras fuentes de sustento durante los periodos en los que se debe esperar a que la cosecha crezca.
A pesar de tratarse de un trabajo laborioso y de suma importancia para la alimentación, en nuestro país, como en muchos otros, el sector agrícola se ha mantenido en el abandono por parte del gobierno desde hace años. La crisis del sector se agudizó a partir de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América de Norte (TLCAN) en 1994. Y campesinos y agricultores trabajan en pésimas condiciones y sin derechos laborales, sin mencionar la carencia de sus derechos sociales.
Lo justo es que los políticos ganen lo mismo que un trabajador promedio, que se eleve el salario de acuerdo con la canasta básica ajustable en función de la inflación, y que los productos de la tierra sean para quienes las producen.
Con información de El País. |