Desde que ocurrió la tragedia entre las estaciones Olivos y Tezonco, Enrique Horcasitas Manjarrez ha sido muy nombrado ya que, durante la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal de Marcelo Ebrard, tiempo en el que se inauguró la nueva ruta del sistema de transporte público, el acusado se desempeñó como el director general del Proyecto Metro Distrito Federal y de la Línea 12.
Cabe señalar que, en 2014, el ingeniero de profesión fue destituido del cargo, al ser señalado como el responsable de las primeras fallas que se reportaron en la línea que corre de Mixcoac a Tláhuac, todo esto en el gobierno de Miguel Ángel Mancera, otro de los responsables de tal tragedia.
Crónica de un desastre anunciado
Grisel Salazar, académica del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), advirtió que la probabilidad de que el derrumbe de la Línea 12 quede en la impunidad, es alta, sumado al contexto político actual y el mal diseño de las instituciones dedicadas a la rendición de cuentas.
Desde el fatídico suceso, la multiplicidad de instituciones que intervinieron, cuatro federales y tres locales, para supuestamente investigar y castigar a los responsables de la mala construcción de la línea, no ha servido para que haya justicia.
Los problemas se fueron acumulando, desde la autorización de una línea que abrió de manera prematura, con fallas evidentes después de su inauguración, desde su diseño. Fallas que pudieron tener solución, como rodadura neumática en vez de férrea; trazo subterráneo, como se recomendó, en vez hacerlo por la superficie, etc. No la negligencia y complicidad criminales, entre gobierno y empresarios, que se cobró la vida de tantas personas inocentes.
Una responsabilidad que nadie quiere asumir
Desde lo ocurrido, es la tercera vez que la empresa noruega DNV deja en suspenso la entrega del informe final sobre el peritaje para analizar las causas del colapso del metro. Se presentó un informe preliminar el 16 de junio, y en esa ocasión dio a conocer que el 14 de julio habría un segundo reporte para dar un último informe el 30 de agosto, en el que se explicaría la causa central del colapso.
Dicho informe fue pagado por el gobierno de la Ciudad de México, encabezado por Claudia Sheinbaum, con el fin de investigar el accidente. Los principales responsables del hecho son las empresas constructoras de la infraestructura, junto con los encargados de supervisar las obras y darles mantenimiento. Es decir, Carlos Slim, Marcelo Ebrard, Miguel Ángel Mancera y la propia Claudia Sheinbaum.
Ante esta grave situación, el metro sigue siendo una bomba de tiempo para trabajadores y usuarios. La falta de inversión en mantenimiento fue denunciada en reiteradas ocasiones por técnicos que laboran en la red del Sistema de Transporte Colectivo-Metro de la Ciudad de México.
El ahora secretario de Relaciones Exteriores del gobierno de AMLO, Marcelo Ebrard, fue en su momento responsable político de las obras cuando ocupaba el cargo de jefe de gobierno de la Ciudad de México.
Este fue uno de los principales escándalos de su gestión. Justamente, la construcción de la Línea 12 presentó fallas en 2013, cuando él ya había concluido su administración; sin embargo, las consecuencias de las deficiencias en la compra de trenes y vías para esta obra de transporte son una de las tantas causas de este desastre.
Para marzo de 2014, Miguel Ángel Mancera, ya siendo jefe de gobierno de la capital, se vio forzado a suspender las operaciones en un tramo de la obra. Tramo que reabrió hasta noviembre de 2015. Mancera tuvo que salir ante los medios a intentar exhonerar a su antecesor.
Como podemos apreciar, algo tan rutinario como volver a casa luego de la jornada laboral, o volver al trabajo luego de extenuantes horas de trabajo con poco descanso, es parte del proceso que mantiene la producción en movimiento. Sin embargo, el capitalismo voraz de hoy en día sacrifica a las y los trabajadores a costa de sus ganancias. Se usan materiales de construcción defectuosos, se edifican obras en altura en terrenos no aptos para hacerlos, se reduce al mínimo el mantenimiento del transporte público.
Y, por si fuera poco, no hay responsables, nadie se hace cargo de tan terrible acontecimiento, lo que deja en claro una vez más la complicidad entre el poder político y económico, a los que no les interesan las vidas de la clase trabajadora. Solo buscan optimizar sus ganancias y reducir los costos, a costa de la vida humana. |