El expresidente Mauricio Macri está en Chile. Viajó por su rol de presidente de la Fundación FIFA y se reunió con el presidente Sebastián Piñera, que está por terminar su mandato con un nivel de desaprobación de los más altos de la región en las últimas décadas.
Este miércoles, el líder de Juntos por el Cambio dio una conferencia de prensa desde la Casa de la Moneda y allí le preguntaron su opinión sobre José Antonio Kast, el candidato de ultraderecha que ganó la primera vuelta de las elecciones el 21 de noviembre y se enfrentará el 19 de diciembre en un balotaje contra el centroizquierdista Gabriel Boric.
Muchos medios argentinos de derecha se hicieron eco del hecho diciendo que Macri “respaldó” a Kast. Lo cierto es que más bien, eludió la pregunta. Dijo que “no lo conoce”, algo poco creíble para cualquier político, pero que “calcula” que va a seguir el rumbo de estos 30 años de gobiernos de la concertación y el partido de Piñera, lo cual él aconseja.
De hecho, lo que si hizo fue reivindicar todos esos años: “Hoy Chile para mí es el único país de primer mundo que tenemos en Latinoamérica. Han sido muy exitosos en construir, en desarrollarse y fortalecer sus instituciones. Eso les ha permitido ir reduciendo la pobreza y generando mayor inclusión año a año. Desde Argentina se lo ve al proceso como algo que marca un rumbo para la región”. Se trata del extraño caso del país “exitoso” y con “inclusión” en el que la población no tiene garantizada la salud ni la educación, donde las personas adultas fallecen esperando sus turnos médicos.
Un discurso por fuera de la realidad, teniendo en cuenta que los partidos a los que elogia acaban de sacar resultados marginales en las elecciones después de gobernar el país durante tres décadas. Macri dio una explicación de los motivos de la revuelta del 2019 (a la que llamó “incendios bestiales”). Según su visión, en ese momento el régimen pinochetista “perdió el equilibrio” en su afán de “innovar y renovarse”.
Pero la realidad es otra: en el 2019, el aumento del boleto del transporte público fue la gota que rebalsó el vaso después de 30 años de desigualdad, de despojos y violencia contra un pueblo que dijo basta bien fuerte en las calles, organizándose y hasta poniendo en aprietos al régimen con una huelga general que obligó a Piñera y al resto de los partidos capitalistas a reubicarse y buscar un desvío a esa movilización.
Cuando Macri habla de la posibilidad de “innovarse y renovarse” se refiere a ese proceso constituyente que, aunque no está resolviendo ninguno de los problemas estructurales que puso sobre la mesa la revuelta, fue la manera que encontró el régimen para reconocerlos y confesar que el “oasis” no era más que un desierto del “sálvese quien pueda”, con una desigualdad enorme.
“A veces siento como que no terminan de valorar lo que han logrado. Construir lleva mucho tiempo, como les llevó a ustedes: más de 30 años. Destruir se puede destruir en muy poco tiempo. Cuiden lo que tienen”, fue el alerta de Macri a los grandes empresarios chilenos, sabiendo que el proceso que se abrió hace dos años está muy lejos de estar cerrado. |