Huelga de hambre de presos políticos, inauguración de la Ruta de la Memoria en el Estadio Nacional, homenaje a los 119, libertad condicional a uno de los asesinos del Caso Degollados, agentes DINA prófugos fotografiados en la calle, por solo mencionar algunos hechos que han marcado la pauta noticiosa.
En todos y cada uno de ellos, se re-devela lo que muchos ya sabemos, pero que siempre es bueno recordar: la dictadura cívico militar chilena, no solo desarticuló los avances y conquistas de los 70s, sino que en la década siguiente, se encargó de perseguir, apresar y torturar de una manera brutal a quienes ya en las calles desafiaban los toques de queda y la normalidad impuesta a punta de fusil por el régimen.
Pero esto no acabó ahí. En los 90s, ya de vuelta a la (su) democracia, la denominada “familia militar” y sus cómplices, se aseguraron de quedar impunes. Si bien no zafaron de la prisión, crearon una cárcel especial para ellos con todas las facilidades y comodidades de un hotel cinco estrellas. Se rieron. Dijeron no tener mayor información del paradero de miles de detenidos desaparecidos, y cuando los presionaron más, entregaron un mínimo porcentaje de datos y que gran parte de estos, resultaron ser falsos. Nos mintieron.
El inicio del nuevo siglo no fue muy distinto, inaugurado con la muerte del dictador -impune y en una de sus múltiples casas- con un multitudinario funeral y honores militares. Se salieron con la suya.
Pero la bota militar, además de dejar una larga estela de muerte y represión, a su vez creó sus antagonistas. Surgieron miles de luchadores como parte del movimiento anti dictadura. Algunos trabajadores sobrevivientes de la combativa generación anterior quienes junto a los jóvenes estudiantes o que se habían quedado “pateando piedras” en las poblaciones, enfrentaban a diario balas y tanquetas. Muchos de ellos literalmente dieron su vida o quedaron marcados para siempre. Y así, surgieron los rostros de la resistencia.
Nombres como Carmen Gloria Quintana y Rodrigo Rojas Denegri, quedarían marcados para siempre en la memoria de muchos, luego que ambos fueran cobardemente quemados por una patrulla militar y luego abandonados en un sitio eriazo a su suerte. Hoy la imagen de Carmen Gloria, reaparece con fuerza, con las claras marcas del nefasto pasado, pero también con una voz feroz de denuncia en relación a la impunidad de los gobiernos democráticos.
La misma situación, con el caso de los profesionales Guerrero, Nattino y Parada, conocidos por el Caso Degollados, resultado de un escarmiento de Pinochet contra sus cuasi-verdugos. Hoy, uno de los asesinos del caso, hallado culpable y condenado a cadena perpetua, obtuvo el beneficio de la libertad condicional. Nadie entiende nada. El gobierno y sus partidos, intentan revertir o disculparse. Ya es demasiado tarde.
Los represores están muriendo. La impunidad biológica se impone y el gobierno dice mucho, pero nada hace. Se acaba de dar a conocer que Contreras se encontraría grave, pero con cuidados de primer nivel en el Hospital Militar sumado a una pensión vitalicia, por su rango de militar en retiro, que se heredaría a su viuda y/o hijo. ¿Se reirán de nosotros una vez más? |