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5 de diciembre de 2021 Twitter Faceboock

Ideas de Izquierda
[Novedad Ediciones IPS] Martin Monath, un trotskista judío entre soldados alemanes
Nathaniel Flakin

Este texto de Nathaniel Flakin es el prólogo a las ediciones francesa y española de la nueva publicación de IPS que originalmente se editó en alemán y tiene también una traducción al inglés. Esta biografía del revolucionario alemán Martin Monath que dio sus primeros pasos en el sionismo, para convertirse luego en dirigente de la IV Internacional, nos muestra una destacada experiencia del trabajo de los trotskistas alemanes y franceses para confraternizar con las tropas del ejército alemán en Francia y editar el periódico Arbeiter und Soldat (Obrero y soldado).

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El año pasado nos ofreció un panorama de los horrores que el capitalismo nos prepara. Una pandemia mató a millones de personas y enfermó a millones más. Grandes ciudades, como Sydney y San Francisco, estuvieron inmersas en el humo del fuego de los bosques. En el momento en que escribo estas líneas, mi familia, que está instalada en el sur de Texas, en donde crecí, estuvo sin luz durante cuatro días a causa de una tormenta de nieve.

El crecimiento económico se hundió en proporciones nunca alcanzadas en tiempos de paz. Y con la crisis capitalista, las tensiones geopolíticas entre las grandes potencias no cesan de acentuarse.

El optimismo inocente de los años 1990 y de comienzos de los años 2000 se ha transformado en pánico y en temor: cada vez más numerosas son las personas que comprenden que tenemos que actuar ya para evitar una catástrofe.

Sin embargo, aunque la situación exige audacia y coraje, muchos de nosotros nos sentimos impotentes y totalmente aislados. Muchas veces experimenté ese sentimiento, mientras que la juventud en todo el mundo lucha contra la desesperanza. Para salvar a nuestra civilización, e incluso a nuestra especie, tenemos que terminar con el capitalismo lo antes posible, pero muchas veces nos falta energía para levantarnos de la cama.

Las condiciones materiales para suministrar a cada ser humano los medios para una vida confortable y digna existen. Tenemos toda la tecnología necesaria para impedir lo peor del cambio climático. No obstante, las relaciones sociales siguen estando totalmente por fuera de cualquier control racional. Los avances tecnológicos no hacen la vida más fácil –son utilizados para desarrollar el consumo, la explotación, la vigilancia, la manipulación de masas y la represión–.

En este paisaje deprimente, hay explosiones de esperanza. En el verano de 2020 se han vivido las manifestaciones más grandes de la historia de los Estados Unidos. Antes de esto, en Francia, habían surgido los Chalecos Amarillos. En cualquier momento, el incontrolable poder de los trabajadores y las trabajadoras y de los oprimidos y oprimidas puede manifestarse. Es entonces cuando vemos la posibilidad de controlar la anarquía destructora del pretendido “libre mercado” y de crear una sociedad que beneficie a todos.

Los y las combatientes de la resistencia contra el fascismo alemán, como Martin Monath, pueden ser una fuente de inspiración en momentos de dudas. Mientras que esos hombres y mujeres se enfrentaban a un terrorífico aparato de asesinato en masa, comprendieron que ninguna situación era totalmente desesperada: Martin Monath y sus compañeros se pusieron en marcha para destruir a los ejércitos nazis desde adentro. Para hacerlo, se dirigieron a los “obreros en uniforme” alemanes, llamándolos a enfrentarse contra sus oficiales, contra Hitler y su régimen. Los llamaron a la acción de clase para ponerle fin a la barbarie nazi, para transformar la guerra imperialista en guerra civil internacional contra el capitalismo y contra la burocracia rusa instalada sobre las ruinas de la Revolución de Octubre. Simplemente, querían actuar sobre la historia, cambiar la historia.

Este libro está centrado en una sola vida. Sin embargo, Martin Monath no era un combatiente aislado: era uno de los miles de revolucionarios que aceptaron el desafío. Ellos no partían de cero: podían apoyarse en las tradiciones de los socialistas que los habían precedido y que habían combatido en la Primera Guerra imperialista y en las guerras coloniales. Incluso derrotadas, esas luchas han dejado tras de sí un programa y una estrategia cuya utilidad contemporánea, a pesar del tiempo transcurrido, es innegable.

Martin Monath, editor del periódico Arbeiter und Soldat (Obrero y soldado), no era ni un obrero ni un soldado. Más que todo era un soñador –pero uno de los que actúan con dedicación para que sus sueños se hagan realidad. Él, que no era obrero ni soldado, dio una voz a los obreros y a los soldados, una voz que los ayudaba a convertirse en otra cosa que una masa de maniobra a merced de los planes de los capitalistas, de sus generales y sus políticos.

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Jujitsu

El jujitsu es un arte marcial desarrollado en el Japón feudal. Apropiándoselo, el campesino desarmado podía defenderse contra un samurái con muchas armas y cubierto con una armadura. Devolviendo el peso, la agresión y la arrogancia del samurái, los convertía en un arma contra él. Devolver la fuerza del enemigo contra él, este es el principio del jujitsu, que se puede traducir como el “arte de ceder”.

Cuando, en los años que precedieron la Primera Guerra Mundial, las sufragistas de la clase obrera del este de Londres se organizaron bajo la dirección de la futura comunista Sylvia Pankhurst, practicaban jujitsu para proteger sus manifestaciones de los ataques de la policía. Después de todo, lo que funcionaba contra un samurái, podía funcionar contra un bobby. La prensa llamó a esta práctica sufrajitsu.

¿Por qué recordar este episodio –además del hecho de que es una historia graciosa–? Simplemente porque es una buena metáfora para pensar en el trabajo de Martin Monath y de sus camaradas y, más en general, en el de los revolucionarios en tiempos de guerra.

Cuando los capitalistas construyeron sus formidables maquinarias asesinas, forzando a millones de jóvenes hombres (y hoy, jóvenes de todos los géneros) a vestir el uniforme, parecían más poderosos que nunca. Sin embargo, los ejércitos que habían levantado podían convertirse en fuerzas para una revolución social que barriera el reino de la burguesía. El truco consiste en transformar la fuerza masiva de los capitalistas en contra de ellos.

Puede parecer que los trotskistas de la Segunda Guerra Mundial hubieran sido demasiado confiados al querer eliminar la mayor fuerza militar de Europa. No obstante, como los practicantes del jujitsu, apuntaban a dar vuelta el ejército de los nazis en su contra. Después de todo, eran los soldados del káiser y del zar quienes habían echado a estos dos monarcas, que eran primos, de sus respectivos tronos.

La burguesía crea sus propios sepultureros y la guerra de los capitalistas podía transformarse en una guerra civil contra ellos. Para esto, los trabajadores en uniforme necesitaban tener una conciencia que se apoyara en las lecciones de las luchas anteriores. Los trotskistas combatían para mantener la memoria histórica de su clase.

Cuando se agudizan las contradicciones de la sociedad capitalista, la guerra estalla y el mundo se abraza. Sí, evidentemente, a veces las guerras conducen a nuevas formas de dominación capitalista. Pero muy a menudo también, terminan en explosiones sociales.

Hoy, las contradicciones crecientes del capitalismo no van a conducir necesariamente a una nueva guerra mundial a corto plazo. Pero habrá nuevas confrontaciones militares. Y los jóvenes revolucionarios deben prepararse para esto desde ahora, estudiando la acción de los trotskistas en Francia, así como otras muchas experiencias antimilitaristas.

Los reformistas dirán que es “utópico” y que debemos contentarnos con la miseria de lo posible. Sin embargo, lo que es verdaderamente utópico es esperar que la próxima catástrofe pueda evitarse con reformas menores al capitalismo. La única opción realista es prepararse para una revolución que derribe a la clase capitalista que dirige a la humanidad hacia el abismo.

Nuevas investigaciones

Estoy muy contento de que este libro se publique en Argentina y en Francia, dos países en los que las ideas trotskistas tienen cierta influencia en la vanguardia y donde a menudo los trabajadores y las trabajadoras y las oprimidas y los oprimidos han mostrado el camino. Justamente Francia es el país en el que Martin Monath, judío, alemán y trotskista, llevó adelante su combate.

El libro fue publicado por primera vez en Alemania en 2018. Al año siguiente, encontré un nuevo tesoro de documentación en la Oficina de Reparaciones de Berlín, cuyos archivos están conservados en la antigua sede de una compañía de seguros. El edificio de 1936 tiene el estilo arquitectónico monolítico del tiempo de los nazis. Karl Monath pasó más de diez años peleando por obtener una reparación para su hermano asesinado. Tuvo que suministrar pilas de documentos. Con todo esto, pude llenar algunos huecos de mis investigaciones anteriores. La edición inglesa, aparecida en Gran Bretaña en 2019, tenía nuevas informaciones tales como el segundo nombre de Martin, la escuela a la que había asistido e incluso un plano del barrio en el que creció. Naomi Baitner, la hija de Lotte, hermana de Martin, suministró algunas fotografías más.

Además de las personas a las que agradecí en la introducción a las ediciones alemana e inglesa, me gustaría expresar mi más profundo agradecimiento a los camaradas que hicieron las traducciones en francés y en español. ¡Y lamento no ser un escritor mejor! También agradezco a Les éditions Syllepse en París y a Ediciones IPS en Buenos Aires, que han hecho posible que estas ideas revolucionarias sean conocidas en las nuevas generaciones que luchan contra el capitalismo. En fin, me gustaría agradecer a quienes en los próximos años ayudarán a que se haga una película sobre la historia de Martin Monath.

 
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