La influencia de las “jornadas de junio” en las elecciones
Las elecciones suelen reflejar de forma distorsionada la correlación de fuerzas real entre la clase dominante y “los de abajo”. Esa relación está siempre en transformación. Los anhelos, aspiraciones, la explosividad de los trabajadores y oprimidos desplegados en las luchas son canalizados hacia las instituciones, bajo la cobertura de que allí será posible expresar efectivamente, con total libertad, la “voluntad popular”.
Esto se expresa una vez más en el actual proceso electoral brasilero: las movilizaciones de junio de 2013 fueron un punto de inflexión en la etapa política, aunque su fuerza parece expresarse solo relativamente por las contradicciones propias de la “democracia para ricos” pero también por la debilidad e incapacidad de los partidos tradicionales de la izquierda - (Partido Socialismo y Libertad (PSOL), Partido Comunista de Brasil (PCB), Partido Socialista de los Trabajadores Unificado (PSTU), Partido de la Causa Obrera (PCO) - para ubicarse en este contradictorio espacio electoral como portavoces de los trabajadores y los oprimidos que se movilizaron de manera activa.
Sin embargo, sería un error pensar que un proceso tan profundo como las jornadas de junio no se vaya a ver reflejado en uno de los momentos de mayor politización de la sociedad en su conjunto, como son las elecciones. Intentemos observar más allá de las apariencias, buscar e ir a fondo para ver cómo se desarrolla esta influencia.
El hecho de que todos los candidatos proempresariales, incluso los más reaccionarios, intenten ubicarse como candidatos del “cambio”, incluso el fenómeno electoral de Marina Silva, son una respuesta a la transformación subjetiva por la que atraviesan los trabajadores y sectores populares desde el año pasado.
Pero la manifestación más evidente de la influencia de junio sobre el proceso electoral es el papelón electoral de uno de los partidos que junto al PT han sido sostén del régimen democrático desde la caída de la dictadura militar y que representa el espectro más a la derecha dentro del cuadro institucional de la “democracia para ricos”, privatista y neoliberal: el Partido de la Socialdemocracia Brasilera (PSDB).
El papelón de la campaña “tucana”
Hasta el comienzo de la campaña electoral, los “tucanos” (así se los conoce a los partidarios del PSDB) eran considerados la principal alternativa por derecha al PT. El PSDB era el partido mediante el que la clase dominante ejercía su hegemonía sobre los sectores de la pequeña burguesía conservadora, y unificaba amplios sectores capitalistas alrededor de una política más claramente reaccionaria, privatista y neoliberal. Diversos analistas planteaban incluso una polarización más clara en la política brasilera entre el PT y el PSDB que reproduciría los modelos estadounidenses y europeos de alternancia entre un partido de la “izquierda” totalmente institucionalizado y un partido claramente conservador (cuyo modelo clásico es Estados Unidos, con su alternancia entre demócratas y republicanos).
Tras a muerte de Eduardo Campos y su reemplazo por Marina Silva, esa polarización no solo no surgió sino que, lejos de esto, la participación de los “tucanos” en las elecciones se anuncia como un gran fracaso. Su amplio reconocimiento como el partido más conservador y neoliberal impide que pueda presentarse como alternativa efectiva al PT, menos aún con el cambio en la subjetividad pos-junio.
Su candidato a la presidencia, Aécio Neves, amaga un tercer puesto, que a pesar de oscilar entre expresivos 15 a 20% de los votos, solo puede soñar desde lejos con la participación en el segundo turno electoral. Pero no solo en ello se expresa el fracaso de su participación. Aécio no ha logrado un segundo puesto en las intenciones de voto en ninguno de los estados de la Federación, ni siquiera en los tradicionales bastiones “tucanos”, como San Pablo o Minas Gerais, donde fue gobernador hasta comienzo del año.
Su alfil en el estado de Minas Gerais, Pimenta da Veiga, aparece en segundo lugar, 20 puntos porcentuales atrás del primero. A pesar de las buenas posibilidades que tienen los “tucanos” estados como Goiás, Mato Grosso do Sul, Pará, Paraíba, Paraná, Rondônia, y de la casi segura reelección de Geraldo Alkmin en San Pablo, la pérdida de espacio en el sudeste, con la posible derrota en Minas Gerais, sería un duro golpe para este partido.
La extrema dependencia de los partidos al aparato estatal que caracteriza la democracia brasilera puede transformar esta posible derrota electoral en un duro golpe para el PSDB, que lleve a los cuadros a buscar mejores posiciones en el acercamiento a los partidos que administran directamente el Estado.
La mayor fragilidad de uno de los pilares de sostenimiento del régimen brasilero representaría una reorganización del régimen, su debilitamiento, en un contexto en el que se espera una mayor conflictividad social. Se espera que el año que viene haya un deterioro de las condiciones económicas, lo que tiende a acelerarse cuanto mayor es la politización de los trabajadores, la juventud y los oprimidos en general.
Un balance profundo del resultado electoral será tarea central de los revolucionarios para pensar los cambios en la estructura del régimen y evaluar en forma científica nuestros siguientes movimientos tácticos en un período que tiende a ser de mayor enfrentamiento en la lucha de clases. |