El ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, Julián Domínguez, anunció este jueves la apertura de las exportaciones para las vacas categoría D, E y F con destino a “mercados emergentes”, un reclamo de las entidades agropecuarias.
Tras los cruces en la coalición oficialista sobre si aumentar o no los derechos de exportación a la carne ante la suba de precios, finalmente el Gobierno cedió a un reclamo de las patronales y flexibilizó la exportación.
El funcionario se reunió este jueves con autoridades de las entidades que integran la Mesa de Enlace. Del encuentro participaron los presidentes de la Sociedad Rural (SRA), Nicolás Pino; de la Federación Agraria (FAA); Carlos Achetoni; de Confederaciones Rurales (CRA), Jorge Chemes, y de Coninagro, Carlos Iannizzotto. También asistieron el gobernador santiagueño, Gerardo Zamora; el gobernador santafesino, Omar Perotti y ministros de las demás provincias ganaderas.
Domínguez confirmó que se mantiene la prohibición de exportar siete cortes (asado, tapa de asado, vacío, matambre, falda, paleta, nalga y/o cuadrada), y adelantó un acuerdo con los frigoríficos exportadores para destinar una oferta adicional de carne, en el mes de diciembre, de 20 mil toneladas de determinados cortes.
El ministro de Agricultura presentó el Plan GanAr 2022-2023, en el que se marcan los lineamientos de la política ganadera para los próximos dos años. El Plan establece un esquema de beneficios “directo para los productores”, e incluye una línea de créditos por 100 mil millones de pesos a tasa subsidiada para subir la productividad; y la creación con rango institucional de un Consejo Consultivo con representantes de toda la cadena. Según el funcionario, "la decisión del presidente Alberto Fernández es aumentar la producción de carne, tanto para facilitar el acceso a todos los argentinos como para generar previsibilidad y confianza a toda la cadena".
Según los últimos datos del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna (IPCVA) en octubre el precio promedio de la carne vacuna subió un 64,5 % en los últimos doce meses, es decir fue mayor a la inflación general (52,1 %). El corte que más aumentó en el mismo período fue el lomo, con el 86,5 %. Le siguió la tortuguita, con el 76 % y el vacío, con el 75,6 %. En tanto, el asado aumentó en el último año 73,1 %.
El Frente de Todos prometió durante la campaña electoral la vuelta del asado en la mesa de los trabajadores, pero como otras promesas eso no sucedió. En diciembre de 2019 con un salario mínimo, vital y móvil se podían comprar 58 kilos de asado, y en octubre de este año bajó a 47 kilos, es decir que se puede comprar 11 kilos menos. Esto muestra el deterioro del poder de compra.
Los controles oficiales son impotentes para contener la suba de precios porque mantienen sin cambios el poder estructural de los ganaderos, de los frigoríficos y los exportadores. El sector ganadero es una industria concentrada en pocas manos y en la exportación la concentración es mayor. Sin afectar los intereses de las patronales, la carne seguirá siendo un bien de lujo para las mayorías populares.
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