Lesiones en el rostro, nuca, abdomen, glúteos, espalda, cintura, piernas y brazos, además de fracturas en el tórax que produjeron una asfixia mortal. Y marcas de borceguíes en la piel. Eso determinaron las nuevas pericias al cuerpo el hombre que murió tras ser detenido en un hotel. Berni había asegurado que la Policía no le tocó un pelo. El encubrimiento duró poco. Habla la perita de la familia de Martínez.
Dos días después el fiscal Pablo Gamaleri, titular de la Fiscalía 2 del Partido de la Costa, pidió la detención de nueve policías acusados de homicidio agravado por ser cometido por miembros de la fuerza. El delito prevé penas de prisión perpetua.
El relato de Berni
El domingo 21 al mediodía, cuando la familia de Martínez aún no salía del shock, Sergio Berni habló durante casi 40 minutos por Crónica HD, donde se dedicó a hacer un relato de los hechos, según lo que él considera la verdad, basado en la versión de sus protegidos de uniforme.
Berni dijo que Martínez “en menos de una semana fue detenido tres veces”; que “un día lo encontraron tirado en la calle, totalmente drogado, no respondía a nada”; y que “después intentó robar una casa, es decir violación de domicilio y tentativa de robo, que no se consumó porque llegó la Policía y lo detuvo”.
Adicto y ladrón, dijo Berni. Con esa caracterización, el ministro dio muchísimos detalles de lo que, según sus informantes, sucedió luego de la detención en el hotel. “Estaba lleno de moretones y lastimaduras por el brote que tuvo y haber roto todo”, afirmó con seguridad, dando a entender que Martínez se autoagredió y no fue ni golpeado ni maltratado por la Policía.
Berni dijo que “lo llevaron a la comisaría, llamaron al hospital para avisar que iban a llevar al detenido. En el libro de guardia está escrito que una tal doctora Zamora les dice que no podían atender detenidos desde las 0 hasta las 8 de la mañana. Por lo tanto ingresó (a la comisaría) sin ningún chequeo médico”.
Agregaba el ministro que “en el sector de detención había otra persona”, que quedó una “imaginaria” (guardia) y que “a las 0:30, cuando fue a ver cómo estaba, (Martínez) no respondía. Se dieron cuenta que estaba muerto, llamaron al médico, el médico constata la muerte y no ve, más allá de los golpes que tenía, nada extraño. Obviamente se avisó al fiscal, como corresponde a muertes de este tipo, que pidió la autopsia”.
Enseguida Berni puso en duda las conclusiones de la primera autopsia realizada al cuerpo de Martínez en la morgue del Instituto de Ciencias Forenses de Lomas de Zamora. Sobre todo cuestionó que se dijera que la muerte del hombre se puede haber producido por una “asfixia mecánica” cuando el cuello no tenía lesiones. “No hay nada que me cierre de la autopsia. Nunca vi una pericia de este tipo y, la verdad, es bastante superficial. Por eso pedimos una nueva autopsia y nuevas medidas. Si hay alguien interesado en saber qué fue lo que pasó es quien le habla”, dijo Berni al periodista Diego Moranzoni.
Días después del hecho, el hombre que Berni había dicho que se encontraba detenido junto a Martínez en el mismo sitio, declaró como testigo ante el fiscal Gamaleri. Allí aseguró que a su compañero de celda “lo agarraron entre tres policías, le apretaron la cara contra el piso y lo golpearon”. ¿Berni sabía eso pero lo calla hasta hoy?
Reautopsia
La nueva autopsia, solicitada por el propio Berni, se hizo el jueves 2 de diciembre en el mismo Instituto de Ciencias Forenses de Lomas de Zamora. Además de las y los peritos oficiales, participó de parte del Ministerio de Seguridad provincial un grupo de profesionales que incluyó patólogos, bioquímicos y hasta un abogado. En el caso de este último, su participación está vedada por el artículo 249 del Código Procesal Penal de la provincia de Buenos Aires, que obliga a realizar los procedimientos de forma secreta, con acceso exclusivo de peritos designados. Un abogado en una autopsia es poco científico. Pero al “doctor” Berni eso no le interesa.
El abogado en cuestión es Ruben Fernández, quien cuenta con una larga experiencia defendiendo policías. Uno de los casos más recordados donde participó fue el del crimen del joven Damián Duffau, ocurrido en febrero de 2008 y por el que se hicieron dos juicios con ribetes escandalosos. En aquel caso también participó la médica forense Virginia Créimer, convocada como perita de parte por la familia del joven asesinado a golpes en La Matanza.
En aquellos juicios Créimer fue blanco de ataques por parte del abogado Fernández, que llegó a acusarla de “falso testimonio” sin aportar ninguna prueba. Los policías acusados de matar a Duffau fueron condenados a perpetua bajo la calificación de “torturas seguidas de muerte”.
El 2 de diciembre Fernández y Créimer volvieron a encontrarse. Él sigue defendiendo a asesinos de uniforme. Ella fue convocada por la familia de Alejandro Martínez como perita de parte, al ser una médica forense de dilatada trayectoria y experiencia en casos protagonizados por miembros de las fuerzas represivas del Estado.
Malas noticias, señor ministro
Según pudo reconstruir este medio, los peritos puestos por Berni en representación del Ministerio de Seguridad ingresaron a la sala de autopsia “exultantes” y en actitud “triunfalista”, tal vez creyendo que le llevarían buenas noticias a su jefe. Sin embargo, pocos minutos después de comenzados los análisis al cuerpo, de sus propias bocas se llegó a escuchar “lo recagaron a palos”.
En diálogo con La Izquierda Diario, Virginia Créimer confirmó que en el cuerpo de Martínez se evidenciaron “lesiones en la frente, la nariz, la boca, la nuca, el tórax, el abdomen, los glúteos, la espalda, la cintura, los miembros superiores e inferiores”. Y que por “la salvaje compresión” sobre el cuerpo se constataron “lesiones figuradas”, es decir marcas dejadas por golpes con elementos determinados. En este caso se trataría de borceguíes.
“Esas lesiones, que representan el elemento traumatizante, se denominan en el lenguaje médico legal lesiones figuradas. Lo que nadie se podía figurar era el sufrimiento que un hombre sostenido por un grupo de bestias, prácticamente ciego, inmovilizado, pateado, pisado, trompeado, apaleado, podía haber sufrido en esos momentos en el calabozo”, reflexiona Créimer.
Según testigos de la autopsia, el nerviosismo de los peritos de Berni crecía con cada nuevo “descubrimiento” en el cadáver. Por eso causó sorpresa que, en un momento determinado, el patólogo enviado por el Ministerio de Seguridad solicitara medidas tendientes a atribuir la muerte de Martínez a “causas naturales”. En medio de las heridas y hematomas, el perito buscaba en el cuerpo algún coágulo que justificara una asfixia no provocada por agentes externos.
La doctora Créimer agrega que “en ese marco, donde todo estaba tan claro que arrasaba objetividades y subjetividades, me acerqué al cuerpo de Alejandro y pedí un bisturí y una pinza para aplicar minuciosamente el Protocolo de Minnesota, incidiendo el dorso con la técnica modificada de su protocolo para casos de femicidios y feminicidios. Ahí encontré más lesiones, toda la región lumbar se encontraba infiltrada, mostrando que también en ese lugar las patadas, los tonfazos y los golpes habían sido desatados contra el cuerpo inerme de Alejandro”.
El Protocolo de Minnesota es el procedimiento internacionalmente aceptado en caso de muertes producidas en el marco de instituciones del Estado y desapariciones de personas. Los “tonfazos” a los que se refiere Créimer son los golpes realizados con las tonfas que habitualmente cargan los policías en sus cinturas.
Berni en la mira
A los pocos días de producida la muerte la familia de Alejandro Martínez salió a desmentir a Sergio Berni respecto a que su familiar fuera una persona con consumo problemático de drogas y menos aún un ladrón de casas. Ahora la reautopsia confirma que el hombre fue asesinado a golpes hasta ser asfixiado. ¿Qué tiene para decir Berni?
En aquella entrevista a Crónica el ministro de Axel Kicillof dijo que “si hay un policía que ha cometido algún exceso en sus funciones va a ser sancionado con la mayor rigurosidad de la ley. Ahora, tampoco vamos a permitir, porque ya lo he vivido, que se intente desviar la investigación por alguna causa en especial. Este gobernador y este ministro lo último que pueden hacer en su vida es encubrir a alguien”.
Ya va siendo hora de que Berni diga todo lo que sabe, entonces. No sólo de Alejandro Martínez, sino también de Facundo Astudillo Castro, de Brandon Romero, de Francisco Cruz, de Lucas Verón y de tantos jóvenes más caídos por las balas, las tonfas o los golpes de la Policía Bonaerense.