Axel Kicillof, Sergio Berni, Martín Insaurralde y la plana mayor de la Policía Bonaerense festejaron este lunes los 200 años de la creación de la fuerza represiva provincial. Fue en la Escuela Juan Vucetich, ubicada en el Parque Pereyra Iraola. Participaron diputados y senadores oficialistas y de la oposición de derecha, jueces y fiscales, jerarcas de las Fuerzas Armadas y otras policías del país. Incluso hubo retirados de la Bonaerense invitados con honores.
El acto arrancó con el Himno Nacional a cargo de la banda de la fuerza (“sinfónica”, según la presentación oficial). Luego vendría la “bendición” del capellán general de la Policía de la provincia Hernán Remundini, quien con su “agradecemos a Dios por estos 200 años de nuestra querida Policía”, una vez más demostró la consustanciación institucional, doctrinal y material entre el Estado y la cúpula de la Iglesia católica.
Antes de los discursos de los jefes políticos hubo entrega de diplomas a los mejores promedios de la promoción 2021 de oficiales de la escuela Vucetich y condecoraciones a comisarios y oficiales que, según el relato del Ministerio de Seguridad, hicieron méritos para ser considerados ejemplos en el supuesto “combate al delito”. Y no faltó el video motivacional del Ministerio invitando a la juventud a anotarse en la academia policial. El spot termina diciendo “200 años después renace la Policía de la provincia, Fuerza Buenos Aires” (los aplausos se mezclaron con varias risotadas).
Arenga
Luego tomó la palabra Sergio Berni, con un discurso al que intentó darle épica en medio de una escalada de asesinatos de jóvenes a manos de la Bonaerense y de los fuertes cuestionamientos a su gestión, lo que incluyó en las últimas horas pedidos de renuncia desde sectores del propio Frente de Todos.
Hablándoles de frente a los tres mil oficiales recién egresados, Berni dobló la apuesta represiva. “Deben sentir el orgullo de que esta policía que está aquí hoy formada es la columna vertebral del mayor desafío institucional que haya tenido en estos 200 años de historia nuestra policía, porque junto a ustedes, a la promoción del 2022 y a la promoción del 2023 hemos aceptado el desafío que ninguna policía del mundo pudo concretar: duplicar su capacidad operativa en dos años”
Obviamente Berni se calló la boca respecto a los casos que proliferan bajo su gestión de muertes de jóvenes pobres a manos de efectivos, sea por gatillo fácil o por torturas en comisarías. Apenas hizo referencia a que se necesita “una policía más cercana, más honesta, más comprensiva, más solidaria y más humana” (lo cual no deja de ser un reconocimiento de qué fuerza conduce desde 2019).
“Nueva etapa”
Si bien el acto y la ceremonia ya eran un mensaje de confirmación por parte de Kicillof a su ministro, en su discurso el Gobernador además hizo propias muchas de las palabras que lo antecedieron. En su mayoría las expresiones del mandatario fueron de elogios y valoración muy positiva de la Bonaerense, intentando demostrar que su gestión es la más preocupada de la historia por mantener contentas a las tropas. Y habló de “tomar este bicentenario como el inicio de una nueva etapa” para la fuerza.
“Cuando asumimos sabíamos que recibíamos una fuerza mal paga, mal equipada y mal formada”, dijo Kicillof. Y afirmó que fue decisión suya “generar una transformación estructural de la Policía”, sobre todo por “el desprestigio que lamentablemente acosaba a la fuerza”. Y remató: “es fundamental reconciliarnos con el pueblo de la provincia de Buenos Aires, ganar de nuevo su confianza, su afecto”. ¿Como cuándo, señor Gobernador?
Curiosa reflexión. Hay que recordarle que el mayor “aporte” que hasta ahora le hizo su gestión a las tropas se produjo hace un año, luego de que cientos de bonaerenses armados rodearon la Casa de Gobierno en La Plata (donde él estaba) y la Quinta de Olivos (donde estaba Alberto Fernández) en reclamo de más ingresos, ya que con la cuarentena estricta los comisarios venían sufriendo una importante merma en la “recaudación” de todo tipo de negocios ilegales en las calles bonaerenses.
Aquella extorsión armada fue respondida por el gobernador y el presidente con un plus presupuestario de $ 38.000 millones. “Una inversión enorme que no la hace ni este gobernador ni este ministro, es un esfuerzo que hace nuestro pueblo para mejorar los ingresos de la Policía”, dijo Kicillof. Como ya se dijo en este diario, ese gasto (no inversión) va objetivamente en detrimento de la inversión en salud, educación, vivienda y demás áreas.
Sólo después de los halagos y las promesas de más platita para las arcas de la institución el gobernador habló de la necesidad de “una policía más profesional y más preparada”, con “jerarquía universitaria”.
“Necesitamos una policía que sea implacable con el delito, una policía que haga cumplir la ley, pero dentro de la ley”, afirmó antes de sentenciar: “no vamos a soportar y vamos a ser implacables con todo hecho de corrupción y no vamos a soportar y vamos a ser implacables con todo incumplimiento de la normativa y de los derechos humanos”.
A renglón seguido, prometió “duplicar la cantidad de agentes en los próximos años”. En una fuerza con 95.000 efectivos, semejante anuncio presupone un proceso de promoción récord de suboficiales y oficiales, mal que le pese al doctor Berni.
Vale recordar, de paso, que si se compara la cantidad de uniformados con la población en el territorio, la Bonaerense es una de las fuerzas represivas más numerosas a nivel internacional. Según diversas estimaciones, las tropas de Kicillof y Berni tienen una densidad de entre 550 y 600 agentes por cada cien mil habitantes, lo que duplica lo sugerido por las Naciones Unidas (300/100.000).
Al igual que Berni, Kicillof dijo que se necesita una policía “comprometida” y “solidaria”. Y como si él mismo lo creyera, agregó que la fuerza demostró compromiso y solidaridad durante la pandemia. ¿Y el desalojo violento e inhumano de miles de familias sin techo en Guernica? ¿Y Facundo Astudillo Castro? ¿Y Francisco Cruz? ¿Y Brandon Romero? ¿Y Lucas Verón? ¿Y tantos pibes más caídos por sus balas y golpes? El señor Gobernador no está hablando en serio.
Kicillof terminó su discurso con una arenga particular: “¡Fuerza, fuerza con lo que se viene, vamos a transformar a la Policía Bonaerense!”. Los aplausos se escucharon en todo el predio de la Escuela Vucetich. ¿Qué es lo que se viene? Posiblemente todas y todos los presentes hayan pensado en la represión por venir, más que necesaria para hacer pasar el ajuste exigido por el FMI.
Guante blando, mano dura
Las referencias del gobernador a los “derechos humanos” y “la ley” suenan más que a vacías ante un panorama en el que esa misma fuerza está en el ojo de la tormenta por brutalidades de las más variadas.
En cuestión de días, los efectivos, las balas y los patrulleros de la Bonaerense mataron a Esteban Vella (15) en Chivilcoy, a Luciano Olivera (16) en Miramar, a Agustín Méndez (15) en General Rodríguez y a Alejandro Martínez (39) en San Clemente. De no haber sido por las familias de las víctimas, esos casos hubieran pasado rápidamente a presentarse como “delincuentes abatidos” por la fuerza. El propio excarapintada Berni se jacta de que en su gestión ya fueron asesinadas unas 200 personas en “enfrentamientos”.
Pero también la Bonaerense entró hace poco a los tiros en una fiesta adolescente en un barrio popular de Escobar. Y la semana pasada, a horas de que Kicillof estuviera en la Plaza de Mayo festejando el Día de los Derechos Humanos, decenas de sus subordinados entraron, también a los tiros, en la cooperativa textil Nueva Generación de Wilde, en Avellaneda, defendiendo a sangre y fuego los intereses de caranchos inmobiliarios contra el derecho elemental al trabajo de casi un centenar de obreras y obreros.
Ésta es la Bonaerense a la que Kicillof le deposita toda su confianza. Ésta es la fuerza que le entregó a Berni para que la empodere y la haga sentir cobijada por las políticas del Frente de Todos, nada progresistas y muy acordes a la propia historia del peronismo bonaerense.
Porque el gobernador puede intentar cargar las tintas sobre la gestión de Vidal y su ministro de Seguridad, el derechista Cristian Ritondo. Razones tal vez le sobren. Pero lo que no puede ocultar es que la fuerza política que él encabeza en la provincia que gobierna es la misma que formó, “profesionalizó”, sostuvo y encubrió a la Policía desde el 1987 a la fecha (sacando el interregno cambiemita 2015-2019).
Kicillof puede querer despegarse discursivamente de sus “compañeros” Antonio Cafiero, Eduardo Duhalde, Carlos Ruckauf, Felipe Solá y Daniel Scioli, quienes hicieron de la “maldita Bonaerense” una verdadera escuela de represores del pueblo trabajador y criminales a sueldo. Pero en la política queda claro que, matices más o menos, no deja de considerar a ese ejército de casi cien mil mujeres y hombres, armados hasta los dientes, la fuerza que necesita para seguir gobernando en favor de las clases dominantes. Todo lo demás, es puro cuento. | 
