En el 2019, el presidente decretó una reforma laboral que, entre otras cosas, impuso a los sindicatos el voto universal, directo y secreto para la renovación de sus dirigentes. Pero la realidad es que poco ha cambiado desde entonces.
Los trabajadores sindicalizados y no sindicalizados, del sector público y privado, venimos padeciendo duros ataques por parte de los patrones y los gobiernos, tanto federal como estatales, con despidos, paros técnicos, precarización laboral, alza de precios y salarios miserables, gracias a la complicidad de los dirigentes sindicales.
¿Qué cambió?
La Confederación de Trabajadores de México (CTM), a pesar de su desprestigio, aún es la central que dice contar con la mayor cantidad de trabajadores y sindicatos afiliados. Al frente de ella se encuentra el octagenario senador priista Carlos Aceves del Olmo.
Siendo diputado federal en el 2012, Aceves “operó” para que se legalizara la subcontratación laboral (outsourcing) durante el sexenio de Felipe Calderón. En el actual, como senador, también promovió la “regulación” de dicha forma de precarización laboral, en vez de acabar con ella.
Entre los sindicatos más importantes de la CTM está el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM). Su exdirigente, el millonario exsenador priista Carlos Romero Deschamps, se retiró de PEMEX por “recomendación” del presidente con una cuantiosa jubilación y pensión, a pesar de las denuncias en su contra por malversación de fondos y lavado de dinero.
Al frente del STPRM, Romero dejó como “interino” a su mano derecha, Manuel Limón, quien permitió casi 1,500 despidos y 350 muertos por covid (reconocidos oficialmente) en la empresa durante la pandemia. Sin dejar de lado la superexplotación que padecen los obreros subcontratados por las compañías privadas que trabajan para PEMEX, que motivó la protesta de miles de trabajadores en la refinería de Dos Bocas (Tabasco) en octubre pasado.
El gobierno federal anunció que será el 31 de enero del año que viene cuando se renovará la dirigencia del STPRM bajo las nuevas “reglas del juego”, como informamos aquí. Sin embargo, ya hay cientos de denuncias por amenazas, sobornos, despidos y otras prácticas fraudulentas orquestadas por los charros en complicidad con los directivos de la empresa, las cuales anticipan que la “renovación” de la dirigencia nacional del STPRM será con “dados cargados”. Como sucedió recientemente en las elecciones para renovar los comités directivos de las secciones de este sindicato en varios estados.
Algo muy similar está ocurriendo en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), el sindicato más grande de América Latina y el más importante de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE), dirigida por el exsenador priista Joel Ayala Almeida desde 1998.
Días antes de iniciar el sexenio, como parte de los acuerdos entre el gobierno electo y el saliente, el Consejo Nacional del SNTE designó a Alfonso Cepeda Salas como secretario general, quien sustituyó al repudiado Juan Díaz de la Torre. Ya con el gobierno de la 4T, Cepeda y los charros del SNTE permitieron que la “reforma educativa” decretada por AMLO en el 2019, que supuestamente debería “cancelar” la de EPN, conservara el contenido de ésta en un 90%. Dejaron que el costo de la educación a distancia recayera en los maestros y padres de familia y que la vuelta a clases presenciales se diera sin condiciones realmente seguras.
Luego de declararse “ejército ideológico” de la 4T, los charros del SNTE solo se movilizaron el pasado 1° de diciembre para aplaudir al presidente durante su tercer informe de gobierno en el Zócalo, a la vieja usanza priista.
Tras el regreso presencial a clases, se reanudó la renovación de los comités directivos de las secciones del SNTE en diversos estados, procesos que han estado controlados y manipulados por el Comité Ejecutivo Nacional (CEN), por lo que en casi todos los casos han resultado triunfadoras las planillas de los charros, a pesar de las múltiples denuncias de fraude.
Sindicatos 4T
Ante el desprestigio de la CTM, se han fortalecido centrales sindicales vinculadas más directamente al partido en el gobierno, como la Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México (CATEM), encabezada por el expriista y ahora senador del MORENA, Pedro Haces Barba.
La CATEM viene de ganarle a la CTM en septiembre pasado la titularidad del Contrato Colectivo de Trabajo en la planta Nissan de Aguascalientes. “He hablado con el CEO de Nissan y le he dicho que somos una mano amiga”, expresó el nuevo dirigente sindical de la planta, evidenciando su orientación propatronal.
A inicios del 2020, el presidente López Obrador fue el “invitado de honor” en el 10° Congreso Nacional de la CATEM, donde habló del “consenso entre gobierno, empresarios y dirigentes sindicales”, aunque recientemente denunció a esta central por extorsionar a los trabajadores en Dos Bocas y en las petroquímicas de Veracruz.
Otro agrupamiento sindical es la Confederación Internacional de Trabajadores (CIT), encabezada por el también expriista y ahora senador morenista Napoleón Gómez Urrutia, quien heredó de su padre el puesto como dirigente del Sindicato Minero desde el 2002. Como es sabido, “Napito” estuvo exiliado durante varios años en Canadá, tras ser perseguido por el supuesto desvío de 55 millones de pesos de las arcas sindicales.
El Sindicato Minero también forma parte de la Federación de Sindicatos Independientes de las Industrias Automotriz, Autopartes, Aeroespacial y del Neumático (FESIIAAAN), que le está disputando a la CTM, a través del Sindicato Independiente de Trabajadores de la Industria Automotriz (SINTIA) de reciente creación, la titularidad del CCT en la planta de General Motors de Silao, Gto.
Un ejemplo de qué tan “independiente” es esta federación lo da el Sindicato Independiente de Trabajadores de Audi (SITAUDI), que viene avalando los paros técnicos y despidos impuestos por la patronal en esta empresa, como denunciamos aquí.
¿Cómo lograr una verdadera democracia sindical?
La reforma laboral de la 4T, en vez de promover una verdadera autonomía y democracia sindical, ha propiciado una mayor injerencia del Estado en las organizaciones obreras. Esto no ha significado su democratización, sino la continuidad de viejas prácticas corporativas heredadas del priato para mantener pasivo y subordinado al movimiento obrero, así como la legitimación de viejos y “nuevos” dirigentes sindicales corruptos y traidores.
Al mismo tiempo, con el verso de la “libertad sindical”, el gobierno promueve la división de los trabajadores en múltiples sindicatos por empresa, a lo que le hacen el juego quienes renuncian a luchar por recuperar los sindicatos ya existentes de manos de los charros.
Ni la justicia laboral amañada, ni la intevención del gobierno, permitirán que las organizaciones sindicales sirvan para lo que fueron creadas originalmente: defender nuestros derechos. Esto solo puede darse con la unión y organización de los trabajadores desde abajo, sindicalizados y no sindicalizados, con independencia de la patronal, del gobierno, de los partidos del régimen y de todas las variantes de la burocracia sindical, a la que hay que extirpar de nuestras organizaciones. |