Aunque la vacunación de la población mundial se dio a un ritmo muy lento a consecuencia de la negativa de los poderosos laboratorios de liberar las patentes, redundando no sólo en miles de muertes, sino en la evolución del virus a cepas más resistentes contra las vacunas, estas les redituaron a las empresas fabricantes de inoculaciones contra la covid-19 miles de millones de dólares.
Pfiezer, BioNTech, Moderna, AstraZeneca y Johnson&Johnson calculan que cerrarán el año con 65 millones de euros sólo de ganancias por vacunas.
A corte de septiembre, Pfizer recibió 51,05 millones de euros; BioNTech, 13,44; Moderna, casi 10 millones; AstraZeneca más de 22 y medio miilones de euros y Johnson&Johnson 61,07.
Esto significa que, en comparación con el año pasado, Pfizer incrementó sus ganancias a 91 %; BioNTech 9,500 %; Moderna 4,795 %; AstraZeneca 258 % y Johnson&Johnson 15 %.
Estas cifras demasiado grandes proyectan entre la población mundial la reflexión respecto a la ética de los pulpos farmacéuticos, pues es indiscutible que miles de vidas podrían haberse rescatado si las vacunas hubieran estado a disposición de todos los pueblos. Al mismo tiempo, ponen sobre la mesa nuevamente la discusión respecto a la liberación de las patentes, tema discutido en el pasado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Mientras en muchas partes del mundo está comenzando a aplicarse la tercera dosis (incluido México), las cifras de contagios, hospitalizaciones y muertes por Covid-19 no dejan de crecer estrepitosamente. De hecho, en Europa, las restricciones de eventos públicos y movilidad volvieron a aplicarse ante el riesgo de la nueva variante Ómicron. No obstante, la línea de los gobiernos de las principales economías es defender a toda costa los ingresos millonarios de las farmacéuticas por encima de la salud de la ciudadanía, demostrando que sus ganancias les importan más que nuestras vidas.
La responsabilidad tanto de la aparición de nuevas cepas de riesgo como de las millones de muertes en los países más pobres recae sobre la industria farmacéutica, quienes a pesar de contar con ingentes cantidades de inversión pública, no quisieron liberar las patentes de sus vacunas. El simple hecho de que estas empresas coticen en las bolsas financieras más grandes del mundo nos arroja luz sobre el comportamiento de la pandemia en estos últimos dos años.
Es urgente crear un movimiento mundial exija en las calles la liberación de las patentes, contra el secuestro del conocimiento científico por parte de las corporaciones; que luche por la nacionalización de toda la industria farmacéutica; la centralización de los laboratorios y hospitales privados bajo control del personal de salud y por incrementar los impuestos a los capitalistas que se hicieron más ricos aprovechándose de la pandemia como Jeff Bezos, el dueño de Amazon. | 
