Pese al esfuerzo de brigadistas y la comunidad de Aluminé, el incendio originado el viernes 17 en el "lote 39" de Quillén continúa consumiendo plantaciones de pino y bosque nativo.
El fuego sigue sin control en Quillén. Para hacerle frente, trabajan 150 brigadistas en la zona y un gran número de vecinos realizan las operaciones de logística en la ciudad de Aluminé, a 40 kilómetros del incendio.
El incendio comenzó hace 10 días producto de las tormentas eléctricas en la zona. Los incendios en zonas montañosas son más frecuentes en las temporadas calurosas, hay factores que predisponen la expansión del mismo. Uno de ellos es la crisis hídrica que atraviesa la provincia y un déficit de precipitaciones que prolonga la sequía y temperaturas un poco más elevadas sobre el valor normal. A esto hay que sumar el constante viento que aviva las llamas y dispersa los focos de incendio.
Si bien todos los veranos se hacen campañas de concientización y uso del fuego en zonas no autorizadas, poco se dice que los bosques autóctonos andino patagónicos conviven de manera no simbiótica con especies exóticas y plantaciones artificiales.
El llamado "lote 39" corresponde a una gran plantación artificial de la Corporación Forestal Neuquina (Corfone)) de pino ponderosa, una especie introducida por su gran rédito económico.
Lino Pizzolon, docente e investigador de la Universidad Nacional de la Patagonia, describe las plantaciones del tipo monocultivo de pino ponderosa como “invasiones biológicas”. Afirma que las plantaciones de pinos propagan el fuego mucho más que el bosque nativo y más que los arbustos de la estepa. El pino ponderosa, que es el 86 por ciento de lo que hay en la Patagonia, es una de las especies más flamígeras, Estos árboles, plantados con fines productivos, no solo hacen más rápida la circulación del fuego sino que absorben entre un 40 y un 60 por ciento más de agua que el bosque nativo. “Seguimos plantando pinos en una situación de cambio climático, con precipitaciones en disminución y temperaturas en aumento es plantar desastres” indicó.
Si algo ha garantizado que el incendio se mantenga activo hasta la fecha no son las condiciones ambientales, sino la falta de previsión y recursos para afrontar este tipo de crisis en zonas donde es esperable que ocurran.
El Gobierno provincial dispuso de medios aéreos, tanto aviones como helicópteros, para el combate de los focos de incendios al cuarto día de haberse originado. Algo totalmente inaceptable en zonas donde el desplazamiento terrestre resulta muy complejo. Por esto mismo, el intendente de la localidad de Aluminé Gabriel Álamo, expresó que de haberse combatido de forma aérea desde el primer día, el panorama sería otro.
El pasado lunes, Omar Gutiérrez declaró el “ Estado de Emergencia Ígnea” en la Provincia, en la que se pide a responsables de campings e instalaciones hoteleras y cabañas tener mayor precaución sobre el uso del fuego en las instalaciones.
Además, de manera tardía y muy limitada, pide que organismos centralizados y descentralizados, las empresas y Sociedades del Estado, así como toda organización empresarial en la que el Estado tenga participación mayoritaria en el capital o en la formación de decisiones, “deberán prestar la colaboración que le sea requerida a fin de garantizar el cumplimiento de los objetivos previstos en la presente norma”.
El cinismo del Gobierno provincial mantiene su correlato con el nacional. Días atrás el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación, Juan Cabandie, estuvo en la zona del incendios de Quillen y los ocurridos en Río Negro. Sobrevoló las llamas con cara de preocupación, sin embargo, la presencia no se traduce en recursos.
Trabajadores de incendios, Comunicaciones y Emergencias (ICE) del Parque Nacional Nahuel Huapi, relatan que la ropa ignífuga que utilizan los combatientes, llevan ocho años de uso al igual que los zapatos. Con sueldos por debajo de la canasta básica (alrededor de $50.000) son trabajadores con contratos anualizados, pese al convenio que el Servicio Nacional de Manejo del Fuego (SNMF) destaca en su página como un gran logro pero que los trabajadores denuncian que no reconoce el trabajo insalubre, tareas de riesgo y jubilación anticipada. De hecho, las recategorizaciones establecidas en el convenio no se aplican, al igual que el supuesto plan de reforestación de $2 millones para mil plantines, alrededor de una hectárea de resiembra.
El diputado del Frente de Izquierda, Andrés Blanco, cuestionó la política que está llevando adelante el ejecutivo provincial. Afirmó que cuando se votó el presupuesto “expresamos que está todo garantizado para mantener los negocios de las empresas. No hay equipamiento ni planificación para combatir incendios desde el momento cero. Todo se hace con el esfuerzo de brigadistas y la comunidad. Al igual que en Vaca Muerta, el agua se destina para la producción y se pide a la comunidad que sea racional en el uso o que no se bañe. Acá pasa lo mismo, a las forestales no se les pide explicaciones cuando consumen miles de litros para el riego de las especies invasoras"
Y criticó a Cabandié al asegurar que “están más atentos a las condiciones que impone el FMI y cómo garantizar extraer dólares a cualquier costo para pagar la deuda, hipotecando el futuro del ambiente, en vez de escuchar a la población y la defensa que hacen de los recursos”.