Este 30 de diciembre México suma un total de 254 casos de la variante Ómicron (B.1.1.1.529) en contraste a los 42 que se reportaron hace 4 días según datos de Global Initiative on Sharing All Influenza Data. Estos casos se han detectado alrededor de Sinaloa, Ciudad de México, Tamaulipas, Estado de México y Michoacán.
El crecimiento de los contagios de esta variable ha sido exponencial, a diferencia de lo que el presidente declaro en la conferencia matutina del pasado 27 de diciembre:
“No son muchos los casos. Lo que tenemos como información es que no han aumentado los contagios y lo más importante no se han incrementado los fallecimientos”.
AMLO
Esto se da en el marco de una alza nuevamente en contagios, tan solo el 29 de diciembre hubo 4 mil 426 nuevos casos, de los cuales mil 436 se dieron en la CDMX.
Cuando el presidente pretende aclarar que a pesar de no haber un incremento contagios no se descarta que se presente una situación especial, no sólo no considera estos datos presentados sino que reduce la capacidad de transmisión de Ómicron a una situación que pareciera ser un caso extraordinario no ligado a decisiones políticas de los países hegemónicos.
La completa reapertura económica, la negligencia de las farmacéuticas al negarse a liberar las patentes de las vacunas de la mano con que los países más ricos acaparan todas las vacunas y el lucro con nuestra salud son factores decisivos en el aumento de contagios y el surgimiento de nuevas variantes.
Ejemplo de la barbarie causada por el acaparamiento de las vacunas es lo sucedido el pasado 22 de diciembre en Nigeria, en donde desecharon cerca de 1 millón de vacunas Astrazeneca, donadas por países imperialistas pero que rebasaban la fecha de caducidad. Con esto, vemos como los países más explotados son los que padecen de peor forma la pandemia, dado que no tienen un sistema de salud que permita atender a los enfermos; sumado a que básicamente los dejaron fuera de la distribución de vacunas, pese a existir la capacidad para abastecer a todo el planeta. Todo ello propicia el surgimiento de nuevas variantes, haciendo que la pandemia se desarrolle de manera más rápida.
Esto demuestra que el capitalismo y sus gobiernos, con su urgencia a reactivar su economía, no son compatibles con priorizar nuestra salud y la de nuestras familias. Así como parece que los patrones, directores de las escuelas podrían acabar con nuestras vidas con tal de mantener un sistema que no beneficia a las mayorías trabajadoras y populares, sino que defiende a toda costa las ganancias capitalistas.
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