El presidente, si bien reconoció el aumento de contagios, siguió minimizando la gravedad de la situación al afirmar en su conferencia matutina que la nueva variante del virus (Ómicron) no es tan peligrosa como la Delta, por lo que -según él- no se han incrementado las hospitalizaciones ni los fallecimientos como consecuencia del virus.
Ocupación hospitalaria
El presidente y su vocero en la materia, Hugo López-Gatell, se respaldan en la supuestamente baja ocupación hospitalaria. La Secretaría de Salud reportó el último día del año un 17% de ocupación de camas de hospitalización general y un 11% de camas con ventilador a nivel nacional. Sin embargo, estas cifras son engañosas ya que muchos estados superan el promedio nacional.
En el caso de las camas de hospitalización general, Chihuahua alcanzó el 59.1% de ocupación, Aguascalientes el 46.9% y Baja California el 38.2%. En el caso de las camas con ventilador, Baja California alcanzó el 43.7% de ocupación, Chihuahua el 40.7% y Aguascalientes el 38.3%.
Peor aún, el porcentaje de ocupación de las camas con ventilador de las Unidades de Cuidados Intensivos fue del 19% a nivel nacional. Pero en Coahuila fue del 66.6%; en Yucatán del 57.1%; en Zacatecas del 55.5%; en Aguascalientes del 54.8% y en Chihuahua del 50%.
Vacunación
Aunque el gobierno federal quiere hacer creer que prácticamente ya toda la población del país fue vacunada con al menos una dosis, salvo algunos rezagados y renuentes, esto no es así. El último día del año se reportó que habían sido vacunadas 81.9 millones de personas en México, de las cuales el 89% recibieron la dosis completa y el 11% sólo la mitad. Esto quiere decir que solo 72.9 millones de personas recibieron hasta entonces la vacunación completa, es decir, tan solo el 56% de una población total calculada en 131 millones de habitantes; el 74.5% de la población de 15 años y más.
Los menores de 15 años están de plano descartados de la vacunación de acuerdo con la política oficial, a pesar de los estudios pediátricos que señalan una mayor vulnerabilidad de los infantes ante las nuevas variantes del virus.
A esto hay que añadir la pérdida de efectividad de ciertas vacunas (como la Cansino, que se aplicó a los trabajadores de la educación) después varios meses de haber sido aplicadas y la necesidad del refuerzo para contrarrestar los efectos nocivos de las nuevas variantes del virus, como la Ómicron.
Mortalidad
Si bien la Secretaría de Salud federal ha contabilizado casi 300 mil muertes como consecuencia del covid-19 en nuestro país, el exceso de mortalidad durante la pandemia, de acuerdo con el INEGI, superó las 600 mil personas, por lo que la cantidad de muertes por covid podría ser de el doble o más de la reconocida oficialmente.
Aún con los datos oficiales, según algunos estudios México se ubica en el primer lugar de letalidad del virus en el mundo, con 7.5 fallecimientos por cada 100 contagios confirmados; en el noveno lugar de mortalidad, considerando el número de fallecimientos por cada 100 mil habitantes (235); y en el quinto lugar según el número de fallecimientos reconocidos por esta causa, solo detrás de Estados Unidos, Brasil, India y Rusia.
La mayoría era parte del pueblo trabajador, vulnerable por múltiples causas y sin acceso real a un servicio de salud público, gratuito y de calidad. Esto no es casual, si consideramos que, según el CONEVAL: “Entre 2018 y 2020, la carencia por acceso a los servicios de salud pasó del 16.2% al 28.2% de la población. Este cambio representó un incremento de 15.6 millones de personas, al pasar de 20.1 a 35.7 millones de personas.” Lo que aumentó significativamente la vulnerabilidad de la población de escasos recursos ante la pandemia.
¿Se hace lo que se puede?
A pesar del discurso tranquilizador del presidente, similar al que sostuvo desde el inicio de la pandemia con consecuencias fatales, los directivos de instituciones como el ISSSTE reconocen que ya nos encontramos ante la “cuarta ola” de contagios, por lo que esperan un alto número de casos en las próximas semanas y que las hospitalizaciones se incrementen “de manera exponencial”. De ahí que hayan instruido a que se prepare nuevamente la “reconversión” hospitalaria para atender a los enfermos de covid que lo requieran y así tratar de evitar que el sistema de salud colapse.
Pero la “reconversión” anterior implicó limitar o postergar la atención de otros padecimientos de la población derechohabiente, lo que solo puede complicarlos, sin contar a toda la población que está de plano excluida del sistema público de salud, como mencionamos antes.
Además, se enfoca en atender a los enfermos graves y no en tomar medidas efectivas para prevenir los contagios, que es a lo que se ha negado desde un principio el gobierno federal, apostando a que se desarrolle la “inmunidad de rebaño” (que no ha tenido lugar ante la llegada de nuevas variantes), a costa de la salud y la vida de millones.
De hecho, el presidente ya anticipó que, pase lo que pase, no habrá nuevos confinamientos que perjudiquen la economía, es decir, las ganancias de los empresarios, algunos de los cuales se enriquecieron aún más durante la pandemia, aprovechando sus negocios con el gobierno federal, como Ricardo Salinas y Carlos Slim.
Pero tampoco se tienen contempladas medidas para identificar oportunamente, atender y aislar en condiciones apropiadas a los contagiados, que permitan evitar una mayor propagación del virus. México sigue siendo uno de los países donde menos pruebas de diagnóstico se realizan, por considerarlas las autoridades de salud un costo “innecesario”.
Por una respuesta obrera y popular ante la “cuarta ola”
Como se ha demostrado a lo largo de toda la pandemia, nada bueno podemos esperar los trabajadores y el pueblo pobre de quienes anteponen el interés de los empresarios a nuestra salud y nuestras vidas.
Debemos exigir que las organizaciones obreras y populares, con el apoyo de especialistas en salud sin compromiso político con el gobierno y los partidos del régimen, sean las que determinen las medidas apropiadas para enfrentar la “cuarta ola”.
Que se liberen las patentes de las vacunas, se transfiera la tecnología a instituciones públicas, se expropien los laboratorios privados y se invierta en investigación para fabricarlas y mejorarlas. Que se vacune y refuerce a toda la población mayor de 5 años.
Que se centralice todo el sistema de salud público y privado para ponerlo a disposición de toda la población, se incremente sustancialmente el presupuesto destinado a la salud y se contrate personal suficiente con plenos derechos laborales.
Que se apliquen pruebas de diagnóstico gratuitas periódicamente en todas las escuelas y centros de trabajo. Que se acondicionen albergues que brinden alimentación, atención médica y psicológica a quienes requieran aislarse.
Hay que conformar comisiones de salud en cada centro de trabajo, elegidas por los trabajadores, para verificar que se cumpla con los protocolos sanitarios y se otorguen las licencias médicas a quienes lo requieran por el tiempo que sea necesario, sin descuentos ni rebaja de salario.
Todo esto requiere de recursos que pueden provenir del no pago de la fraudulenta deuda pública y de imponer impuestos progresivos a las fortunas de los grandes empresarios, como los que “asesoran” al presidente.
Para ello, es necesario que las organizaciones obreras y populares mayoritarias rompan la tregua que mantienen con el gobierno de la 4T y se movilicen. Organicémonos desde abajo, en cada centro de trabajo, escuela y comunidad para imponérselos. |