A cinco días de las elecciones primarias, el escenario parece alejarse de la polarización interesadamente construida por el kirchnerismo y el macrismo.
La epopeya de la batalla final contra la derecha se deshace frente a las chances de cada uno de los protagonistas y queda en evidencia en sus aventurados giros discursivos.
Paradójicamente, las denuncias estridentes de la oposición rabiosa logran dotar de excusas para mostrar cierta “épica” en la transición menos épica que tuvo el Frente Para la Victoria en sus 12 años de historia en la conducción del gobierno.
La denuncia contra Anibal Fernández estruendosamente exhibida es presentada como el último grito del periodismo de investigación, pero sólo expone, una vez más, la cohabitación cotidiana entre política burguesa, policía y delito. El descabezamiento más o menos reciente de las narcopolicías de Santa Fe y Córdoba, demuestran que esas relaciones íntimas y espurias no son exclusivas del gobierno nacional, sino que incluyen a todas las tonalidades de la política tradicional.
La denuncia desplegada a pocos días de las PASO, da letra al gobierno para ubicarse en posición defensiva alertando sobre presuntas operaciones destituyentes contra el “proyecto nacional”. Y en última instancia, favorece políticamente a sus contrincantes dentro del FpV (a quienes el impulsivo lenguaraz de “Hannibal” acusó inmediatamente), el “kirchnerista agrario”, Julián Domínguez, que va aliado a Fernando Espinoza, el pejotista puro.
Más allá de estas inmundicias, donde el jefe de Gabinete le reclama al presidente de la Cámara de Diputados que "deje de comprarle droga a los transas"; y que cada tanto salen a la luz cuando se abren las compuertas de algunos de los sótanos de la democracia; la disposición de las fuerzas políticas hacia el domingo muestra una tendencia acentuada a la despolarización.
La campaña de Daniel Scioli tiende radicalizadamente hacia la moderación y el kirchnerismo aparece en ella como los restos pampeanos de una historia con fecha de vencimiento. La embajadora itinerante de la campaña del sciolismo hacia las derechas diversas (pejotistas y no) es Karina Rabolini, cuyas señales otorgan más “seguridad” al empresariado sobre la orientación de un posible gobierno de su marido.
Mientras tanto, Macri suma reveses al domingo negro del balotaje porteño. La “medialuna” sojera, donde pretendía anclar su bastión electoral para contrapesar la hegemonía peronista en la provincia de Buenos Aires, comienza a complicarle el camino.
En Mendoza, donde triunfaron sus aliados radicales, Scioli encabeza algunas encuestas y el oficialismo local no le responde directamente.
En Córdoba, provincia que por buenas y malas razones siempre fue “libre de humo kirchnerista” -como alguna vez sintetizó un agudo analista-, el giro en el discurso del líder del PRO hacia un relato “kirchnerizado”, puede estar restándole votos por derecha y favoreciendo a cierto crecimiento de José Manuel de la Sota. Para colmo de males, “el Carrió” de la Docta, Luis Juez, terminó cerrando un acuerdo con la peronista Olga Riutort para ir por la intendencia de la capital contra uno de sus aliados nacionales, el radical Ramón Mestre. El cambalache de “Juntos por Córdoba” (PRO-UCR-juecismo), ya empieza a pagar consecuencias con la disgregación de su bloque en la legislatura local.
Ni lerdo ni perezoso, Scioli pasó este lunes por la provincia mediterránea en una visita relámpago y se deshizo en elogios para con el recientemente electo gobernador Juan Schiaretti, el más kirchnerista de los delasotistas, es decir, un sciolista con acento. El “Gringo” asegura que su único candidato sigue siendo De la Sota, pero hay que ver después de las PASO quien será su próximo “único” candidato al que apoyará explícita o implícitamente con la lealtad que corresponda.
Finalmente, en Santa Fe, el territorio donde el PRO sufrió su peor decepción, la gobernación quedó en manos del “socialismo de estado" (y de la soja) y allí el peronismo moderado realizó una buena elección de la mano de Omar Perotti.
Para agregar problemas a las filas amarillas, aparece con urgencia la espinosa cuestión de los fiscales, sobre todo en el extenso universo de la provincia de Buenos Aires. La nota de color fue el pedido de Macri a los ministros del Gobierno porteño para que “bajen al territorio” de la CABA a reemplazar a los fiscales que eventualmente deba mandar a la provincia.
La situación en general conservadora por la tensa estabilidad económica (relativamente artificial) y las ilusiones de la coyuntura electoral, combinadas con una manifestación distorsionada de la relación de fuerzas más general, hacen que el triunfo de los oficialismos y la “continuidad con cambios” predominen en promedio. La última elección municipal más o menos importante antes de las PASO, la que se realizó el domingo pasado en la ciudad de Villa María (Córdoba), confirmó esta realidad.
Scioli se convirtió en el mejor intérprete de esta situación. Se apropió de parte del relato del kirchnerismo y “lo pasó a valores” con la promesa de creaciones de nuevas y simbólicas burocracias estatales (ministerios de DDHH, de “economía popular”); ocupó la “ancha avenida” de Sergio Massa y recuperó a casi la totalidad de los intendentes; finalmente, a Macri le está “expropiando a los expropiadores” (los empresarios) a quienes les habla con corazón sobre las garantías que tendrán para el bolsillo. El periodismo o la politología definen a este fenómeno como un candidato “catch all”, traducido al lenguaje llano: demagogia vacía para todos y todas, al servicio de los que mandan.
Los crudos hechos siguen demostrando que el fundamento para apoyar a Scioli y por el cual se convocaba a muchas personas que respaldaban al gobierno con aspiraciones progresistas, se desvanece en el aire con el escenario de “despolarización”. El mortal peligro amarillo, demostró ser también -en gran parte-, una de las últimas creaciones del relato.
Los que genuinamente quieran defender conquistas o derechos que consideran propios y que han arrancado con la pelea, no pueden ser parte de esta gran operación.
El Frente de Izquierda y en su seno la lista que encabeza Nicolás del Caño (que se postula para renovarlo y fortalecerlo), supo mantenerse independiente del gobierno, así como del circo de la oposición tradicional; de su descomposición política y moral. Pero además, supo poner el cuerpo allí donde había que defender conquistas o derechos de los trabajadores, las mujeres y la juventud.
La polarización real que se viene es la del ajuste que el conjunto del empresariado prepara gradual o vertiginosamente para el próximo periodo y Scioli puede ser su mejor instrumento. La verdadera alternativa será la de los legisladores del Frente de Izquierda que expresan la voz de los trabajadores y que han demostrado en las calles y en el parlamento su lucha honesta y consecuente contra la derecha. |