Por estas fechas en 1918 arrancaba una oleada de huelgas de mujeres en más de 30 ciudades del Estado español contra la carestía de la vida, enfrentando el frío, el hambre y la represión. Conoce aquí su historia con viñetas, fotografías y mapas inéditos.
"Las mujeres se han arrojado a las calles y han abandonado las cocinas porque no queda nada que cocinar. Ahora preguntamos, ¿cómo os las vais a arreglar para que vuelvan a las cocinas?"
Esta pregunta se la hacía la periodista María Marín en el diario La Publicidad. El duro invierno de 1918 vació las despensas de las familias obreras y llenó las calles de mujeres en lucha contra los precios de la comida y el carbón. No era para menos, ya que se trataba de uno de los inviernos más duros del siglo XX (con -15 grados en Madrid o -17 en Zaragoza, por ejemplo) y el precio del carbón se había triplicado en cinco años.
No hace falta alarmarse, hoy en día las eléctricas nunca nos harían algo así.
También, el precio de los alimentos casi se había doblado de media. La razón era la especulación con ellos por parte de lo más selecto de la burguesía española. Debido a la Primera Guerra Mundial, podían exportarlos a precios elevadísimos, creando inmensas fortunas y una situación de hambre y frío que en el invierno de 1918 llegó a su máximo. Miles de mujeres en más de 30 ciudades organizaron entre enero y marzo de ese año grandes huelgas para tomar lo que necesitaba su hogar e imponer los precios de antes.
En el resto de Europa, la Primera Guerra Mundial es una carnicería para la clase obrera desde 1914. Millones de obreros son enviados al frente a matarse entre sí y millones de mujeres ocupan los puestos que dejaron, haciendo interminables jornadas, pero cobrando la mitad del salario. Ellas también levantarán huelgas y protestas contra la guerra, la falta de derechos para las mujeres y el hambre en toda Europa.
En el caso del Estado español las movilizaciones se extendieron con mayor o menor incidencia por toda la geografía española, destacando las huelgas de Valencia y Barcelona por su magnitud y por la mayor información que sorteó la censura. Esta última sería la que conllevaría una organización más profunda y amplia, no te pierdas su historia en este artículo de Cynthia Lub:
Las otras huelgas más destacadas, donde enfrentarán el Estado de Guerra y sufrirán muertes por la represión de la Guardia Civil son las de Palma de Mallorca, Alicante, Málaga y Coruña, que puedes conocer aquí:
Estas huelgas suponen un ejemplo histórico de la larga tradición de protestas por el coste de la vida, que habitualmente eran llevadas adelante por mujeres, al ser la tarea asignada por la división del trabajo patriarcal, que invisibiliza y no paga el trabajo doméstico y reproductivo en manos de millones de mujeres y tanto beneficia a los capitalistas.
La barrera de esos esquemas patriarcales hizo que el rol de administradora del hogar recayera sobre la trabajadora, mientras las organizaciones obreras históricamente se venían centrando en el papel de proveedor de salario asignado al trabajador. Esto llevó a las trabajadoras a tomar una decisión, o pelear sin poder disponer de la mayoría de la fuerza sindical organizada o hacer parar a los trabajadores y salir a pelear por “lo asignado a las mujeres”. Esta segunda opción fue la que se impuso, dando lugar a huelgas generales, manifestaciones masivas y a que gobernadores tuvieran que sentarse a negociar tasas de precios con las comisiones de trabajadoras.
Este tipo de unidad hizo temblar a los capitalistas y sus gobiernos, desplegando una feroz represión contra las huelguistas. También supusieron un revulsivo para las organizaciones obreras que intentaron adaptarse: era necesario organizar a las mujeres trabajadoras con sus propias demandas. Así, tras estas huelgas nacerían múltiples sindicatos de inquilinas por la bajada de los alquileres, pero también secciones sindicales de trabajadoras domésticas y otros sectores feminizados.
Esta historia de mujeres organizadas, que en 1918 decidían sus demandas en mitines y asambleas, organizaban asaltos y repartos, impulsaban huelgas de miles de personas, enfrentaban a la policía o trataban de imponer el control de precios, ha sido poco estudiada y conocida. Sin embargo, supone un punto de reflexión sobre el aumento del precio de los alquileres, la electricidad o los productos básicos mientras los salarios permanecen congelados y precarizados por sucesivas reformas laborales, pero también sobre la necesidad de combatir al capitalismo y el patriarcado para construir un feminismo combativo, de clase y militante.