Nuestro pronóstico se cumplió, lamentablemente. La reunión del ministro de Economía con empresarios y sindicalistas para discutir supuestamente “la negociación con el Fondo” se convirtió en una conspiración contra la salud obrera. Los empresarios se quejaron del ausentismo que perjudica sus “cadenas de valor” y hasta propusieron un “pase sanitario empresarial”. Lo que parecía una propuesta atrevida, algo así como imponer leyes especiales dentro de sus empresas, se convirtió pocos días después en la política sanitaria nacional.
La ministra Carla Vizzotti, presente en la reunión, prefirió no utilizar las mismas palabras que los CEO pero de hecho tomó su programa. Daniel Funes de Rioja, presidente de la Unión Industrial y flamante asesor del Ministerio de Salud, pegó en caliente y se dedicó los días siguientes a llorar sobre el ausentismo laboral: “pasó del 7% la semana pasada a 20% en comercio y 30% en fábricas esta semana, se está afectando la recuperación”.
El tercer acto fue la reunión del Consejo Federal de Salud (Cofesa). Siguiendo al pie de la letra los consejos de la UIA, acordaron levantar la exigencia de aislamiento obligatorio para los contactos estrechos de casos positivos. Córdoba tomó la posta aplicando la medida en todos los lugares de trabajo y Provincia de Buenos Aires ya lo dispuso entre el personal de salud: “Ni derecho a enfermarnos tenemos” denuncian. O sea que el propio Estado adoptó los criterios epidemiológicos de la patronal, que como denunciaron los sindicatos médicos no solo no respetan el derecho a la salud sino que no tienen ningún criterio científico.
La noticia generó puñitos, chinchines y aplausos en los grupos de whatsapp de los empresarios.
Si el Gobierno se ha caracterizado por una política sanitaria sin brújula, parece que en esta etapa al timón lo agarraron las empresas.
¿Y qué hacen los sindicatos? Nada. Quedaron “aislados” de tanto “contacto estrecho” con los planteos de los empresarios. La CGT participó de la famosa reunión del “pase sanitario empresarial” y asintió ante cada propuesta patronal.
En las últimas horas se limitaron a hacer declaraciones, como si fueran analistas. Héctor Daer, dijo que "corresponde mantener los cuidados estrictos y no desesperarse". ¿Pero ud no dirige el gremio de Sanidad y la CGT? Sergio Sassia reconoció que "hay serias dificultades de los compañeros y compañeras contagiadas en transportes de cargas, viales, ferroviarias y fluviales". ¿Pero ud no dirige la confederación de gremios del transporte? Hugo Yasky sigue entusiasmado con la rosca política y no dijo una palabra aunque la CTA tiene peso en gremios afectados por la tercera ola, como aeronáuticos, subte, telefónicos, salud y estatales. ¿Hay que esperar que se contagien todos y todas?
Mientras tanto, a La Izquierda Diario llegan cientos de denuncias de quienes son obligados a trabajar con síntomas, les hacen descuentos, no les cumplen los protocolos o directamente los echan. De las cadenas de comidas, supermercados, transportes, call center. Quienes peor la pasan son las y los precarios. Mujeres y jóvenes. Es sencillo: las patronales empujan al trabajo inseguro, las conducciones gremiales miran para otro lado.
La CGT tiene que dejar su contacto estrecho con la política de Funes de Rioja, Guzmán y Vizzotti y defender la salud obrera. Exigir que se cumplan los aislamientos preventivos para contactos estrechos, sin ningún tipo de descuentos. Que se restituya la prohibición de despidos y las ART vuelvan a tomar al covid como enfermedad presuntamente laboral. Y sobre todo que se convoquen asambleas, en las condiciones necesarias, para que los trabajadoras y trabajadoras puedan discutir protocolos que pongan por delante su salud y elijan comisiones de seguridad e higiene para hacerlos cumplir. Hoy, como desde el día que comenzó la pandemia, sigue siendo el mismo debate: nuestra salud o sus ganancias.
Para todo esto hay que organizarse desde abajo, sino la CGT y la CTA seguirán en aislamiento.
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